Opinión
J.J.Jinks: You touched my heart
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En un mercado laboral rígido y profesionalizante como el chileno siempre miré con especial admiración la carrera desarrollada por David Gallagher. El tránsito sin roces ni mayores explicaciones desde el estudio de literatura en Oxford a la banca de inversión en Londres y luego por muchos años en Santiago habla de un renacentismo tan valioso como escaso en nuestros días.
Uno se podía topar con David un día en una transacción de M&A en minería por cientos de millones de dólares, y al día siguiente tenerlo dictando cátedra sobre Nikolái Stavroguin y su rol central en Los demonios de Dostoievski, siempre con la misma soltura, brillantez y sencillez.
Esas mismas características son parte de sus columnas, donde combina con elegancia alta cultura y política sazonadas con la ironía inglesa de la cual no puede desprenderse. Hasta hace no mucho, parafraseando a Graham Greene, ese era nuestro hombre en Londres.
Pensaba en Gallagher mientras escuchaba a Susana Herrera, la hasta hace poco embajadora de Chile en el Reino Unido, intentar disculpar sus desaciertos usando el gastado comodín de que sus antecesores eran todos hombres y que probablemente habían ido a la misma universidad. Susana, mujer y de región, no habría calzado en el estrecho preconcepto de lo que deben ser las tareas de un diplomático en una de las principales embajadas a nivel global.
Esa explicación simplona es la que doña Susana da para justificar su salida de la embajada del Reino Unido. Como ya se ha vuelto costumbre, no asume ninguna responsabilidad personal y todo se justifica a partir de acciones de terceros aun cuando sea imposible determinar cómo operan estas fuerzas.
Más allá de lo folclóricas de algunas de sus explicaciones, y para qué decir sus cuestionables gestiones con el Gobierno Regional del Biobío para supuestamente darle el gusto al rey Carlos III (bastante boquifloja resultó nuestra improvisada diplomática), lo relevante en este caso es el dramático contraste de competencias con su antecesor.
Bien escondido parece estar el responsable de haber nombrado a una persona que puede tener muchas gracias personales o profesionales, pero claramente no tenía ninguna preparación para desempeñar adecuadamente el cargo. Su principal mérito parece haber sido la cuota asignada a Federación Regionalista Verde Social, partido político del que yo no sabía de su existencia hasta antes de este desaguisado. Mala mía.
Buena parte del ya extendido sufrimiento del gobierno se debe precisamente a esto, niveles de capital humano muy débiles para afrontar tareas que requieren alta preparación profesional e intelectual.
Contra lo pensado inicialmente, el principal problema no han sido las ideas con que entraron al gobierno pues una a una la realidad se ha impuesto y han tenido que irlas dejando atrás. Lo que no han podido dejar atrás es un elenco no preparado para la monumental tarea que es gestionar el Estado.
Hacer cualquier gestión en el mundo privado requiere de cierta disciplina y destreza, esto se ve multiplicado por varias veces cuando se introduce la rigidez estatal y para qué decir la variable política. Hacer todo esto sin mayor preparación profesional previa transforma el desafío en casi un imposible. Esto y sus efectos tangibles sobre el bienestar de los chilenos es lo que realmente tiene tocado mi corazón.