Litio: Australia versus Chile 

Antes de analizar las ideas del actual gobierno para explotar el litio, vayamos un paso atrás y preguntémonos sobre qué queremos como país. Asumo que un objetivo del tipo “maximizar la producción y rentas para el Estado, de manera sostenible ambiental y socialmente” es algo que todos compartimos. Temo que lo presentado en las últimas semanas, solo nos alejará de éste. 

No eliminar el carácter “estratégico” y no concesionable del litio es un error. Australia, país que desde el 2006 nos supera como principal productor mundial, lo entendió así. Con un régimen estable de concesiones que incentiva la participación de privados, a la fecha cuentan con nueve empresas, seis locales y tres extranjeras. Nosotros, solo dos.

Lamentablemente, seguimos atrapados en lógicas añejas de Estado versus privados. No parece lógico obligar a que el Estado tenga participación mayoritaria en los proyectos, cuando el mismo Vicepresidente Ejecutivo de CORFO declaró: “El Estado no tiene la menor idea de cómo producir el litio”. 

El ejemplo es claro. Mientras el mayor productor de litio promueve la participación libre de privados, nosotros nos quedamos con un Estado controlador que no sabe del negocio. Así, será difícil retomar el primer puesto.  

¿Quién gana y quién pierde este 7 (8) de mayo?

A una semana de la elección de consejeros constitucionales, bien cabe reflexionar sobre el día siguiente. ¿Cuál va a ser el ambiente el lunes 8 de mayo con respecto a la última oportunidad que tenemos para cerrar el proceso constituyente?

Chile perderá si no vencemos la polarización actual y la crisis de confianza que viven nuestras instituciones. Perderemos si -tal como ocurrió en el proceso pasado- sectores minoritarios siguen intentando imponer su visión de manera maximalista. Perderemos si tratamos de dar saltos al vacío y también perderemos si creemos que el status-quo es la solución a todos nuestros males. 

Por el contrario, Chile ganará si hay voluntad de ceder en las posiciones propias para lograr amplios acuerdos. Ganaremos si prima un ambiente de respeto, donde las distintas visiones sean confrontadas y discutidas con altura de miras. En definitiva, Chile ganará si los consejeros electos se unen en torno a un solo objetivo: tener una Constitución aprobada por una amplia mayoría y que logre sentar las bases para el desarrollo de las próximas décadas. 

Empleo (público) y salario mínimo

Este viernes, el INE dio a conocer las cifras de empleo para el trimestre ene-mar, y las noticias no son buenas. El desempleo aumentó al 8,8%; 0,4 puntos más que el mes pasado y 1 punto más que hace un año. Los coletazos de la recesión técnica ya se sienten. Mientras más personas vuelven a buscar trabajo, los puestos disponibles no son suficientes y, por ende, aumenta el desempleo. Esto es más preocupante aún, en un contexto donde los únicos empleos que aumentan significativamente son los del sector público (incremento de 94.000 trabajadores en un año) y el empleo informal. Si no fuese por estos dos, el desempleo sería aún peor. 

Si bien gran parte del aumento del desempleo es propio del ajuste que atraviesa nuestra economía después del boom de consumo en la pandemia, hay dos lecciones a considerar. Primero, estos números deberían llamar a la mesura en la discusión del salario mínimo, donde el gobierno está proponiendo un aumento real del 8,7%, el más grande desde 1999.

Segundo, a raíz de la polémica sobre los datos de empleo público, es inconcebible que el Estado no publique periódicamente los datos administrativos (desagregados) de funcionarios públicos, incluyendo municipios. No hay excusas, ya que la herramienta legal la tiene Dipres (Ley Nº 21.306, Art. 70).