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La cruzada mapuche de Luis Felipe Gazitúa, el presidente de CMPC
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Fue el 29 de octubre en la comunidad Marileo, en Lautaro, Región de La Araucanía. Luis Felipe Gazitúa, presidente de la CMPC, vestido con una camisa blanca y un pantalón beige, toma la palabra. Saluda a los presentes en mapudungún, y agradece estar ahí también en la lengua ancestral. Después de la ceremonia donde junto a Desafío Levantemos Chile inauguraron una solución de agua potable para 40 familias de esa comunidad, una machi realizó una rogativa alrededor del canelo -árbol sagrado del pueblo mapuche- con Gazitúa incluido en el círculo.
Primero fue una carta en El Mercurio en abril de este año. Después vino una presentación ante la Unión Social de Empresarios Cristianos; otra entrevista esta vez en La Tercera; un conversatorio que se puede ver en Youtube con más de 11 mil visitas con el senador Francisco Huenchumilla; y la semana pasada en el Encuentro Nacional de la Agricultura.
En todas ellas, Gazitúa dice algo que ha remecido al ambiente empresarial y particularmente a los que operan en la zona mapuche. Aunque para otros es algo obvio: “La sociedad chilena tiene una deuda con el mundo mapuche que tiene que ver esencialmente con una cosa muy central, que es su dignidad”.
Pero la cruzada mapuche de Gazitúa tiene historia. En agosto de 2016, cuatro meses después de que asumió la presidencia de la empresa en reemplazo de Eliodoro Matte, el Gobierno de Michelle Bachelet armó una comisión asesora liderada por el obispo de Temuco, Héctor Vargas. La única empresa que aceptó la invitación fue CMPC.
En los seis meses de reuniones participó el periodista Guillermo Turner, gerente de Asuntos Corporativos y Sustentabilidad de Empresas CMPC y también presidente de Fundación CMPC. Turner aparece firmando el documento final de 45 páginas que tenía como requisito que todas las propuestas que allí se plasmaran debían ser aceptadas por unanimidad.
De allí salieron propuestas como el reconocimiento constitucional de los pueblos originarios, crear un fondo de reparación para las víctimas de la violencia en La Araucanía y escaños para representación de los pueblos indígenas en el Congreso. Y CMPC estuvo de acuerdo.
Los parlamentos
En CMPC dicen que el trabajo con las comunidades aledañas a sus plantaciones e instalaciones industriales viene de siempre. Solo que antes no se hacía tan público ni tampoco se hablaba sobre temas más políticos, y que al final es lo que tiene que ver con la solución al problema de fondo en La Araucanía. No es un tema solo de violencia -la que CMPC ha salido a rechazar siempre-, sino de reconocimiento y de escuchar lo que las comunidades quieren.
Y eso empezaron a hacer desde 2017. De las más de 300 comunidades que la Papelera tiene alrededor de sus predios e instalaciones en el país, con cerca de un 5% no lograba tender puentes de diálogo. Y era justamente en esos territorios donde más hechos de violencia acaecían.
Fue a esas comunidades donde apuntó la gestión de Gazitúa y era el mismo Turner el que llegaba a intentar un diálogo. Así, por ejemplo, empezaron a trabajar con una docena de comunidades alrededor del lago Lleu Lleu, principalmente en las comunas de Tirúa y Cañete.
Quienes conocen de esas tratativas cuentan que se daban en un restaurante en el centro de Cañete. Allí, en un espacio repleto de gente de la comunidad y sus respectivas autoridades y voceros se desarollaban las reuniones que seguían una dinámica clara: por un par de horas, hablaban todos los que querían, contaban sus historias, descargaban sus problemas con el Estado, con CMPC, con otra empresa, hablaban de su pobreza y marginación, de los prejuicios también.
Después, el representante de la empresa tenía que dejar a la comunidad a solas, mientras deliberaban. A la vuelta, le informaban: los comuneros habían aceptado volver a reunirse y parlamentar, a la usanza del 1800, cuando el pueblo mapuche se sentaba a la mesa con los españoles. Y eso fue varias veces, con varias comunidades, pero en pleno siglo XXI.
Hoy, el lago Lleu Lleu es uno de los más limpios de Sudamérica, y alrededor se generan varias actividades turísticas dirigidas por mapuche. Además, está repleto de árboles nativos plantados en su orilla. Muchas de las comunidades se han insertado en las instalaciones de CMPC, como operarios, transportistas o en los viveros de la empresa.
Algo parecido ocurrió con la histórica recuperación de una ruta fluvial en el rio Imperial, en Carahue, en La Araucanía. Hoy hay estaciones fluviales y en un barco se van visitando comunidades y emprendimientos turísticos de las mismas comunidades.
No tiene que ver con tierras
Si se siguen todas las intervenciones de Gazitúa, hay dos mensajes claves: CMPC necesita la materia prima para operar, no el terreno. Y segundo, no puede trabajar rodeado de pobreza. Esos dos son los objetivos que se trazaron. Y todo compartido y aprobado de forma entusiasta y con la mirada atenta, cuentan cercanos, por la familia Matte y el directorio de la firma.
Después del caso colusión del papel tissue, y de tantos y reiterados ataques incendiarios a sus instalaciones, había que dar un giro. Pero en serio: no tiene que ver solo con dar trabajo, sino de ir generando confianzas, recalcan.
Y ya han visto resultados. En la temporada pasada tuvieron menos cantidad de incendios, y hoy hay operación en terrenos donde antes necesitaban resguardo policial. Ahora no.
Pero en el largo plazo, están en plenas conversaciones con las comunidades para que tengan sus propias plantaciones y que se las vendan a CMPC.
Cuando Francisco Huenchumilla era intendente de La Araucania preparó un documento y dentro de las cosas que dice es que el mundo forestal ya está instalado en la zona, y muchas comunas y comunidades viven de ello, por lo que el problema de las forestales no es la tierra, es el insumo. Si las forestales tuvieran seguridad de suministro de terreno, les daría lo mismo tener o no paños a su nombre, decía Huenchumilla.
Y lo que señala Luis Felipe Gazitúa es eso mismo.
Incluso tiene una explicación financiera: si se comparan rentabilidades de empresas productoras de celulosa en el mundo, la industria chilena tiene niveles de rentabilidad más bajo que, por ejemplo, Europa, quienes en general no tienen tierra con plantaciones propias, sino que solo compran el insumo a terceros. Y es que claro, la rentabilidad en los libros contables de un árbol plantado y que se cosecha en 18 años, es nula por 17 años. Las conversaciones en ese sentido avanzan, aunque todavía estamos lejos de esa experiencia en Chile.
Otra de las alternativas que ha planteado CMPC es que los predios donde están sus árboles puedan tener otros fines productivos, como pastoreo para animales de comunidades vecinas, o incluso ceder una parte para que tengan plantaciones agrícolas.
Los yanaconas
La cruzada de CMPC no ha estado exenta de críticas. En un encuentro “3xi” en Villarrica en 2018, además de Gazitúa estuvo Bernardo Matte, sentado en la misma mesa con dirigentes mapuches calificados como “duros”, y alcaldes de comunas de la zona.
Después de ese encuentro, un dirigente de los contratistas forestales acusó que los Matte se juntaban con “los malos” y no con ellos, que eran los que sufrían las quemas de camiones. En tanto, en el mundo empresarial y gremial ha pasado algo similar, pero más discreto y no ha habido un respaldo explícito a la labor que hace la Papelera. Algo que Gazitúa ha denominado “silencios elocuentes” en La Tercera. Eso pasa, creen en su entorno, porque algunos confunden la cruzada mapuche con no estar condenando la violencia, lo que no es tal.
Pero dentro de las comunidades también ha habido rivalidades. Las más extremas llaman “yanaconas” a aquellos dirigentes que se sientan a conversar con ejecutivos de CMPC. En el 1800, yanaconas eran los mapuche que trabajan con los españoles. Incluso, se han registrado violentas amenazas a dirigentes de comunidades.
“Nosotros somos responsables de varias de las muertes que han habido de gente del mundo mapuche que han sido muertos por sus congéneres por venderse al sistema productivo institucional. Eso es muy grave”, dijo Gazitúa en el Enagro de la semana pasada.
Eso hace que a algunas comunidades les cuesta subirse a mesas de trabajo. Con las que están en torno al Lago Lanalhue, por ejemplo, ha pasado eso.
Pero aunque cueste más, ha dado la señal de que no van a retroceder. Es más, ya han habido acercamiento con las facciones más duras del pueblo mapuche. Ejecutivos de la CMPC han tendido puentes con la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), por ejemplo, o con Temucuicui, en las que hasta ahora no ha participado Luis Felipe Gazitúa. Pero hay que cruzar ese puente.
Las rucas y el curso de mapudungún
Gazitúa ha revelado en público y en privado, que él no es el mismo de antes. Y la visión que tenía de las comunidades ha dado un giro en 180 grados.
Pero ese cambio de chip no lo ha hecho solo. El año pasado, en Los Ángeles y ante una masiva asistencia, el periodista mapuche Pedro Cayuqueo realizó una charla sobre la cultura, historia y demandas del pueblo.
Lo mismo ocurre desde hace tiempo en el estadio de Los Ángeles, donde cada 21 de junio se celebra el año nuevo mapuche o We Tripantu. Allí, los más altos ejecutivos de la compañía acompañan a las autoridades del pueblo ancestral en sus rogativas para que el año entrante sea mejor.
Este año siguieron con una serie de cursos sobre cultura y lengua indígena realizados por la consultora Exponencial. Y aprovechando la pandemia, fue virtual, y en él participaron tanto Luis Felipe Gazitúa como Francisco Ruiz-Tagle, el gerente general de la firma. De ahí Gazitúa aprendió buena parte de lo que dijo en su discurso en Lautaro hace unas semanas.
También, y en varias ocasiones, ha asistido personalmente a comunidades y se ha sentado a conversar, a escuchar largas historias en rucas y ha ido a comer cazuelas a casas de dirigentes.
El año pasado la compañía en conjunto con la comunidad desarrolló un documento llamado “Propuesta Mapuche”, se lee en su reporte anual 2019, que profundiza el trabajo en temáticas importantes para las comunidades, como es el caso del desarrollo productivo, cultura, tierras, agua e infraestructura. Ese documento es la hoja de ruta de lo que en la compañía han denominado un proceso de “mapuchización de CMPC”. Y esto está recién comenzando.