Personaje
La ruta empresarial de Daniel Daccarett: de limpiar canaletas y barrer cunetas a aspirar al “globo”
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Miércoles 17:30. Daniel Daccarett llega al Centro Nace, de BCI, y no pasa de incógnito. Los emprendedores que a esa hora trabajan allí, se le acercan, lo saludan, le comentan en qué están, le hacen preguntas.
Y es que este empresario es considerado como un referente en el mundo del emprendimiento en Chile. Hace años partió con el “asado emprendedor” en su casa, como una iniciativa informal entre amigos, para conectar negocios, lo que derivó en Emprende Tu Mente (ETM), un gigantesco ecosistema impulsado por este empresario, que tendrá su evento anual este jueves y viernes. Con ese telón de fondo, Daccarett accedió a relatar su propia historia de negocios, plagada de emprendimientos de todo tipo.
Limpiar canaletas, el primer negocio
Nacido en Santiago, Daniel Daccarett Imbarack (55 años) es cuarta generación de inmigrantes llegados de Belén, y creció en una familia de clase media. Su padre Rogelio, hoy de 94 años, tenía una fábrica de telas en Vicuña Mackenna, de nombre Textil Daccarett, que hacía tejido de punto y tenía sala de ventas.
“Toda la vida, de chico, trabajé en la fábrica. Iba a hacer los cambios de turno con mi papá, sábados y domingos”, relata. Eso le abrió el gusto por hacer negocios y por trabajar desde muy joven, en paralelo a sus estudios en el Colegio Manquehue.
“Tenía buenas notas, pero mala conducta. Hacía leseras: robarse la campana, el libro de clases. Como era hiperquinético, el colegio supo canalizar bien toda la energía que yo tenía. Me mandaban a dar la vuelta al pabellón, corriendo. Y llegaba raja. Otro colegio, hoy te echa. Y dan remedios”, dice.
De promedio 6,5 y bueno para las matemáticas, desde los 10 a 12 años tuvo innumerables negocios con los que “siempre tuve plata”, relata. Y para los que incluso, con la ayuda de su madre, Sonia, hacía folletos a máquina para promocionarlos.
“Limpiaba las canaletas de las casas de los vecinos. Barría las cunetas. Lavaba autos por el barrio. Estampaba poleras. Vendía la ropa de mi papá. Para la Navidad me ponía en el estacionamiento en Vicuña Mackenna a vender juguetes Jockey Toy, en la vereda. En la feria de Manquehue, vendía llaveros, cinturones. En los veranos, con el hilo de la fábrica, hacía huaipe y lo vendía en 10 de Julio”, describe.
El intercambio
y la macroeconomía
En tercero medio, y a instancias de su padre, se fue a un intercambio a Estados Unidos, al colegio Forbush High School, de Greensboro, Carolina del Norte, en una zona que era fuerte en industria textil, pensando en que luego iba a trabajar en la fábrica familiar.
“Aprendí inglés, me americanicé, y me enseñaron a programar, la primera conexión que tuve con los computadores, y la tecnología. Me gustaron los gringos, el país, y me di cuenta cómo todos los cabros trabajaban mientras estaban en el colegio. Todos trabajaban. Un país distinto”.
El ímpetu por trabajar pronto hizo que ya de regreso y al salir del colegio, quisiera estudiar una carrera técnica de administración, para que fuera corta y entrar al mundo laboral, porque además en esa época su padre había tomado la representación de la ropa californiana Hang Ten, muy vinculada a la industria del surf. Pero su padre le insistió en la universidad, y entró a Ingeniería Comercial en la U. de Chile.
“Me costó la carrera. Me cuestan las cosas abstractas. Las curvas de macroeconomía. Tuve que elevar solicitud, la hice tres veces. En cambio, administración se me daba fácil. Y el marketing”, dice sobre su carrera, en la que coincidió con Agustín Solari (ex Falabella), Cristián Skholt (socio en Vendomática) y Jorge González (gerente de Inder), entre otros.
Empleado con
cotona en Big John
Su primer trabajo fue en Errol’s, cadena de renta de videos que luego sería comprada por Blockbuster. “Era taquilllero en esa época”, dice, y ya titulado de ingeniero, llamó al dueño, Juan Pablo Correa, quien estaba armando una nueva cadena: Big John. Así, su primer trabajo formal, con sueldo, fue de cajero en un local, en Lyon con Carlos Antúnez, “de cotona blanca”, especifica. “Acepté porque él era choro y quería trabajar con él, pensaba ‘quiero hacer negocios como él’”, rememora Daccarett sobre Correa.
Tiempo después, Correa le confidenció que le dio el trabajo porque se confundió y pensó que era Víctor Daccarett. En Big John, dice, se fogueó en cosas como abrir las tiendas a las 6 AM, los robos, contar monedas, cuadrar caja, hacer inventarios, poner precios en flejeras, “todo lo que no te enseñan en la universidad”, apunta. Hasta que llegó a ser gerente comercial.
El paso por Europa y
el nacimiento de Globe
“Todos mis compañeros empezaron a postular a MBA y yo también, a Estados Unidos. Pero no me fue bien. No quedé”, confidencia. No obstante, Daccarett se fue igual. Sacó una tarjeta para acceder a precios preferenciales en albergues y partió a instalarse en uno en Miami Beach, y buscó trabajo. Encontró en un bar, Clevelander, que todavía existe, de copero.
Su objetivo era aprender más inglés, “y porque quería encontrar un negocio y traérmelo. Me leía las páginas amarillas, porque ahí estaban todos los negocios en orden alfabético”.
Luego trabajó en UDrive, un rent a car, lo que le permitió viajar por todo Estados Unidos, movilizando autos. Estando en NY, enganchó con otro aviso: “Viaja gratis a Inglaterra”, que consistía en viajar sin maletas, pues la firma en cuestión las ocupaba para enviar carga.
Eso le abrió el paso a Europa. Y estando en Barcelona, tomó contacto con una cooperativa que fabricaba balanzas de pesaje para comercios, negocio que cuajó con un socio chileno, Domingo Castaño, a quien ya conocía porque cuando Daccarett estaba en Big John, con este empresario había negociado que los panes Castaño se vendieran en los locales.
Ahí fundaron, en 1993, Globe, para representar a la española Mobba en este negocio de balanzas, en participaciones 90% para Castaño y 10% Daccarett. ¿Por qué el nombre Globe? “Me gustaba: globo, internacional. Hacía sentido. Iba a traer cosas de afuera, cuando acá no llegaba nada”, responde.
El negocio siguió con balanzas para que las personas se pesaran, las que se propagaron por las farmacias, como autoservicio, y que funcionaban con monedas. Luego vinieron los teléfonos públicos de la también hispana Azkoyen, que Daccarett los vendía y les daba el servicio técnico de mantención a todas las telefónicas de la época en Chile (Telefónica, Telsur, Telesat, etc). Y de ahí vino el nexo con las máquinas vending: Vendomática, que en 2013 le compró a Raúl Markmann. Ahí los socios de Daccarett son Cristián Skholt y Álvaro Bascuñán.
El gigante hoy
En paralelo, Globe siguió evolucionando. Con la prestación de múltiples servicios BPO -cuya traducción al español es la subcontratación o externalización de procesos de negocio-, la firma se desarrolló y hoy es una gigante que presta múltiples servicios a autopistas, Metro, EFE, entre muchas industrias: partió con el Metro, en la venta de tickets.
Y junto con el cambio del negocio, evolucionaron también los socios de Daccarett. En una época estuvo solo. Luego entró el fondo Austral (en 50% y 50%), y más tarde aún -y hasta hoy- Daccarett cohabita con Jaime Godoy, que también es el gerente general, y Pelayo Covarrubias.
En el detalle técnico, Globe es una compañía de integración de sistemas en los sectores de infraestructuras, transportes, ferroviarias y soluciones para ciudades en Smart City e IoT. Además, presta múltiples servicios de externalización de procesos de negocio, en autopistas, Metro, EFE, entre otros. Lo que partió con el Metro con la venta de tickets, ha derivado en la actualidad en operar el 50% de carga subterránea. En la integración tecnológica de sistemas entrega soluciones de ITS, peajes, señalización ferroviaria, Smart City y soluciones de pago para el transporte y servicios operacionales en más de 1.000 km de autopistas, correspondientes a seis concesiones, básicamente interurbanas.
El negocio que se internacionalizó y el que no funcionó
El mundo de Daccarett en lo que toca negocios personales lo completan Global Metrics, también fundada por él y que se dedica -vía tecnología y tablets en punto de venta-, a medir la satisfacción de clientes, un servicio que había visto en el aeropuerto en Singapur. Allí tiene socios: Bruno Caffese, Agustín Solari y Felipe Rozas. La firma está en Chile, Perú, Colombia, Estados Unidos, y quieren abrir México.
Además, en la Patagonia, Daccarett participa en el lodge Lago Largo, en sociedad con Salvador Said y Alan Farcas (los tres Endeavor). Además, Daccarett es director externo (no socio) de Prontomatic y de su filial Intertrade, representante de Maytag.
También tuvo una fábrica de cremas de aceite de emú, Novaskin. “Compraba el aceite en un criadero de emú en Rapel”, cuenta, “pero nos fue como el forro. Estuvimos regalando crema cuatro años a los amigos. Es una industria difícil de entrar”.
El emprendimiento, ETM y los mensajes a los emprendedores
Pese a lo construido a nivel empresarial, Daccarett es tajante: “No me gusta hablar de plata. No es lo más importante. Lo más importantes es cómo uno se proyecta y se impacta en la sociedad. Y la disciplina en el trabajo”, dice el empresario que sin dejar de lado sus actividades, se dedica a ETM, cuyo evento, del original asado en su casa, creció este año a siete hectáreas en Parque Bicentenario y prevé 30 mil participantes.
Insiste en que la plata nunca fue un móvil. “El móvil es hacer cosas entretenidas”, dice, lo que conlleva, eso sí, mucho trabajo. “Yo llegaba a trabajar a las 4 o 5 AM. En mi oficina, que estaba en General Holley, me encontraba con amigos que venían saliendo del carrete. Esto es disciplina”, dice.
Y aconseja en el mundo actual: “Hoy hay que ir por el ebitda, no por la valorización. Las valorizaciones que se hacían hace dos años atrás de las compañías eran gigantescas, y los fondos apostaban por el crecimiento, achuntarle, y podías estar perdiendo plata tres años. Hoy las empresas tienen que mostrar flujos, ventas. Los emprendedores pivotean mucho su negocio original. Eso quiere decir que no le achuntaste con el negocio. Es quemar plata. Hay que hacer el trabajo de a poco, simple y que genere plata. Tiene que traducirse en venta y ebitda”, refuerza Daccarett, quien no ha sido inversionista ángel, precisamente porque está en ETM. “Soy súper libre”, refuerza.
¿A quién más admira de Chile en emprendimiento? A Raúl Alcaíno, de Resiter. “Él habla de sustentabilidad hace 30 años, adelantado al mercado, gigante y entregado a su país”, responde.