Opinión
La columna de J.J.Jinks: Rebeldía
-
Cuéntale a tus contactos
-
Recomiéndalo en tu red profesional
-
Cuéntale a todos
-
Cuéntale a tus amigos
-
envíalo por email
En una forma de comunicar más propia de un entrenador de fútbol o de un agitador universitario, el ministro Grau nos dejó a todos perplejos cuando apeló a la necesidad de rebeldía para solucionar el problemón generado por el anunciado cierre de Huachipato por parte de CAP.
Nadie tiene claro qué quiso decir y, de alguna forma, nadie quiso averiguarlo tampoco pues se sabía que era una calle sin salida y que sólo serviría para hacer, con suerte, algunos memes. Y no son memes precisamente lo que se necesita cuando están riego miles de empleos directos e indirectos.
El Gobierno no ha andado fino en la coyuntura. El aviso de cierre programado pareció pillarlo totalmente fuera de conocimiento de lo que estaba pasando, lo que es particularmente llamativo dadas las serias implicancias de la situación.
Ya ante los hechos consumados, la reacción ha sido a los tropezones. Ha sido evidente la falta de liderazgo, y lo poco que se escucha son ideas como que las mineras compren más y a mayor precio a Huachipato, conceptos que sólo serían entendibles si estuviésemos bajo un régimen de corte populista tipo el peronismo vecino.
Las mineras a través de sus representantes gremiales reaccionaron con estupefacción e indisimulada molestia ante el hecho que las metieran en un baile donde se les tratan de endilgar cuentas ajenas. Al parecer el parelé habría funcionado pues no se escuchó más del asunto y sólo habría servido para mellar aún más la alicaída imagen pública del ministro Grau.
El desmanejo frente a la situación es síntoma de algo aún más preocupante, pues parafraseando a Felipe Lamarca, las personas pasan y las cagadas quedan.
Se ha perdido totalmente el manejo técnico de una problemática altamente compleja que involucra no solo el tema de los empleos en riesgo, sino también la relación comercial futura con China, nuestro principal socio en comercio exterior, y la posibilidad de fijar un precedente muy peligroso si es que una empresa privada consigue prebendas por medio la presión política.
Ya en el parlamento se ven señales preocupantes con declaraciones que van desde la UDI al Partido Comunista llamando al Estado a apoyar a Huachipato. La heurística de la unanimidad de los políticos como signo de una medida dañina para la sociedad en el mediano y largo plazo es casi infalible.
No hay duda de que el Estado debe ser parte de la solución, pero buscando el bienestar de toda la población y no sólo de los que tienen mayor capacidad de presión.
Las acusaciones de dumping deben ser analizadas con especial cuidado técnico pues pueden convertirse en una muleta a la cual pueden verse tentadas de recurrir muchas industrias en el futuro. Si luego de un análisis riguroso se concluye que el dumping es efectivo, están las medidas regulatorias para corregir la distorsión.
Sin embargo, si la conclusión es diferente hay que tener el coraje y la inteligencia política para conducir un proceso que, apoyando fuertemente a los trabajadores y sus familias, no signifique un subsidio permanente por parte de los chilenos a una empresa que no tiene las condiciones estructurales para competir. Un camino duro y difícil, pero para eso han sido elegidas autoridades, no para hacer arengas.