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Personaje

José Luis Del Río: “Esta propuesta constitucional es menos programática que la que se rechazó, que bordeaba la locura”

José Luis Del Río: “Esta propuesta constitucional es menos programática que la que se rechazó, que bordeaba la locura”

El empresario cree que aunque esta propuesta constitucional es menos programática que la anterior, lamenta que el grupo ganador intentara imponer una visión de la sociedad que no interpreta a todos los chilenos, “con suerte al 30% o 40%”, opina. Si se aprueba, dice, por lo menos sería una Constitución surgida en democracia.

Por: Azucena González | Publicado: Sábado 4 de noviembre de 2023 a las 21:00
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La carrera empresarial de José Luis Del Río Goudie arrancó cuando recién nombrado en la gerencia de Derco, uno de los socios de la firma lo había mandatado a cerrarla. Él tenía 28 años, y estando en la década de los ‘70, se le ocurrió, en vez de bajar la cortina, darle nueva vida a Derco, con un proyecto disruptivo: traer autos japoneses, los Suzuki, dando vida a un grupo empresarial automotriz.

En 1982, su padre y él comprarían Sodimac; luego, José Luis del Río fue actor protagónico en la fusión de esta compañía con Falabella, firma de la que es director; fundaron después Friosur; y hoy, dirigiendo el Grupo Inder, este empresario tiene también participación en diversos negocios (la acerera Aza, Tecno Fast y Alto).

En su faceta más pública, el empresario -sin militar nunca en un partido político- fue parte de los Empresarios por el No, opositor a Pinochet, y en la actualidad, dice, participa en Amarillos, porque quiere “contribuir a que este país se una, poniéndose de acuerdo en lo esencial”.

Hoy, el empresario, de 77 años, accedió a hablar, preocupado por la Política “con mayúscula”, recalca. “Veo con preocupación el futuro social, económico y político de Chile. Nos hemos ido entrampando en discusiones, debates estériles, sin encontrar soluciones de consenso a los complejos problemas que nos aquejan. Más que tener partidos, tenemos facciones, grupos de interés de todo tipo, donde cada uno trata de sacar ventajas para su grupito, en vez de intentar lograr grandes acuerdos nacionales. Y cada facción con sus propios díscolos”, advierte.

Del Río rememora que en el gobierno anterior hubo un problema de profundo malestar de la población, necesidades no satisfechas y crisis política, que se apreció en el estallido de 2019. Lamentablemente, dice, “seguimos teniendo esos problemas”.

“Algunos creen que el ánimo es hoy incluso peor que antes del estallido. Tan deteriorada está la política que en la última elección presidencial la alternativa del balotaje fue entre dos extremos, uno derecha y otro de izquierda. El centro desapareció. Lamento mucho que no se generaran alternativas de centro derecha y de centro izquierda, como teníamos en tiempos mejores, y como funcionan las democracias más efectivas en el mundo. Es una lástima que el centro esté tan desaparecido, tan ausente”, apunta.

- ¿Tiene opinión formada sobre el texto final del Consejo Constitucional?
- No he seguido de cerca este proceso. Me aburrió un poco tanta discusión chica y también la actitud inicial del grupo ganador en la elección de consejeros, de querer pasar aplanadora. Es una lástima no haber aprovechado el gran consenso nacional que hubo con el rechazo al proyecto anterior, por ser demasiado refundacional, identitario, ideológico y de unos detalles y minucias increíbles, que no caben en un buen texto constitucional.

- ¿Se repitieron los errores?
- Una buena Constitución sólo debe fijar las reglas del juego para que puedan funcionar bien las instituciones, los poderes del Estado, la política, los derechos sociales, más allá de las mayorías circunstanciales. En vez de eso, el grupo ganador de nuevo intentó perpetuar en la Constitución la visión de su propia mayoría circunstancial. Es una posición bastante ideológica hacer una Constitución programática, intentando imponer una visión de sociedad que claramente no interpreta a todos los chilenos, con suerte a un 30% o 40% del país. Los expertos entendieron mejor lo que el país requería en materia constitucional.

- ¿En qué discrepa del texto?
- Hay que reconocer que esta propuesta constitucional es menos programática y detallada que la que se rechazó el 4 septiembre del 2022, la que, en mi opinión, bordeaba la locura. Estoy leyendo el nuevo texto, por lo que no puedo adelantar muchos detalles. Lamento su maximalismo, su excesiva extensión, entrando en detalles que corresponden a decisiones de políticas públicas que se debieran tomar en el futuro y que no pueden quedar amarradas en una Constitución. Lamento que no se haya intentado más seriamente obtener un consenso amplio. Entiendo que la izquierda fue la más cerrada al final del proceso a conversar y llegar a acuerdos. Se dice que iban por el todo o nada, preparando su campaña para el En Contra. Sí valoro que esta propuesta realiza un buen aporte para reforzar el sistema político y los partidos, evitando la fragmentación actual que dificulta acuerdos y la gobernabilidad.

- ¿Qué camino ve si gana el En Contra?
- En los dos casos estaremos regular, pero ninguno es tan dramático. Si se rechaza, no deberíamos intentar un nuevo proceso. La ciudadanía está cansada e indiferente a esta continua discusión constitucional. Si se aprueba, sería por lo menos una Constitución aprobada democráticamente, lo que es positivo, aunque tenga omisiones importantes y puntos que no debieran estar en una Constitución. Tengo la esperanza de que el quorum establecido permita reformar algunos de los puntos valóricos incómodos para muchos, o no adecuados. El extremo de eximir del pago de contribuciones a la vivienda principal, y otros.

Eso sí, deberemos estar alertas y observar con cuidado las reformas constitucionales que se hagan en el Congreso, sobre todo cuando se trate de reformar el sistema político y electoral, que quedó bastante bien para evitar la fragmentación partidaria. Es improbable que los propios incumbentes tengan la suficiente generosidad y grandeza para establecer reglas electorales y de atribuciones que no los favorezcan. Es como dejar al zorro cuidando el huerto. Siempre es bueno cerrar el debate, aunque no se haya redactado la mejor Constitución. Me da mucha lástima que no haya sido posible acordar un texto más de consenso y que pueda ser aprobado por una amplia mayoría en el plebiscito. Eso daría tranquilidad al país y dejaría el tema cerrado por muchos años.

- ¿El nuevo texto es mejor que la Constitución actual?
- Una buena Constitución debe ser simple, concisa, austera y prolija. Y sólo establecer los derechos fundamentales de las personas y las reglas del juego para que opere el Estado. Cuesta decidir entre dos alternativas que tienen imperfecciones, mucho de más y omisiones importantes. Y detalles que son más bien para decisión legislativa o programas de gobierno. Pero “es lo que hay”, como se dice, y son las alternativas a votar. Quizás habrá que ser pragmáticos y usando la teoría del mal menor, analizar bien y votar por la menos mala, que preliminarmente creo es el A Favor.

- ¿Valió la pena hacer frente al estallido con esta discusión constitucional?
- Más allá de los grupos violentistas, el estadillo social sacó a la luz la insatisfacción generada por un progresivo deterioro de la calidad de la política y la economía. El gobierno del Presidente Piñera estuvo a punto de caer el 2019. Recordemos cómo toda la ultraizquierda y parte de la izquierda lo exigían públicamente. Si eso hubiera sucedido, habríamos caído en una anomia y anarquía total. Con el “Acuerdo por la Paz”, firmado por todos los partidos de la oposición, incluyendo al diputado Boric y con la sola excepción del PC, respiramos aliviados, pensando que era la solución apropiada al grave problema institucional. Yo también quedé más tranquilo.

- ¿Pero hoy, en retrospectiva?
- No sé si fue una oportunidad perdida o quizás una ilusión. Una nueva Constitución no era el remedio apropiado para la enfermedad profunda que afligía a la mayor parte de la ciudadanía, que tiene necesidades en salud, pensiones, sensación de abusos, educación y seguridad. Los políticos dijeron en ese momento que “la única posibilidad de abrir un camino para salir de la crisis pasa por una nueva Constitución”.

Hoy ese proceso en el que llevamos cuatro años tiene poco que ver con las urgencias sociales de la población. Una Constitución no se hace cuando un país está en medio de una crisis, con dos sectores tan polarizados y enfrentados. Se hace después de esas crisis y con la iniciativa de grandes líderes políticos que unan al país. El acuerdo de la Moncloa en España fue firmado por todos los partidos políticos españoles, incluido el PC con Santiago Carrillo, y con la dirección de dos grandes líderes, Adolfo Suárez y Felipe González.

Nosotros también tuvimos un momento de unidad nacional durante el decenio 2000-2010. Quizás fue un error de la clase política y del Presidente Lagos, cuando se hicieron las reformas a la Constitución del 80, no cerrar con un plebiscito. Se hubiera legitimado y no estaríamos en esta discusión.

- Hay un debate en torno a si los gremios deben dar su postura en el plebiscito…
- Puede que mi respuesta pueda provocar molestia en algunos. Obviamente que no es función de los gremios participar en política partidista. Hay empresarios de todos los signos, muchos de centroderecha, algunos de centroizquierda y varios de centro. Yo he sido siempre de estos últimos. Creo en la libertad económica y política, sin restricciones. Me opuse siempre a la dictadura de Pinochet.

Creo firmemente en el valor de la empresa privada y en el emprendimiento, el principal motor de desarrollo y crecimiento económico y social. Por estas razones me gusta mucho la posición equilibrada que ha tenido Amarillos durante la discusión constitucional. Aprecio su generoso objetivo político de contribuir a que logremos un gran acuerdo nacional sin aspirar a ninguna posición de poder.

- ¿Pero es perjudicial que la manifiesten?
- Es demasiado importante para dejársela sólo a los políticos. Me refiero a la Política con mayúscula. En los grandes temas, a dónde va el país o cuáles son las prioridades, los empresarios tenemos una voz importante que aportar, al igual que todos los sectores de la sociedad. Es bueno que los empresarios participemos en política, pero a un nivel superior. La colaboración público-privada, para destrabar los cuellos de botella del corto plazo, pero también para avanzar en temas que trascienden al gobierno de turno, como las energías limpias y el hidrógeno verde.


“Se podría subir la tasa marginal superior del global complementario del 40%, lo que afectaría a los empresarios y sueldos altos, pero no a las empresas”

- ¿Cuál es su visión del Gobierno?
- Sinceramente, creo que al actual Gobierno le falta. No puedo evitar decir que le falta conocimiento, experiencia, manejo. Es un grupo de jóvenes idealistas, pero sin experiencia. Que pensaron que era fácil hacer los cambios que anhelaban y ahora se están encontrando con la dura realidad. Administrar el Estado requiere experiencia y profesionalismo.

- ¿Pero ve alguna evolución?
- Por suerte el Presidente Boric, que es de los que más entiende esta dificultad, ha ido dejando con menos participación a su grupo más cercano y refundacional del Frente Amplio. Me alegro de que haya introducido al Gobierno a personas del socialismo democrático e independientes con más experiencia, los ministros Tohá, Marcel, Montes, Cordero, Van Klaveren, y otros, que están haciendo un aporte indispensable. Espero que el Presidente siga en esta senda de realismo, de abrirse a la dura realidad y que tenga un discurso cada vez más claro y orientador, porque lo veo a veces titubeante, de repente dice una cosa, después otra contraria.

- ¿En qué es titubeante?
- Algunos ejemplos: la seguridad en la Araucanía, la política del litio, llamando a la inversión, pero luego el Estado como mayoritario. Hay temas urgentes en muchas áreas que deben ser abordados ya. Creo que no basta con hacer lindas declaraciones, hay que tener además profesionalismo, manejo. Como dijo Cristián Warnken en su muy buena columna “Chile se llama ahora”, hay temas urgentes en muchas áreas que deben ser abordados ya, con eficiencia y efectividad, y no pueden las autoridades de gobierno seguir dando sólo buenas explicaciones y lindos discursos, en vez de enfrentar la urgencias con rigor y oficio. Un ejemplo puntual: la situación que están sufriendo los estudiantes en Atacama es simplemente inaceptable.

- ¿Qué está entrabando el crecimiento?
- El ideal sería volver a crecer al 5% o 6% anual, como lo hicimos en las dos décadas virtuosas después del retorno a la democracia. Hoy estamos, como tendencia, en un mediocre 2%. Este año será cero. La demora en otorgar los permisos y la cantidad de restricciones que hay que pasar para concretar una inversión es absurda. Se ponen problemas a toda iniciativa privada, en vez de fijar normas permanentes, claras y simples, con el necesario resguardo del medio ambiente, el patrimonio histórico y los asentamientos humanos. Pero un proyecto no puede demorarse ocho a 10 años en ser aprobado y con el riesgo de judicializarse después de la aprobación.

- ¿Qué medidas procrecimiento faltan?
- Primero, una reforma del Estado que lo haga eficiente, con personal de planta, profesionales y bien remunerados. Todos los candidatos prometen modernizar el Estado, pero lo primero que hacen al llegar al Gobierno es colocar a miles de personas de confianza política. Varios en cargos de asesorías y administración para los que no tienen preparación y que difícilmente conseguirían trabajos con esas remuneraciones en el sector privado. Contrario a los neoliberales, prefiero un Estado fuerte, efectivo y profesional, no tan grande y que no consuma parte importante del presupuesto de la nación. Así, los recursos fiscales pueden destinarse a salud, educación, pensiones, seguridad, vivienda.

- ¿Qué norte ve para la reforma tributaria?
- Es necesario acordar una reforma tributaria y un acuerdo fiscal de largo plazo. No tengo dudas de que se necesitan más recursos para atender las necesidades sociales. Pero debe ser una reforma que permita volver a tasas altas de crecimiento. Para eso hay que favorecer el ahorro y la inversión de las empresas. Una de las formas más efectivas es bajando la tasa de impuesto de primera categoría, lo que se puede compensar con subir los impuestos a las personas, además de eliminar muchas exenciones que se mantienen sólo por presiones sectoriales y políticas. Los que ganan sueldos más altos o retiran más dividendos deben pagar más. No hay que castigar el ahorro, porque es clave para la inversión.

Hay que distinguir entre las empresas y los empresarios. Muchos personeros importantes de extrema izquierda y algunos de la centroizquierda tienden a confundirlos. Las empresas no son personas naturales. Son un colectivo de accionistas, trabajadores, ejecutivos, clientes, proveedores y comunidades, y son la principal fuente de ahorro e inversión, ahora muy disminuida por las sucesivas subidas del impuesto corporativo desde el 2010. Le encargué un estudio al economista Ángel Cabrera, para que estimara cuánto afecta el ahorro de las empresas a la inversión nacional. Determinó que tiene una elasticidad negativa de 1,3. O sea, si bajamos la tasa de impuesto de primera categoría en un 1%, el PIB aumenta en un 1,3%. Le sigue más atrás el stock de activos de las AFP, con una elasticidad positiva del 0,5%.

- ¿El ministro Marcel tiene espacio para insistir en alguna propuesta que contemple mayores tributos?
- Pienso que todos los que tenemos ingresos debemos pagar impuestos. Se podría subir la tasa marginal superior del global complementario del 40%, lo que afectaría a los empresarios y sueldos altos, pero no a las empresas. Y además trasladar, paralelamente, la escala de impuesto marginal, para que todos paguemos: un poco los que ganan poco y mucho los que reciben mucho. Hoy en Chile una persona que recibe un sueldo mensual de $ 2 millones no paga casi nada, apenas $ 50 mil.

- ¿Cuál debiera ser el rol de los empresarios ante esta discusión?
- Veo al ministro Marcel con intención seria de buscar un acuerdo, y creo que los empresarios tenemos que ayudar a lograrlo. Ese acuerdo debe contener medidas efectivas procrecimiento, actuar decididamente en la permisología, y aprovechar de manera ágil las oportunidades que tenemos en litio, energías limpias, hidrógeno verde, entre otros. Y también una reforma tributaria que recaude más, porque es necesario para atender muchas necesidades sociales.

Pero que al mismo tiempo facilite e impulse un vigoroso crecimiento económico y un aumento de la productividad, estancados desde hace muchos años. Me atrevo a hacer un llamado directo a los empresarios grandes, medianos y pequeños, a que apoyemos un buen acuerdo y pacto fiscal procrecimiento a través de nuestras empresas y representantes en los gremios, e influir en los partidos políticos, porque tenemos que favorecer la búsqueda de acuerdos. El mejor momento de desarrollo económico y social de nuestro país fue entre el 1990 y el 2010.

Se lograron grandes acuerdos políticos entre gobierno y oposición, recién recuperada la democracia. Produjo tasas de crecimiento económico y desarrollo social nunca antes vistas y reducción de los niveles de pobreza desde 40% hasta 8%. Es indispensable mejorar la calidad de la actividad política para tener acuerdos y con eso retomar una senda de crecimiento y desarrollo como en esos años.

- ¿Cómo pronostica los próximos años para Chile?
- El mundo ha cambiado mucho desde la pandemia y con la creciente rivalidad chino-americana. Las cadenas globales de producción y de valor están cambiando y no muy claramente a favor de Chile. No tenemos las ventajas del nearshoring, como México, y el crecimiento de China va a bajar. El mundo se va a poner más difícil para Chile. Otro tema: la grave inseguridad que vivimos en Chile en los últimos años. Es una derrota del Estado de Derecho. Al crimen organizado que se instaló entre nosotros, es necesario responder con un Estado organizado, eficaz y decidido.
Veo con esperanza la agenda prioritaria de seguridad que discuten el Gobierno y el Parlamento. Pero lo central es respaldar a las policías, reponer el sentido de autoridad frente al delito. En esto el Gobierno tuvo un muy mal comienzo. La llegada de Carolina Tohá al Ministerio del Interior fue una buena noticia.

- ¿Cuáles debieran ser las prioridades para la segunda etapa de gobierno?
- El Presidente debiera esforzarse para buscar un crecimiento importante de la economía. Cuenta con un muy buen ministro de Hacienda, condición necesaria, pero no suficiente. Requiere de colaboración de sus pares ministeriales, la que a veces parece ausente. Los próximos años serán mediocres si no mejoramos la calidad de la política y no logramos concretar luego un acuerdo en las reformas económicas. No pierdo la esperanza de que seremos capaces de llegar a un buen acuerdo si todos colaboramos con generosidad y pensando en el bien superior de Chile, tal como en otras crisis en el pasado. 


Falabella y el nuevo gerente general: “Vamos a sorprender al mercado”
- ¿Cómo ha visto el desempeño de Falabella en los últimos meses?
- Tan malo como en los últimos años, para serle franco. Es imposible cambiar y girar un buque tan grande y con 90 mil trabajadores en poco tiempo. Pero tengo una gran esperanza. Con los cambios producidos van a venir tiempos muy buenos para esta gran empresa.

- ¿Cómo ve la proyección de la compañía hacia adelante?
- Muy bien, pero va a costar recuperar el ritmo de crecimiento. Porque, insisto, es un buque muy grande. Pero de aquí al mediano plazo, Falabella va a volver a ser la tremenda empresa que fue. Va a volver a brillar. Esa es la esperanza que tengo. Y yo por lo menos voy a trabajar lo que sea posible para colaborar en eso. Ha afectado mucho también la situación de la demanda interna, la orgía de gasto con los retiros y los IFE que tuvimos en el gobierno pasado y el ajuste brutal que tenemos ahora.

- ¿Cómo está el animus societatis?
- Bien. Las cosas se conversan con franqueza y llegamos a decisiones convenidas. Enrique (Ostalé) lo ha hecho muy bien y estamos por encontrar un nuevo gerente.

- ¿Cómo va esa búsqueda?
- El proceso va bien encaminado. Creo que vamos a sorprender al mercado.

El legado que deja Alfonso Swett

Pensó ser sacerdote y filósofo. Terminó estudiando Ingeniería comercial. Fue director de Forus -entre otras varias compañías-, presidente del comité ejecutivo de Clapes UC, líder de la CPC entre 2018 y 2020 y director de la fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre (AIS).

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