Opinión
Pia Mundaca y la CEP: "Las personas ven en las materias de seguridad una prioridad fundamental"
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El día jueves fue posible conocer los resultados de la última encuesta CEP, la que tuvo su trabajo de campo entre el 13 de abril y el 29 de mayo.
La encuesta presenta tres dimensiones muy interesantes que me gustaría destacar. En primer lugar, es persistente que las personas ven en las materias de seguridad una prioridad fundamental.
De hecho, ante la pregunta sobre los problemas que el Gobierno debiera dedicar mayor esfuerzo en solucionar la “delincuencia, asaltos y robos” ocupan el primer lugar, además de ser la preferencia que más aumentó en comparación con la medición anterior.
Será fundamental ir conociendo las distintas respuestas de política pública ante estas percepciones, sobre todo considerando que ha sido un tema en el que históricamente las respuestas han carecido de evidencia que las sustente y donde diversos actores políticos han buscando el rédito fácil mediante caricaturas.
Además, aquí se juega una línea de evaluación importante no sólo para el Gobierno sino que también para las posibilidades de éxito del Apruebo. Las opciones del plebiscito de salida tendrán que convivir con los desafíos que las personas que habitan nuestro país reconocen en su cotidianeidad, y la forma en que vean que son enfrentados.
En segundo lugar, la encuesta muestra una fuerte tendencia individualista, lo que hace aún más compleja la recepción de reformas que buscan diseñarse sobre principios de solidaridad. Lo anterior no lo digo para criticar este camino, sino que para destacar la necesidad de estrategias políticas que consideran esta variable y permiten la necesaria disuasión para avanzar con justicia y solidaridad.
Por último, la encuesta refuerza lo precaria que es nuestra confianza interpersonal, la que incluso ha empeorado en el tiempo. Sobre este último punto, hace algunos meses atrás el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) publicó un reporte sobre la confianza y lo fundamental que es para la cohesión social y el desarrollo.
El BID entrega diversos datos para graficar que América Latina es la región en donde menos se confía y donde el tema ha tenido poca respuesta desde la política pública, revertir este escenario en una tarea que no podemos subestimar, mucho menos en tiempos donde nuestra convivencia ha sido tan erosionada.
Cumbre de las Américas y migración
Una de las expectativas que había sobre la Cumbre de las Americas, finalizada recién este viernes, era la declaración que podría realizarse en materia migratoria, la cual fue posible conocer el día última día de la Cumbre.
Finalmente, veinte países fueron los que se sumaron a la declaración (no vinculante), en los cuales se encuentra Canadá, Estados Unidos, Chile, Colombia, entre otros.
Lo anterior evidencia lo desafiante que ha sido el fenómeno migratorio para los países de la región, donde la gran mayoría de ellos se ha convertido en un destino migratorio, posición que hace varios años atrás era fundamentalmente ocupada por los países del hemisferio norte.
Hoy muchos países de las Américas son receptores de flujos migratorios, lo que acreciente su interés de ser parte de estas coordinaciones y la necesidad de ampliar la conversación.
Hay que destacar que una dimensión fundamental de la discusión migratoria se vincula a las crisis políticas y económicas que han vivido tanto Haití como Venezuela, lo que ha tenido como consecuencia el éxodo masivo de sus connacionales.
Solo para dimensionar, desde el año 2014, 6 millones de venezolanos han dejado su país, y se estima que 5 millones de ellos han migrado a países de las Américas, donde Sudamérica ha recibido a la mayoría.
Uno de los compromisos que asumió Estados Unidos fue las opciones de financiamiento de desarrollo para los países que están siendo receptores de la migración, comprometiéndose a entregar 314 millones de dólares.
Andrew Selee, presidente del Migration Policy Institute, valoró la declaración como una oportunidad de poner en lenguaje común el desafío que significa la migración, así como también la posibilidad de reconocer opciones que permitan gestionar de forma más colaborativa los flujos migratorios de la región.
El desafío de esta declaración será la forma en que se materializará y la posibilidad de que tenga un impacto positivo en la manera en que la región se coordina ante la migración, algo que hasta el momento no ha sido logrado de buena manera.