Opinión
María José Cumplido: “Pasamos de una marcha multitudinaria a una desconfianza absoluta sobre la utilidad de un nuevo proceso” constituyente
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La votación menos sexy
Si pudiéramos categorizar el sentimiento que impera en estos tiempos sería, en mi opinión, el de la incertidumbre. El fracaso del proceso constituyente anterior, por diversas razones y complejidades, dejó una sensación de derrota para algunos y, para la gran mayoría, una actitud de desinterés para el proceso que se abrió.
El 7 de mayo debe ser la votación menos sexy que hayamos visto en las últimas décadas. La mayoría de las personas muestran una abierta apatía frente al proceso, a los candidatos y a los significantes que puede tener una nueva Constitución. Por otro lado, la mayoría de las personas no se ha informado sobre los candidatos y las candidatas al proceso. Esto pareciera ser sintomático al tipo de sociedad que hemos venido construyendo y a los efectos de un permanente deseo por la inmediatez.
Si el Estallido Social se desinfló rápidamente, el anhelo de una nueva Constitución lo hizo con una fuerza aún más polar. Pasamos de una marcha multitudinaria a una desconfianza absoluta sobre la utilidad de un nuevo proceso. Esto no creo que tenga que ver con las implicancias que tiene una Constitución, ni siquiera creo que tenga que ver con mero individualismo.
Me atrevería a hipotetizar sobre los efectos que ha tenido una cultura de consumo inmediato y desenfrenado. Hoy, si tienes hambre, pides comida por una aplicación. Cada vez existe menos tolerancia a las esperas que implica cocinar (asumiendo también que este frenesí social ha afectado considerablemente la cantidad y calidad de tiempo que tenemos para compartir con otros.
Sin embargo, pareciera que esta falta de paciencia ha inundado la política y los procesos mismos. Hoy es absolutamente extraño ver a un político preocupado por el mediano plazo, sino que es frecuente ver una histeria colectiva del mundo político por las polémicas diarias de Twitter. Y sabemos que la obsesión por la contingencia impide ver lo relevante de lo pasajero.
La necesidad de lo aburrido
Las Constituciones, entonces, tienen otra lógica de las deseadas en un mundo contingente. Las Constituciones son lentas, complejas y demoran en hacerse carne en los cuerpos legales e institucionales. Ninguna Constitución te dará acceso inmediato a la salud, hay que esperar su aplicación. ¿No será esta conciencia la que genera una desconfianza? O también, ¿no somos una sociedad que ha esperado incansablemente por cambios sociales? Quizás ni siquiera queremos esperar más.
Lamentablemente, el tiempo y su paso son inevitables y, por más que queramos, no podemos adelantar o acelerar procesos que requieren una mirada más amplia. Muchas veces, en pos de acelerarlos, terminamos haciendo mal las cosas.
Por esta razón, el escenario constitucional se ve complejo y quienes más réditos pueden sacar son, justamente, los populistas de siempre. Políticos que inventan soluciones fáciles, que demuelen casas pensando que eso soluciona algo o quienes enarbolan discursos ultraconservadores repletos de conspiraciones infantiles que no tienen ningún asidero en la realidad. Discursos fáciles y entretenidos para un mundo de la contingencia pero que, con el pasar del tiempo, veremos que no sirvieron para nada en términos prácticos.
Uno de los escenarios es que estos discursos se impongan con las consecuencias de empeorar la calidad de vida de millones de chilenos y chilenas. Esto no es un juego. Si queremos hacer una buena Constitución estamos llamados, de manera urgente, a apostar por un proceso reflexivo (quizás fome para algunos) pero que no levante banderas facilistas para tener likes en Twitter.
Al menos mi esperanza es que el desinterés permita tomarse un tiempo lento y escribir las bases de un Chile más próspero y solidario. Abandonar el juego de lo inmediato no es popular, pero -les prometo- es la urgencia más necesaria que tenemos.