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Personaje

La llegada de Gina Ocqueteau a la presidencia de SQM en seis actos

La llegada de Gina Ocqueteau a la presidencia de SQM en seis actos

Es, desde esta semana, la nueva -y primera- presidenta de SQM. Llegó por una votación dividida, con respaldo del bloque Ponce-Kowa, en una jugada que sorprendió incluso dentro del directorio. Ahora enfrenta su mayor desafío: liderar la mesa de una minera estratégica, en medio de un acuerdo con Codelco bajo cuestionamiento político transversal. Acá, su historia en distintos episodios: el vínculo con los hermanos Ponce, sus inicios vendiendo chalecos y los tropiezos que también marcaron su trayectoria.

Por: Mateo Navas | Publicado: Sábado 31 de mayo de 2025 a las 21:00
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Día D

Fue sorpresivo. Para la empresa, para el mercado y, según quienes estuvieron ahí, también para algunos directores. La escena ocurrió en la mañana del martes 27 de mayo, durante una sesión ordinaria de directorio en el sexto piso del edificio de SQM en El Trovador, en Las Condes. Primero se revisaron los resultados del primer trimestre, el comité de directores, auditorías y otros asuntos de rutina. Luego, Gonzalo Guerrero -presidente de la mesa desde 2022- anunció su renuncia y, a continuación, propuso como sucesora a Gina Ocqueteau Tacchini, quien había ingresado al directorio en 2022. La votación fue dividida, pero suficiente. Ocqueteau quedó al mando. En esa misma línea, Patricio Contesse Fica dejó la vicepresidencia. Su reemplazo: el mismo Guerrero. La balanza volvió a inclinarse hacia el bloque Ponce-Kowa.

Según ha comentado en privado, Gina Ocqueteau -60 años, tres hijos- se enteró de su nombramiento en la misma sala de directorio. No sabía, aseguran quienes la conocen, que Gonzalo Guerrero pondría su nombre sobre la mesa, aunque algunos dudan de esa tesis. Tampoco anticipó que los representantes de Tianqi, el socio chino de SQM, votarían en contra. Aun así, levantó la mano por sí misma. Desde entonces, habla del nuevo cargo con entusiasmo: ha dicho a sus cercanos que conoce la hoja de ruta, entiende el mapa de stakeholders, que domina los números. En particular, ha seguido de cerca el proyecto más estratégico de la compañía: la alianza con Codelco para extender la operación en el Salar de Atacama hasta 2060. Desde SQM explicaron que el cambio no responde a coyunturas, sino a una política interna que establece rotación en la presidencia cada tres años. Cercanos a Ocqueteau -fan de Pearl Jam, los viajes y la armónica- dicen que escuchó sobre esa norma en enero. Otros, que nunca estuvo del todo clara.

Así, sin mayor aviso externo, SQM -una de las empresas más relevantes del país- renovó la cúpula de su directorio. Desde ahora, será liderado por Ocqueteau: enfermera de formación, convertida en emprendedora, directora y, como ella misma se ha definido, “mentora” de firmas tecnológicas. La noticia se propagó rápido. A los pocos minutos de publicado el hecho esencial, su teléfono empezó a vibrar. Mensajes, llamadas, correos. Fueron más de 1.500, ha contado. Todavía no los responde todos. Uno de los primeros en escribirle fue Máximo Pacheco, presidente de Codelco y figura clave en el acuerdo entre ambas mineras. También lo hizo el exdirector de Soqui, Antonio Schneider. Esa noche, antes de volver a su casa, pasó a ver a sus padres, que viven a pocas cuadras de las oficinas de la empresa y con quienes mantiene una relación cercana.

Ocqueteau no tardó en asumir el nuevo rol. De inmediato actualizó su cargo en LinkedIn y compartió el anuncio en redes sociales. Al día siguiente, miércoles, retomó su agenda habitual. Tenía sesión de directorio en Enel Chile, en las oficinas de la compañía italiana ubicadas en el Mercado Urbano Tobalaba. Ahí también hubo cambios: Giuseppe Turchiarelli dejó la presidencia y será reemplazado por Gianluca Palumbo, actual gerente global de construcción, operación y mantenimiento de Enel Grids.

Los Ponce

Aunque fue designada directora por Pampa Calichera -la sociedad ligada a Julio Ponce Lerou, cuyo directorio integran tres de sus hijos: Francisca, Alejandro y Daniela Ponce Pinochet-, Gina Ocqueteau no mantiene vínculo con la familia. Ni cercano ni distante, ha dicho. Coincidió con Julio Ponce hace más de una década en una actividad ecuestre y volvió a cruzarse con él y con Francisca en el seminario 2024 de BTG Pactual. Pero no ha vuelto a verlo en las oficinas de El Trovador ni en Apoquindo 4800. Su nombre, eso sí, le aparece con frecuencia en terreno. Especialmente entre los trabajadores más antiguos, que lo llaman “don Julio” y relatan anécdotas de los años en que lideraba la minera.

Con quien sí ha compartido espacios más frecuentes es con Eugenio Ponce, hermano de Julio y actual asesor de la compañía. Para algunos, es el nexo y la voz de su hermano dentro de la firma. Es, además, uno de los empleados más antiguos de SQM: más de cinco décadas en la minera lo han convertido en una de las voces técnicas con mayor experiencia. No integra el directorio, pero ha participado en ocasiones -según quienes conocen su rol- cuando se discuten temas específicos. Tiene oficina propia, se mueve con bajo perfil y prefiere los pasillos a las salas formales.

A Ocqueteau le incomoda la asociación con Julio Ponce. Pero hay algo que, en su nuevo cargo, le inquieta aún más: las filtraciones. Cree que cierta información debería permanecer dentro del directorio. Un ejemplo reciente: el que se haya conocido, con detalle, cómo votó cada integrante en su nombramiento como presidenta.

La hora del taco

Gina Ocqueteau entró a estudiar Enfermería en el Campus Oriente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Eran 25 alumnos en total. Se tituló en 1984 como la mejor de su promoción. Poco después se integró a la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS) como enfermera jefa en la sede de Arica. Lideraba a un equipo de 15 personas. Fue ahí donde la gestión administrativa empezó a llamarle la atención. Se matriculó en cursos vespertinos de administración y, con los años, fue sumando diplomados. Hoy suele decir que tiene nueve, además de un MBA. Estuvo 30 años en la ACHS, donde ocupó distintos cargos y recorrió varias ciudades.

En ese periodo impulsó una de sus campañas más conocidas: “La hora del taco”, que promovía el uso de calzado plano entre trabajadoras para reducir accidentes. La idea, dicen conocedores, surgió tras ver a las ejecutivas de Nueva York que caminaban por la calle con zapatillas, especialmente en los trayectos entre la casa y la oficina. La ironía, dicen quienes trabajaron con ella, es que a quien más le costó implementar la política fue a la propia Ocqueteau: siempre ha sido conocida por sus tacos altos.

Tras dejar la ACHS en 2015, Ocqueteau repartió su tiempo entre emprendimientos, clases y una intensa agenda de eventos y redes. Fue también el inicio de su vínculo con la Asociación de Emprendedores de Chile (ASECH), donde coincidió con figuras como Alejandra Mustakis, Mauricio Russo y Juan Pablo Swett. Entró al directorio en un momento complejo: 2019, en plena efervescencia social. Y luego vino la pandemia. Le tocó gestionar Fogapes, armar redes de apoyo y tender puentes con ministros y empresarios.

La experiencia le gustó y quiso seguir. Para la siguiente elección del directorio, Alejandra Mustakis la propuso como sucesora en la presidencia de la ASECH. Pero no tuvo la misma suerte que en SQM. Perdió frente a Marcos Rivas y quedó fuera de la mesa directiva. Después de eso, concluyó que dicha asociación se había transformado en un espacio más político que emprendedor. Junto a otros exmiembros, impulsó la creación de una fundación, enfocada en recuperar el foco original: fortalecer el ecosistema de pequeñas empresas.

Gina, la minera

Aunque es enfermera de profesión, Gina Ocqueteau ha estado cerca del mundo minero. Mientras trabajaba en la ACHS, vivió desde adentro el caso de los 33 mineros atrapados en la mina San José. En ese momento era gerenta de marketing de la asociación y coordinó parte del despliegue comunicacional junto a Alejandro Pino, una de las caras visibles del operativo. Su tarea fue capitalizar mediáticamente un evento que capturó la atención global: cientos de periodistas en el campamento, transmisiones continuas, marcas intentando asociarse. Durante semanas, gestionó llamados de empresas que ofrecían productos, donaciones y servicios. Todas querían estar ahí.

En medio del operativo, le encargaron una tarea urgente: confeccionar equipamiento corporativo de la ACHS para todos los involucrados. En tiempo récord. Recurrió a lo que tenía cerca: tres talleres de emprendedoras en Maipú, Puente Alto y Pirque. Ahí mandó a hacer los buzos y bolsos personalizados. Cada prenda llevaba nombres: los 33 mineros, Sebastián Piñera, Laurence Golborne, Cecilia Morel. Pensó en enviarlos por avión, pero era arriesgado. Si se perdía una caja, el error sería público. Cambió de plan. Mandó todo por tierra, en un camión de caballos, con uno de sus hijos al volante y su polola como copiloto. Rumbo a Copiapó.

Chalecos, colegios, juguetes e inversionista

Camina rápido. Siempre lo ha hecho. Quienes la conocen dicen que es sociable, que sabe vender y que no le cuesta levantar la mano -ni en el directorio ni en un seminario- para tomar la palabra.

Su primer negocio fue con chalecos. Tenía 15 años cuando empezó a recorrer los pasillos de los Dos Caracoles, en Providencia, ofreciendo sweaters sin mangas. El impulso fue casual. Caminaba por el centro comercial cuando alguien la detuvo para preguntarle dónde lo había comprado. No tenía respuesta, pero sí una idea. Volvió a su casa, le pidió ayuda a su mamá -que no tejía- para replicarlo. Mandó a hacer unos cuantos, volvió a ofrecerlos y vendió. Se quedó con las ganancias.

Quienes la conocen dicen que parte de ese instinto le viene del padre, Julián Ocqueteau, ingeniero civil y exdirector de Obras Aeroportuarias durante el gobierno de Salvador Allende. Pero también hay un origen más íntimo: siempre le gustó la ropa. Su abuela fue modista y confeccionaba vestidos de novia. Se dice que es “trapera”; que le gustan los zapatos, las carteras, las telas y el diseño.

Después de los chalecos vinieron otros proyectos. Mientras vivía en Arica y trabajaba en la ACHS, fundó un jardín infantil llamado Tutumpin -“árbol que da flores”, en aymara- y, poco después, ayudó a crear el Colegio Andino, junto a un grupo de profesionales locales. Fue su primera experiencia institucional. Pero no todo resultó igual de bien. Su peor negocio, comentan cercanos, fue Ecoplay, una marca de juguetes que lanzó junto a Alejandra Valdés. La idea era revivir clásicos en clave sustentable: caballitos de palo, casas de madera, coches sin plástico. Todo artesanal, todo ecológico. No eran los tiempos.

Tras dejar la ACHS, armó dos nuevas empresas. La primera, Crosscheck, enfocada en soluciones tecnológicas para la seguridad dentro de una compañía. La segunda, WayGroup, dedicada a simuladores de realidad virtual para entrenar y prevenir riesgos laborales. De esta última salió hace poco. ¿La razón? Tenía contratos con la ACHS y, al postular al directorio de la entidad, prefirió evitar cualquier conflicto de interés. Además, comentan desde su entorno, sentía que su ciclo ahí ya estaba cerrado.

También ha invertido en startups. Una de ellas es GT Metabolic, enfocada en combatir la obesidad mediante tecnología médica. En ese proyecto trabaja junto al doctor Julián Varas, cirujano de la Pontificia Universidad Católica y referente en innovación en salud.

Acuerdo SQM-Codelco

Su principal misión como presidenta es empujar la implementación del acuerdo entre SQM y Codelco, anunciado en 2023 y estructurado durante 2024. El pacto -que contempla una nueva sociedad para explotar el Salar de Atacama hasta 2060- hoy enfrenta resistencias transversales. Con la carrera presidencial en marcha, figuras como Evelyn Matthei han llamado a revisar sus términos, mientras que Jeannette Jara se ha manifestado directamente en contra. A eso se suma una comisión investigadora, impulsada tras críticas públicas al proceso, y una disputa técnica -y también política- que tiene enfrentados al grupo Errázuriz, Eduardo Bitran y Jorge Quiroz en columnas, cartas y foros.

¿Cuál será la estrategia de Ocqueteau frente al ruido político? Quienes siguen de cerca el proceso apuntan a una narrativa que desmarque el acuerdo del interés exclusivo de SQM. El foco: presentar la alianza como una oportunidad país. Sí, la minera extiende su presencia en el salar hasta 2060, pero también se abren mayores ingresos para el Estado, un nuevo modelo de gobernanza y más control público sobre un recurso estratégico.

De todas formas es un acuerdo que aún necesita tomar forma. Todavía no se ha definido el nombre de la nueva sociedad, aunque ya han circulado -y se han descartado- algunas opciones preliminares, como “Novo Andino Lithium”. Ocqueteau tiene pendiente una reunión con Máximo Pacheco para alinear los próximos pasos. Han conversado, pero por ahora no hay fecha confirmada.

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