Opinión
Victoria Paz: "Estamos al límite de la bifurcación entre avanzar por un camino positivo o cometer errores y volver a caernos"
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Hemos visto varias noticias económicas en los últimos días: la inflación logró por fin bajar de 10% interanual; el Banco Central dio a entender que podrían ser los últimos meses de mantención de la TPM en 11,25%; la canasta básica de alimentos tuvo una caída mensual de 0,5%; Hacienda mejoró la proyección de crecimiento de -0,7% a 0,3%; los hipotecarios llegaron a su tasa más baja en un año y el PIB del trimestre fue mejor de lo que se esperaba (la economía se contrajo 0,6% en enero-marzo, cifra mejor al -0,9% que había luego de conocerse el IMACEC de marzo).
¿Son noticias buenas? Al menos podrían clasificarse como no malas.
Pero estamos en una cornisa. Demasiado al límite de la bifurcación entre avanzar por un camino positivo o cometer errores y volver a caernos.
¿Y cuáles son los riesgos? El riesgo de un sexto retiro, no entregar a las pymes el soporte adecuado para enfrentar las exigencias de las nuevas leyes de 40 horas y salario mínimo, un desempleo que si bien no está en dos dígitos mantiene un alarmante 27% de informalidad, no incentivar o directamente desincentivar la inversión con reformas que no consideran que el país la requiere con urgencia para volver a tasas de crecimiento deseables.
¿Recuerdan esos libros en que en cada página se podía elegir un final distinto? Eso nos está pasando. Esperemos que quienes tienen el poder de las decisiones vayan a la página correcta.
No hay tema del que se haya hablado más estas semanas que el de las isapres. Algo que llama la atención es que rápidamente se establece un relato en que muchas instituciones y actores que han intentado aportar al debate terminan en el banquillo de los acusados.
En el tema isapres, si no estás en un 100% con la ley corta o tienes algún aporte a la propuesta: “estás a favor de un perdonazo y en contra de las personas”.
Esto ha ocurrido también en otras discusiones recientes: En el salario mínimo, cualquier opinión respecto de cómo afecta a las pymes o a la empleabilidad de sectores vulnerables te pone en el lado de los “en contra de los trabajadores”.
En el royalty, señalar preocupaciones sobre la competitividad te pone en el lado de “los contrarios al país y a las comunidades locales”. En la reforma tributaria, quienes alzaron la voz sobre ámbitos de preocupación, estaban “en contra de subir la PGU”. En algunas leyes de orden público, disentir lleva a un inmediato “está a favor de los delincuentes”.
Basar las discusiones de políticas públicas del país en slogans que dividen entre “buenos” y “malos” irremediablemente llevará a que aspectos básicos en los que debemos avanzar caigan en “pelota trancada”.
En términos de marketing político puede ser ventajoso por un momento, pero ya hemos tenido la demostración de que no nos ha llevado a ninguna parte. Cambiemos la estrategia y volvamos a las antiguas y no bien ponderadas “dato mata relato”, “negociar hasta que duela” y “política de los acuerdos”.