Personaje
Los mundos opuestos de Enrique Correa: Hablan los autores de su biografía no autorizada

Los mundos opuestos de Enrique Correa: Hablan los autores de su biografía no autorizada
Luego de ocho años de investigación, los periodistas Andrea Insunza y Javier Ortega publican Enrique Correa. Una biografía sobre el poder. Es un recorrido por los 79 años de este político y lobista, sobre quien existen visiones encontradas. Un personaje complejo, como lo definen los autores. Su rol como ministro estrella de Aylwin, sus negociaciones en casos como MOP-Gate o platas políticas, sus asesorías a empresarios y su vínculo con la Iglesia son algunos de los capítulos incluidos en el libro en el que Correa decidió no participar.
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Lo miraban con desconfianza. Incluso con cierto desdén. Hasta entonces, inicios de los ‘90, Enrique Correa era un militante de izquierda -había saltado recién del MAPU al PS-, que había estudiado Filosofía en la UC, que había estado exiliado, que vivió clandestino y que, para el plebiscito de 1988, había sido un activo dirigente por el NO.
Cuando fue nombrado vocero del gobierno de Patricio Aylwin, lo cual lo sacó del anonimato, varios arrugaron la nariz. Los militares, los empresarios, la derecha. Los que desde allí le concedían un poco de mérito, lo apodaban “el pebre”: “picante, pero bien preparado”, decían. Con el tiempo, sin embargo, esas mismas orillas tan críticas le abrirían un espacio para que él desembarcara con soltura.
Ésa es una de las historias del libro Enrique Correa. Una biografía sobre el poder, recién publicado por editorial Catalonia con la Escuela de Periodismo UDP. Sus autores son los periodistas Andrea Insunza y Javier Ortega, con amplia experiencia en reporteo político, directores de la productora periodística Un día en la vida y que ya habían escrito libros de investigación de largo aliento, como Bachelet. La historia no oficial (2005) o Legionarios de Cristo en Chile. Dios, dinero y poder (2008).
Para el nuevo libro trabajaron ocho años e hicieron 200 entrevistas. Es un recorrido por los 79 años del protagonista. Su niñez y adolescencia en Ovalle -muy ligado a la Iglesia, vínculo que nunca abandonaría-, su precoz militancia en la Juventud DC, su año como seminarista en Santiago, su giro a la izquierda para formar el MAPU, el quiebre que significó el golpe militar, el exilio en Moscú y en la RDA, su regreso clandestino, su ascenso a ministro estrella en el primer gobierno de la transición democrática, sus contradicciones, su militancia tardía en el PS, su retiro de la política formal pero su intenso trabajo con los gobiernos de la Concertación, su habilidad para estar en los espacios de decisiones de poder, el salto a ser consejero de empresarios y luego poderoso lobista, entre otros episodios repartidos en 555 páginas.
Los autores coinciden en que Correa es un personaje complejo, y dicen que -lejos de juzgarlo o tomar partido entre las visiones encontradas sobre él- ellos trataron justamente de comprender esa complejidad. “Nos pasamos estos años tratando de entender a Correa”, reconoce Andrea Insunza.
- ¿Y lo lograron?
- Bastante. Pero no pudimos conversar con Correa, él decidió que no. Prefirió restarse.
Insunza y Ortega lo visitaron en mayo de 2024, con el libro bien avanzado, en su empresa Imaginacción. Le pidieron formalmente su testimonio. Él pidió unos días para responder. Finalmente, “de una manera muy respetuosa”, precisa la autora, Correa declinó participar.
Conversador
- Después de lo investigado, ¿cómo definirían a Fernando Enrique Correa Ríos?
- Andrea Insunza (AI): Primero, un político muy influyente y muy talentoso. Segundo, un personaje que ha construido una historia pública que es mezcla de verdad y mito. Tercero, alguien que con esta carrera política de 60 años o más ha sido testigo y protagonista de hitos en un largo arco de la historia de Chile; particularmente en dos grandes historias muy relevantes: la relación de la DC con los partidos de izquierda; y el cambio de mano del poder desde lo que él llama el poder formal -el circuito tradicional, el Estado, los partidos- al poder real, circuito más informal donde están los empresarios, el dinero y sus muchas formas de influir en el debate público.
- Javier Ortega (JO): Lo definiría como un político muy atípico y muy difícil de entender. Si para otros políticos la influencia es un medio, para Correa es un fin en sí mismo y la disfruta así.
- El libro detalla su niñez y adolescencia en Ovalle. ¿Qué del Correa de esos años formadores él nunca perdió?
- (JO): La influencia de su madre, que era muy cariñosa con él. Él se desvive por ella hasta que ella fallece en 2019. Su madre viene de orígenes bien de abajo, y Correa hasta hoy reivindica con orgullo esos orígenes. Dice que viene de abajo, que no es parte de la elite, que nunca quiso serlo y creo que hasta hay un cierto desprecio por quienes reniegan de sus orígenes humildes.
- (AI): Lo otro es el arrojo de quien le gusta el chuchoqueo. Correa era un niño con sobrepeso, que tartamudeaba y sin embargo tenía la personalidad como para postularse al centro de alumnos, donde sufrió su primera derrota política. Cosa que creo también lo llevó a entender que ser el número uno no es indispensable.
- Eso persiste en su ruta posterior: sentirse más cómodo en un segundo peldaño y operar desde ahí.
- (AI): Sí. Además en esa época la política era muy retórica, muy de discursos, muy de atraer a las masas y movilizarlas, y esa no era su fortaleza. La suya es conversar y escuchar al otro, ponerle atención para descubrir qué lo va a movilizar.
- (JO): El cara a cara es muy importante para él, y en ese sentido la Juventud Escolar Católica fue una escuela de poder para él. Correa es un seductor consumadísimo, ya desde pequeño.
- Correa transita mundos. Se aleja, se acerca, se adapta. Puede seguir siendo católico y definirse marxista leninista. ¿Eso le da más libertad de movimiento, amplitud de repertorio?
- (JO): Sí, además Correa nunca rompe con los mundos que deja.
- (AI): Es una persona que vive la realidad. O sea, él puede ser católico y marxista leninista porque conoce personas en las que esas dos cuestiones conviven, porque la realidad lo permite. Él viene de un mundo complejo. Viene de esa clase media baja, ovallina, pero donde la realidad muchas veces es más rica que en los mundos de las clases más altas, donde estos cruces no son confesables o no pueden ser públicos. Él es un hombre de la realidad y eso le permite esa flexibilidad.
"El cara a cara es muy importante para él, y en ese sentido la Juventud Escolar Católica fue una escuela de poder para él. Correa es un seductor consumadísimo, ya desde pequeño", dice Ortega.
- En el libro alguien lo define como “un converso empedernido y reiterativo”. Él lo transforma en activo político. ¿Pero cuáles son los costos?
- (AI): La crítica pública. Ciertos observadores lo consideran oportunista y lo han criticado por eso hace décadas y con dureza.
- ¿Hay un límite que él no cruza, pese a sus sucesivas adaptaciones?
- (JO): Su origen humilde. Nunca vimos que lo traicionara. Y hay amistades, cercanías, que tampoco traiciona, que sigue ayudando sin que le den ningún beneficio político. Él es muy desprendido, no tiene gran preocupación por cosas materiales.
- En el libro cuentan que da cobijo a políticos caídos, que asesora pro bono a la Iglesia, que hace favores a familiares de conocidos…
- (AI): La caridad cristiana bien entendida.
- ¿Otros límites que Correa no cruza?
- (AI): Su identificación con la centroizquierda es permanente. La ayuda siempre a tratar de ganar. Eso independiente de que su empresa se oponga a determinados proyectos de esos gobiernos que él ayudó.
- (JO): Ahí quiero hacer un énfasis, porque él sí rompe límites pese a ser de centroizquierda, pese a decir que no pertenece al empresariado y de venir de abajo. Por ejemplo, cuando llega el momento de culpar públicamente por el escándalo de financiamiento ilegal de la política, él culpa a los políticos y no a los empresarios. Los políticos eran su tribu. Eso es pasar un límite.
"La crítica pública. Ciertos observadores lo consideran oportunista y lo han criticado por eso hace décadas y con dureza", comenta Insunza respecto de costos que ha debido enfrentar Correa por visitar distintos mundos.
Pragmático
- ¿Cuál es el punto más alto en la carrera pública de Correa? ¿Con Aylwin como vocero o con Lagos, donde influye desde las sombras y ya parte como “consigliere” de empresarios?
- (AI): Ambos. Uno en el ámbito de la política formal, y otro en lo que él llama el poder real.
- (JO): Sólo acotar que el gran poder que tiene con Aylwin es porque tiene llegada con la izquierda, sobre todo la extraparlamentaria, como el Partido Comunista, y con el mundo de los derechos humanos. Y también porque su ministerio maneja enormes sumas de gastos reservados, que pueden usarse discrecionales y él utiliza políticamente. Eso cambia de manera definitiva su manera de ver la política, descubre el valor del dinero como fuente de poder político. Antes no era así, para Correa -como todo católico- eso era casi pecaminoso.
- Cuando asumió de vocero en 1990, lo miraban hacia abajo. Lo apodaban “el pebre”, cuenta el libro. ¿Eso lo afectaba o ya tenía la seguridad para enfrentarlo?
- (AI): No sé si lo afectaba o no. Pero intuyo que él es de esas personas que se pone a la tarea de mostrar su talento en su actuar eficiente, en los resultados de sus intervenciones. Él estaba consciente de eso, sabe que es un gran político y negociador.
- Fue una época donde se ganó críticas. Por su vínculo con los militares, por ralentizar los avances de la transición. ¿Es una cuenta que le pasarán siempre?
- (AI) Sí. Correa ha sido una de las caras de la transición pactada, y a él se le piden más cuentas porque era el izquierdista del gabinete. Ahí hay un par de cuestiones que me parecieron sorprendentes. Una es que efectivamente Correa se opone a la formación de la Comisión Rettig, incluso contra la opinión de Aylwin.
- En ese gobierno, afirma el libro, Correa cambió las utopías por el pragmatismo.
-(JO): Hay un giro pragmático muy llamativo, que es el reencuentro con su gran adversario de juventud, Patricio Aylwin. Se habían peleado brutalmente, no se ven en años. Vuelven a encontrarse en 1987, como que se perdonan y Correa se suma al diseño pragmático de Edgardo Boeninger (DC, quien sería el ministro secretario general de la presidencia).
Andrea Insunza y Javier Ortega, periodistas autores del libro.
- Correa logró tener influencia con Aylwin, Frei y Lagos. ¿Por qué el vínculo no fue fluido con Bachelet?
- (AI): Porque ése es un choque entre el mundo de la izquierda socialista renovada que triunfa versus el mundo de la izquierda que no se renueva y para la cual el proceso de la transición es una derrota. Bachelet está en este segundo mundo, de la izquierda que siente que los Correa son los triunfadores de una victoria pírrica.
- (JO): Correa está en la sala de botones de la transición, Bachelet no. Cuando Bachelet triunfa, ser cercano a Correa restaba puntos como ministeriable. Que Correa parte vetado por Bachelet es 100% cierto.
- (AI): Pero él comprende que ofrecer ayuda a los gobiernos cuando están en crisis lo acerca a La Moneda. Y eso lo hace en el segundo gobierno de Bachelet. Frente a la estrategia de la derecha de ocupar el terremoto y el tsunami del 27/F para debilitar a Bachelet, Rodrigo Peñailillo le pide ayuda y Correa ve una oportunidad para acercarse.
- Correa puso fin a su carrera política formal en 1997, tras ser vetado por el presidente Frei para ser senador designado. Se esgrimieron “razones de índole personal”. ¿Qué ocurrió realmente?
- (AI): Boeninger le propone a Frei que lo nombre a él y a Correa senadores designados, reeditar así la dupla del gabinete de Aylwin pero en el Senado. Este eje DC-PS que era el eje de la Concertación. Pero en esa época Correa era muy amigo de Andrés Pérez, el creador de La negra Ester, quien era abiertamente homosexual. Y corría el rumor de que ambos eran pareja. Ese rumor bastó para que Frei y su círculo más cercano descartaran a Correa, que fue discriminado en un país que todavía era extremadamente conservador. Si ese rumor era cierto o no, no es material del libro, porque consideramos que es parte de su vida privada, tal como él lo ha dicho. Nosotros consideramos que acá no hay interés público. Sí dejamos constancia de que años después él negó haber tenido esa relación.
"Correa está en la sala de botones de la transición, Bachelet no. Cuando Bachelet triunfa, ser cercano a Correa restaba puntos como ministeriable. Que Correa parte vetado por Bachelet es 100% cierto", señala Ortega.
Lobista
- Descartada una carrera política, Correa se volcó a los empresarios. Como consejero, luego como lobista. Partió con Andrónico Luksic Abaroa en 1996.
- (AI): Él empezó a trabajar como consultor con Fernando Flores y Eugenio Tironi, representando intereses privados ante el Gobierno. Correa ha contado que ellos lo empujan a convertirse en lobista. Y efectivamente es Andrónico Luksic padre quien lo invitó a trabajar con él. Primero para cuestiones puntuales, luego a trabajar en su empresa porque se da cuenta del valor que tiene contar con un observador de la realidad como Correa. Impresiona con sus conocimientos, sus análisis acertados, su capacidad de proyectar, sus soluciones realistas. Y porque es un gran conversador. Genera una relación muy cercana con Guillermo Luksic.
- El libro sostiene que él se siente cómodo con empresarios más outsider, de provincia, que corren riesgos. Historias un poco como la suya. Además de Luksic, se vincula con Álvaro Saieh, con Julio Ponce Lerou. ¿Quién busca a quién?
- (JO): Son empresarios con los que Correa puede conversar de cómo lo discriminan, porque a ellos también en un momento los miraron feo. Correa y Ponce Lerou han negado esta relación, pero nosotros chequeamos que Correa participó en reuniones con él como consejero.
- (AI): Hay que entender que Correa, como lobista, durante un tiempo es una figura que, como dice un entrevistado, todo el mundo tiene contratado. Si no lo tienes contratado, algo estás haciendo mal. Durante la investigación entendimos que una cuestión es Imaginacción y sus servicios; y otra el rol de Correa como consejero personal. Esta una necesidad de los empresarios, que buscan consejeros, usualmente varios.
- Ustedes escriben que Correa ha sido el principal y más prestigioso lobista, pero el más polémico. ¿Por qué?
- (JO) Porque a veces queda demasiado expuesto. Como en el caso de las platas políticas, donde está en los dos lados: asesora a SQM y a Penta, las dos primeras empresas que entraron en este escándalo; y a la vez habla diariamente con Rodrigo Peñailillo, ministro del Interior, quien había recibido pagos en la precampaña de Bachelet. Correa es su asesor cuando Peñailillo está presionando de manera brutal a Impuestos Internos para que pare con las querellas. Al final se detuvo el caso, se intervino el SII. Fue uno de los grandes logros de Correa, pero también tuvo gran costo político para él.
- (AI): Al comienzo, como consultor, Correa dice que es muy importante que el poder esté en las instituciones formales, porque si no es difícil pedirles cuentas. Hay todo un proceso hasta que él llega a decir que es lobista, demora seis años. Entonces yo diría que Correa es consciente de que es un rol delicado y él mismo dice que quiere aportar a la regulación del lobby, hace de eso un sello. Pero cuando esa regulación es menos estricta de la que él apoyaba, no tiene problema en ocupar todas esas flexibilidades y no cumple los estándares tan altos que él mismo se fija.
- El último capítulo se llama El ocaso. Se lee a un Correa sin conexión con las nuevas generaciones políticas ni con los herederos de los empresarios que sí tuvo cercanía, y en una industria del lobby más especializada. ¿Cuándo comenzó el declive?
- (JO): Hay una parte formal, más vistosa, y hay una parte más íntima. En la primera está el caso de las platas políticas y luego cuando quedó muy expuesto en su asesoría a Herval Abreu y a Nicolás López, donde se cometieron errores. En lo íntimo, tiene que ver con que Correa es su empresa, y él tiene 79 años y a esa edad ya no funcionas igual porque tus redes también van en retirada. En esta parte íntima además está la muerte de su madre, que acentúa su soledad.
- El libro habla de su soledad estos últimos años, y desliza la necesidad de afecto. ¿Han querido poco a Correa?, ¿tiene pocos amigos?
- (AI): No tengo esa impresión. Dirigentes que han sido amigos suyos, muy críticos de su carrera política y como lobista, hablan entrañablemente de él. No creo que sea un hombre poco querido, creo que su círculo de afecto es pequeño porque él lo mantiene así.
- (JO): Hay algo muy decidor. Correa tiene amigos en el mundo político, pero pocos, contados con los dedos de una mano, conocen su departamento. Él no va a eventos sociales. Como recluido en ese departamento al que muy pocos pueden llegar.
- (AI): Y hay cuestiones más trágicas, como la muerte de su primer amor. Después hay amigos que pierde por la dictadura. La alteración en la vida cotidiana de dirigentes como él es feroz. Salen al exilio, entran a la clandestinidad, la actividad política es su prioridad, las familias son secundarias. Además Correa es un político que va cambiando de mundos él solo. Hay otros que, como pequeños lotes, han ido cambiando juntos. Él no. Su transitar es bien personal, solitario.
"No creo que sea un hombre poco querido, creo que su círculo de afecto es pequeño porque él lo mantiene así", señala Insunza.
- Hoy son tiempos donde se privilegia la transparencia, y no el trabajo en las sombras, desde la trastienda. ¿Eso empujaría a Correa fuera de la cancha?
- (AI): Toda la industria del lobby, y Correa como su principal exponente, sufre un costo por esta petición de mayor transparencia y este castigo a las cocinas. En todo caso, uno de los epígrafes con que parte el libro dice que los políticos más eficientes no siempre son los más virtuosos… Entonces Correa sufre este desprestigio general de aquello que ocurre tras bambalinas, pero eso no quiere decir que deje de ser eficiente. Son cuestiones distintas.