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Opinión

La columna de J.J.Jinks: Lluvia de piedras

La columna de J.J.Jinks: Lluvia de piedras

Mientras los detractores de la reforma sacaban el champán para celebrar se encontraron con la ingrata sorpresa de que ante la siguiente pregunta de si apoyaban la reforma tal cual estaba, una mayoría cercana al 70% se inclinaba por aprobarla.

Por: J.J. Jinks | Publicado: Sábado 25 de enero de 2025 a las 21:00
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Nada menos sexy en estos tiempos que acordar, más aún si esto significa ceder genuinamente en las posiciones ideales de cada lado. El viento que sopla es de machos alfas estentóreos que parecieran no ceder en nada llevando sus ideas y adjetivos hasta las últimas consecuencias. Eso puede ser entretenido para agitar las adormiladas pasiones propias contra los “zurdos”, los “fachos”, los “woke”, dependiendo de dónde cada uno se pare, pero es totalmente inservible para el país. 

Por esto es esperanzador que la ciudadanía tenga una intuición pro acuerdo en el tema pensiones en medio de una discusión altamente confusa tanto por la complejidad técnica propia de la materia como por el desborde de medias verdades y noticias derechamente falsas que la rodean. 

Cuando les preguntan a las personas sus preferencias es muy clara la opción de que ojalá toda cotización vaya directo a las cuentas individuales con una baja adhesión al préstamo al Estado. Sin embargo, mientras los detractores de la reforma sacaban el champán para celebrar se encontraron con la ingrata sorpresa de que ante la siguiente pregunta de si apoyaban la reforma tal cual estaba, una mayoría cercana al 70% se inclinaba por aprobarla. Sabiduría popular, lo que está sobre la mesa se aleja de su preferencia personal, pero entiende que la alternativa es quedarnos sin reforma otra vez y que eso puede ser aún peor.

Esto es muy importante en un momento en que a la reforma le llueven piedras desde todos lados. Algunas de esas son unos guijarros muy comedidos y necesarios como los del Consejo Fiscal Autónomo que levanta 11 banderas amarillas muy razonables, pero entre líneas le tira un salvavidas al proceso de negociación para frustración de algunos opositores muy vocales y que tenían puesta la esperanza de que la opinión del CFA dinamitara el acuerdo, y eso no ocurrió. Hay que limar aquí y allá, pero la no reforma también tiene riesgos fiscales de importancia. Un acuerdo engorroso y subóptimo como éste -no hay que olvidar que se está solidificando la capitalización individual en un Gobierno que quería acabar con el sistema- ha sido una fiesta para economistas de todos los colores que han criticado partes del entramado, muchas veces con razón, pero olvidando que no estamos ni cerca en una sala de clases y menos en un seminario de políticas públicas.

Esas son las piedras chicas y debieran ser todas bienvenidas para fortalecer técnicamente un andamiaje delicado y con efectos permanentes en el devenir económico. Los bolones vienen de los extremos. Desde el oficialismo se ha lucido la propia ministra del Trabajo, quien de tanto en tanto le habla a su partido recordando que quiere acabar con las AFP y que van a incorporar a un ente público que no es parte de la negociación. Una pata en el Gobierno y una en la calle es el mantra comunista. La diputada frenteamplista Yeomans se despachó recientemente la perla de que esperaba que el préstamo no terminara yendo finalmente a las cuentas individuales, un robo en simple, dando pie al mundo de la derecha más dura para hacer ver la supuesta ingenuidad de quienes negocian con ellos.

La pregunta que pareciera que no se hacen los más duros es si esas ideas extraviadas tendrán más o menos fuerza sin reforma; la gente en general parece creer que es mejor abrochar ahora que volver a postergar. Los ingenuos podrían terminar siendo los que apuestan a que el viento no va a cambiar otra vez en poco tiempo más.

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