Opinión
Paula Escobar: “En los temas de género he tocado puntos que no eran parte del columnismo dominical”
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“Mi inicio en el mundo de la opinión fue cuando empecé a escribir columnas en el Huffington Post. Escribí en español y en inglés y fueron en total como 50 columnas entre 2011 y 2016. También había publicado columnas en El Mercurio esporádicamente y me gustaba hacerlo.
En La Tercera empecé en marzo de 2020. Y claro, es muy distinto hacerlo una vez a la semana, que eso ya requiere una disciplina, también un método y un oficio que fui desarrollando para hacer este trabajo que ha sido muy entretenido y apasionante.
Soy bien metódica. Me puse la idea de los miércoles empezar a pensar y hacer una lista de temas que hasta ese día puedan convertirse en columnas, el jueves hacer un primer borrador y el viernes editarlo. Hay muchos temas, pero cuál elegir es una parte muy clave de una columna. Ordenarme de esa manera me ayudó a no tener el horror de la página en blanco del viernes a la hora de cierre.
También lo que hago es reportear harto con gente que sabe del tema, chequear bien los datos. Recopilo toda la documentación para tener todo muy a la mano.
Una vez que ya sé de qué se va a tratar la columna, me demoro una hora y media en el primer borrador y después otra hora u hora y media en editarlo. A veces, si es muy claro lo que quiero decir, me puedo demorar menos.
También me ha pasado que el viernes estoy a punto de entregar o pienso que ya estoy lista, y pasa algo y cambia todo. Y ahí lo cambio por otra columna, porque me parece que el tema que había elegido ya perdió importancia o porque hay otro que surgió.
En general mando la columna el viernes, aunque siempre puede haber algún dato que cambia. Una vez pasó que había escrito sobre la Lista del Pueblo y el domingo se publicó el perfil-entrevista a Rojas Vade donde confesaba que no tenía cáncer. Y alcancé a agregar eso, porque habría sido muy raro referirme a la Lista del Pueblo sin ese dato. Me preguntaban después ‘¿a qué hora escribiste la columna?’ pero fue una coincidencia”.
En La Tercera nos piden escribir para el día después de las elecciones. Se empiezan a saber los resultados como a las 7:00 y hay que entregar a las 10 de la noche. Entonces ahí hay un período muy corto, pero hago los mismos pasos: cuál de todos estos temas realmente siento que me motiva, me parece importante, tiene un interés para mí o tiene un lado que me parece menos explorado.
Creo que hay que tener mucho cuidado cuando vienen procesos eleccionarios, como ahora con el plebiscito, de jugar a los pronósticos, porque en general, y no digo que vaya a pasar esta vez, es difícil realmente anticipar lo que sucederá. Y no solo en Chile, sino en el mundo.
Está el caso del Brexit y del proceso de paz en Colombia, que tuvieron resultados súper distintos a las encuestas.
Eso creo que es algo que hay que tener siempre en consideración. Ver los escenarios posibles, pero no asumir nada.
Trato también de hacer el ejercicio de pensar más allá de los temas que todos los columnistas probablemente van a escribir este fin de semana. Y por eso, por ejemplo, el domingo pasado creo que fui la única que escribí sobre el proyecto de las 40 horas.
Me parece muy importante relevar el punto que en Chile se avance en asuntos que antes eran muy controvertidos y que hoy se han transformado en políticas públicas mucho más posibles, con apoyos más transversales y que son avances para muchas personas. O lo mismo con la ley de pago responsable de pensión alimenticia.
En los temas de género me doy cuenta que he tocado puntos importantes, no solo para mujeres, y que no eran parte de lo que estaba en la palestra en el columnismo dominical.
Tengo total libertad con mis columnas y eso lo agradezco muchísimo, salvo de repente cuando hay una elección puede haber una idea de coordinar que cada uno tome una arista.
Hay muchos columnistas que sigo y que me gustan mucho sus columnas. Desde luego Ascanio Cavallo, Daniel Matamala, Carlos Peña. Me gusta mucho también Thomas Friedman y Maureen Dowd, los dos son del New York Times. Son todos estilos muy distintos, y siento que no hay ningún estilo por el que yo diga: ‘esta es mi inspiración’.
Mis columnas son algo completamente genuino desde la persona que yo soy y cómo veo las cosas. Y en ese sentido todos los columnistas que nombré me parecen muy interesantes. También leo a la Josefina Araos, una voz desde la historia que se ha transformado en relevante.
El feedback es importante y yo recibo todo tipo de comentarios, positivos y negativos, que vienen hechos con fundamentos. Uno los acoge y siempre, sirven y ayudan. Ahora, otra cosa son las hostilidades, y eso es un terreno más complicado. En todo caso yo tengo una postura en redes sociales que es no contribuir a ese ambiente de hostilidad.
Y tampoco estar obsesionada con las redes sociales. Hay que mirarlas, pero hay que saber también leer otros espacios que no son las redes sociales y pautearse y reportear en la vida real”.