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Personaje

Adiós a Mario Vargas Llosa, en 6 voces

Adiós a Mario Vargas Llosa, en 6 voces

A pocos días de su muerte y tras un sinfín de homenajes, el escritor y Premio Nobel ha sido despedido con entusiasmo por su inmensa influencia literaria y su defensa de la democracia y la libertad. Aquí, su recuerdo desde distintas veredas: la hija mayor de Sebastián Piñera habla sobre la cercanía del autor con su familia; los intelectuales David Gallagher y Arturo Fontaine (quien viene llegando de su funeral en Lima) le dedican profundas palabras de amistad; la gestora cultural que lo trajo tres veces a Chile recuerda la emoción de su ciudad natal cuando lo acompañó a la donación de su biblioteca a Arequipa, mientras que el exrector de la UAI menciona una de sus últimas intervenciones en nuestro país. Desde España, la diputada del PP Cayetana Álvarez de Toledo narra cómo Maria Vargas Llosa se involucró en las manifestaciones contrarias al separatismo catalán de 2017.

Por: María José Gutierrez y Sofía García-Huidobro | Publicado: Sábado 19 de abril de 2025 a las 21:00
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Magdalena Piñera, presidenta Fundación Piñera Morel: “Cumplió los 81 años en Santiago, en la casa de mis papás”

“Me acuerdo cuando estaba en el colegio que Mario Vargas Llosa iba a mi casa, a principios de los ‘90. Uno sabía que era un escritor famoso, pero se fue haciendo cada vez más famoso. Recuerdo que en un almuerzo llegamos con mi hermana con una lista de peticiones. Él siempre bromeaba con eso. Se conoció con mi papá en 1989 en un viaje que hizo a Lima. Ahí él lo contactó y se juntaron a conversar por primera vez. Hay una amistad de al menos 35 años.

En 2010 (en el primer año del gobierno de SP), mi papá lo premió en La Moneda. Luego durante el segundo gobierno, Mario vino a Chile a dar una conferencia, y fue a almorzar con mi papá en el comedor de la entonces oficina de la primera dama. Le llevó de regalo 12 libros de él, autografiados uno a uno. Esos libros están en la biblioteca de la casa de mi mamá. Me acuerdo que en esa visita pasaron por la oficina de la Presidencia y estaban compartiendo una foto de ellos más jóvenes. Se reían porque era una foto sin canas.

Varias veces vino a Chile y alojó en la casa de mis padres, con Patricia (Llosa), su mujer. Después nos invitó a Madrid a celebrar sus 80 años, y fuimos los tres: mi papá, mi mamá y yo. Nos invitaba mucho a sus actividades, fuimos varias veces a Madrid. Había una relación muy cercana con él, con Patricia y con Álvaro.

Cuando mi papá iba de candidato por segunda vez en 2017, Mario hizo un premio de defensa de la libertad y la democracia de parte de su fundación FIL (Fundación Internacional para la Libertad) y se lo entregó en un evento que hicimos en la Casa Central de la PUC. Ellos tenían una relación cercana de admiración mutua y de mucho humor. En estas comidas en su casa se hablaba de temas súper interesantes, pero a la vez eran simpáticas, donde todos participábamos. Eran comidas divertidas.

Mario Vargas Llosa cumplió los 81 años en Santiago, en la casa de mis papás. Tenemos una foto de él con la torta. Se vieron por última vez en Miami en octubre de 2023, pocos meses antes de que mi papá muriera”.

David Gallagher, fundador de Asset Chile: “Era mucho más mundano que el común de los escritores”

“Conocí a Mario Vargas Llosa en 1967 en Londres. Él estaba viviendo en esa ciudad y yo poco después era profesor de Literatura Latinoamericana en Oxford. En esa época había varios escritores latinoamericanos viviendo allá, entre ellos Octavio Paz y Carlos Fuentes. Lo que une una amistad es cualquier cosa: el tiempo, la comida, la literatura, el estado del mundo, la política.

Años después, Patricia (Llosa, su mujer) tomó la iniciativa de armar estos viajes en Perú —a las ruinas precolombinas de Choquequirao, Chavín, Cuélap, entre otras— y a Europa. Recorrimos juntos Normandia, Siena, Marruecos, Cuenca (en España), Rusia, una vez arrendamos un barco y anduvimos por las Islas Baleares. Eran viajes de amistad, con unas cuatro o cinco parejas. Con el grupo de Perú, viajamos también a San Pedro de Atacama y después visitamos a Douglas Tompkins en el sur.

A Mario le interesaba mucho la política. Lo conocí muy de izquierda, admirador de Fidel Castro, y se fue decepcionando. Ahí se empezó a meter en el liberalismo clásico, a leer a Karl Popper y a Friedrich Hayek, y se convirtió en liberal. A mí, y a mucha gente en esa época, nos pasó lo mismo.

A Mario le encantaba la política. Era totalmente opuesto a Pinochet. En los ‘90 se encantó con la forma como siguió el modelo económico en Chile. Él admiraba mucho a Ricardo Lagos Escobar, y era cercano a Sebastián Piñera. De hecho, cuando Piñera salió electo la primera vez, le hicimos un evento de apoyo cultural en la Biblioteca Nacional con Jorge Edwards, Roberto Ampuero, Arturo Fontaine y Mario. Él siempre preguntaba por Chile. Hablamos mucho del estallido, le preocupaba que el país se había desviado de lo que habíamos sido, que se había perdido el consenso.

Nos vimos por última vez en junio del año pasado en Madrid. Pero a esas alturas él ya pasaba más parte de su tiempo en Perú. Lo que era increíble de Mario como amigo es que, a diferencia de muchos escritores que no les gusta más que hablar de literatura, él era muy poco especialista: podía hablar de comida, de viajes, del tiempo. Era mucho más mundano que el común de los escritores. Era una persona increíblemente generosa —era imposible pagar una cuenta con él—, era levantador y apoyador de la gente, tenía un tremendo sentido del humor, una risa llana, con ganas, súper simpática. Y era muy encantador. Me quedo con su inteligencia, su escritura, su amabilidad, su cariño, su afabilidad”.

Arturo Fontaine, escritor y filósofo: “Nos hicimos amigos casi de inmediato”

“A veces nos escribíamos o hablábamos por teléfono. Pero la gran mayoría de nuestras conversaciones fueron en vivo. Sobre todo, conversábamos largo en los viajes que hacíamos casi todos los años con un grupo de amigos. Patricia era la gran organizadora de esas excursiones. Nos conocimos creo que el año 1989, en Santiago. Fue a través de David Gallagher. Y nos hicimos amigos casi de inmediato. Era un tipo amistoso, jovial, un conversador entretenido y con gran sentido del humor.

Recuerdo comidas en restaurantes, en los comedores de los hoteles y en casas. Por ejemplo, la noche de Pascua del 2002 nos comimos un pavo con Patricia y Tamara en nuestro departamento en el barrio de Providencia. Ellos iban rumbo a Tahiti porque Mario estaba escribiendo El Paraíso en la otra esquina (2003) y quería seguirle la pista a Gauguin. Investigó in situ su vida, era uno de los personajes centrales de esa novela.

Le gustaba mucho comer. Le encantaba el lomo saltado y el chupe de mariscos. También los vinos españoles, tempranillos del Duero o de La Rioja, los escogía él mismo y se ocupaba de llevarlos en los viajes.

Su funeral fue íntimo y sobrio. Se siguieron sus instrucciones. Había mucha tristeza entre sus familiares y amigos. Patricia y Morgana se veían adoloridas y exhaustas. Se fue una personalidad extraordinaria. Deja un hueco inmenso. A la vez, nos dejó tantas cosas, tantas obras extraordinarias. Pensaremos en él a través de ellas”.

Cecilia Guzmán, socia fundadora de G-V: “Nunca se le olvidó su origen”

“La primera vez que lo conocí fue en Madrid, en 2015, en su departamento en la calle Flora, en el centro histórico, donde vivía con Patricia Llosa, quien además de ser su mujer -y mamá de sus hijos-, le llevaba la agenda. Viajé con Carolina Ibáñez, directora de la Fundación Chile+Hoy, para convidarlo a exponer en La Otra Mirada. Nos recibió en ese departamento antiguo, de ventanales grandes, lleno de libros, ubicado cerca de la Plaza Santa Ana, en el Barrio de las Letras.

Después me tocó ir a la celebración de sus 80 años en un hotel en Madrid, un evento con unas 500 personas, donde estaban sus amigos, los de Isabel Preysler y muchas figuras del mundo de la literatura y de las ideas de la libertad. Ahí él dio un discurso y habló del amor.

Tres veces lo trajimos a Chile: dos para exponer en La Otra Mirada y una en el seminario de Picton. La última vez que lo fui a ver fue en 2022, antes de traerlo nuevamente al país. Fuimos con Matías del Río a la casa de Isabel Preysler, en el barrio de La Moraleja. En esa ocasión habló de su adolescencia y contó que escribía las cartas de amor que un compañero suyo de la escuela militar le mandaba a su enamorada. Fue una conversación muy linda. Él era una persona extremadamente cálida y cercana, muy sencillo. Nunca se le olvidó su origen.

También me tocó ir a Arequipa, a acompañarlo en la donación de su biblioteca a su ciudad natal, junto a un grupo cercano a la Fundación Internacional para la Libertad. Entre los que estábamos allí, estaban el presidente Luis Lacalle Pou y Magdalena Piñera. Fue una experiencia muy especial. Lo que más me impresionó fue esa parte de su discurso en la que dijo: ‘Aprender a leer ha sido lo más importante que me ha pasado en la vida’. Así de simple, así de profundo”.

Cayetana Álvarez de Toledo, diputada (PP) en España: “Mario fue un español ejemplar”

“Entablamos una relación estrecha por ahí por el año 2013-2014, cuando un grupo de intelectuales y políticos decidimos crear la asociación Libres e Iguales para defender a España constitucional frente al movimiento independentista catalán. Entonces le pedí que se sumara. Vargas Llosa fue un español ejemplar (en 1993 obtuvo la nacionalidad española sin renunciar a la peruana). Más defensor de la España constitucional y democrática que muchos políticos e intelectuales nacidos aquí.

Será siempre recordada su participación en la manifestación del 8 de octubre de 2017 que fue crucial para frenar el golpe separatista en Cataluña. Después del golpe de Estado del 1 de octubre, en medio de un estado de conmoción general llamé a Mario y le dije: ‘Necesitamos tu presencia. Nadie como tú para hacer eco de este movimiento fuera de nuestras fronteras’. Él tenía que viajar a recibir un premio a Moscú, pero lo canceló. ‘Por supuesto, ahí estaré’. Nos juntamos en la estación de trenes en Madrid y viajamos juntos en el AVE a Barcelona. Mario con su habitual humildad y generosidad, desprovisto de parafernalia. Él adoraba Barcelona, fue una ciudad muy importante en su vida literaria donde vivió años de gran efervescencia cultural. Ahí trabajó con Carmen Balcells, su célebre agente literaria.

En el tren repasó su discurso, lo iba leyendo. Al llegar recorrimos la ciudad en coche, en medio de la manifestación masiva. Se subió a la tribuna e intervino de una manera deslumbrante. Él no fue sólo un coloso de las letras, fue un gigante moral. Siempre contrario al nacionalismo como ideología, representante de la civilización en medio de la barbarie. Mantuvimos una estrecha relación en adelante y compartimos en actos tanto en España como defendiendo la democracia y la libertad en América Latina. Mario no conocía sectarismo, no era víctima de la polarización, ni de lógica de trincheras, su mirada era noble. Fue un hombre eminentemente cordial. Se le identifica con la palabra libertad y la igualdad, pero fue también alguien muy fraternal.

Cuando me destituyeron como portavoz parlamentaria, mis amigos y familiares me escribieron en tono pesimista. Él me llamó: “Cayetana, qué maravilla de noticia, qué contentos estamos, nunca pensamos que durarías tanto”. Su voz era la del hombre en la arena (de Theodore Roosevelt), un optimismo combativo que se cae, se sacude el polvo y lucha con una sonrisa porque lo mejor está por venir. Eso era Mario y ese es su legado”.

Harald Beyer, exrector UAI:“No me escuchaba a la perfección, y sin embargo improvisó grandes respuestas”

“Junto a la académica Antonia Viu conversamos con Mario Vargas Llosa en septiembre de 2022. Fue en el marco de un encuentro en la UAI (universidad de la cual Beyer era entonces rector). En ese viaje se comentaba que ya se le notaban los años a Mario, pero en realidad estuvo muy despierto y reflejó toda su pasión por la literatura. A modo de anécdota, recuerdo que usaba audífonos y el aparato que estaba de mi lado no funcionaba bien. Entonces cuando yo le preguntaba, no me escuchaba a la perfección, y sin embargo improvisó grandes respuestas”.

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