Personaje
Patricia Jorquera, la chilena que busca la vacuna contra el Covid en Moderna
-
Cuéntale a tus contactos
-
Recomiéndalo en tu red profesional
-
Cuéntale a todos
-
Cuéntale a tus amigos
-
envíalo por email
Siempre quiso ser científica. Cuando era niña, Patricia Jorquera (37) se entretenía haciendo experimentos, rompiendo cosas y tratando de entender cómo funcionaba todo. Y apenas tuvo los primeros ramos de Virología en la carrera de Bioquímica en la Universidad de Santiago, supo que era lo suyo y quiso especializarse en aquella área. "Hablaba con personas del rubro que me decían: 'Oye pero si nadie estudia eso. Los virus no le importan a nadie'", recuerda.
Ahora, casi 20 años más tarde, agradece no haber tomado en cuenta aquellos comentarios. "Gracias a Dios seguí esta carrera. Estoy segura que todo lo que está pasando hoy despertará interés en mucha gente que está en ciencias a seguir una carrera en virología. Ya no hay dudas de lo relevante que es", advierte la profesional por videoconferencia desde Boston.
Patricia Jorquera es la única chilena que trabaja en Moderna (también hay un compatriota, Rodrigo Mora, en Inmunología), el laboratorio estadounidense que el lunes 15 de noviembre anunció que la vacuna que están investigando tiene un 95% de efectividad. Una semana antes, su compatriota Pfizer había dado a conocer sus avances en la misma investigación, en la que los resultados eran 90% efectivos. Con este último tenemos más cercanía en Chile: tienen una oficina de representación y existe un acuerdo con el gobierno para distribuir la vacuna aquí apenas la FDA les dé luz verde.
Con Moderna la situación es distinta. No tienen sede aquí y tampoco existe un contrato para recibir dosis en el país. "Lamento que Chile no tenga acuerdo para acceder a ella. Creo que esta es la mejor vacuna que va a estar disponible. También influye el cariño que uno le tiene al trabajo invertido", advierte Jorquera desde una de las salas del laboratorio de Moderna en Cambridge, donde ella es científica senior de Enfermedades Infecciosas y trabaja directamente en el perfeccionamiento de la inyección para la inmunización del Covid-19. Y matiza: "Pero si no llega a Chile no hay de qué preocuparse. Cualquiera que te dé un 80% de eficacia hacia arriba, es súper bueno comparado con no tener nada".
Con las manos en el virus
En su familia nadie siguió esa carrera; su madre es administradora de empresas, su padre corredor de propiedades y su única hermana -siete años menor- es profesora. Patricia llegó a EEUU en 2008 a terminar su doctorado en la Universidad de North Caroline, con la que la USACH tenía un programa en conjunto. Entonces esa la primera vez que se involucró en vacunas y que trabajó con virus respiratorios. Luego hizo un postdoctorado en la Universidad de Georgia, y después de los tres años que duró esa etapa, trabajó como científica en el departamento de Enfermedades Infecciosas de la universidad otros 3 años. Ese tiempo siguió perfeccionándose en virus respiratorios. En particular; influenza, sincicial y coronavirus. Patricia entonces comenzaba a desarrollar vacunas para aquellas enfermedades.
En 2017 se abrió una posición en el CDC (Centers for Desease Control and Prevention), entidad del gobierno en Atlanta, una entidad muy grande en Estados Unidos que se encarga principalmente de estudiar todo tipo de enfermedades infecciosas. Ella se unió al departamento de influenza, donde una de sus funciones era monitorear todos los virus de ese tipo que circulaban en el mundo y ver si en algún momento aparecía alguno que fuera completamente distinto a la vacuna que se estaba usando entonces. Y si era necesario hacer un upgrade de la vacuna, o cambiar la cepa, el equipo que integraba Patricia lo realizaba. "Cada vez que aparece algo sospechoso, se hace la caracterización específica de la muestra para estudiar si se trataba de un virus distinto, o si tenía resistencia a los antivirales que se ocupan, como el Tamiflu", grafica.
A principios del 2019 dejó ese puesto pues se mudó con su marido –quien también es científico– a Boston, donde trabajó en Seqirus, una de las tres farmacéuticas más grandes de EEUU que produce vacunas de influenza. "La diferencia de este particular es que las vacunas que ellos producen no son producidas en huevos, son producidas en cultivos celulares y eso permite que las personas que son alérgicas al huevo tengan acceso", relata.
Añade: "Entonces tratando de hacer las vacunas en algo que no sean huevos produces una vacuna que puede ser usada por todos, y por ello, que se parezca mucho más a lo que está circulando". En eso estaba, trabajando en hacer las vacunas de influenza más representativas y que protejan más a la población, cuando empezaron a surgir los casos de coronavirus.
"Muchos pensamos que iba a ser algo local y no se iba a expandir. Hasta que nos dimos cuenta que la situación estaba fuera de control. Cambiamos el switch completamente y nos pusimos a trabajar con coronavirus en el laboratorio con el fin de producir una vacuna contra el coronavirus usando los conocimientos que teníamos con la influenza", explica Patricia, quien entre tubo de ensayo y pipeta, desde entonces ha tenido un centenar de veces el virus en sus manos.
Cuenta que por su conocimiento en esta materia estaba esperando que algo así ocurriera. "Pensé que la pandemia que se venía iba a ser de influenza, por cómo cambian esos virus y lo fácil que mutan comparados con coronavirus". "Sabíamos que iba a pasar pronto, este año, el siguiente y no hay que invalidar que ocurra. Ojalá me equivoque. Lo cierto, es que haber vivido todo esto con el coronavirus nos permite estar en posición para enfrentar una segunda pandemia: los países ya sabemos cómo actuar y los científicos que estamos involucrados en la producción de vacunas sabemos cuánto nos demoramos en producir una. En Moderna, desde que se aisló el primer virus, en 25 días había una vacuna. Un record comparado con 10 años atrás".
Fichada por LinkedIn
En junio un reclutador de Moderna la pilló en LinkedIn. Y la contactó. Buscaban una persona que tuviera experiencia trabajando con más de un virus respiratorio, o sea con coronavirus, influenza y virus respiratorio sincicial. "No buscaba trabajo pero Moderna es una opción súper atractiva porque estaban produciendo una vacuna así es que bueno decidí venirme", explica. Empezó a trabajar en septiembre, cuando la firma ya estaba iniciando la fase 3 y gran parte de desarrollo in vitro en el laboratorio ya se había realizado y la vacuna ya estaba siendo utilizada en humanos.
"Parte de mi rol acá es ayudar al grupo de investigación a mejorar la vacuna que hoy en día existe, hacer algunos cambios, y ver si podemos hacerla aún mejor de lo que es", apunta. Para ello, indica, trabaja directamente en la versión de la inyección que se hizo pública de 95% de efectividad, con el objetivo de mejorarla aún más.
"Ojalá a un 100%. Es un poco ambicioso pero así es la ciencia. Ese ha sido mi rol, estar involucrada en el grupo que está estudiando lo que hicimos y ver cómo podemos hacerlo mejor y tratar de empujar también la producción de otras vacunas, no solamente coronavirus", dice.
En Moderna hay en total 3 mil colaboradores y ella es una de los cerca de 30 científicos que trabaja en el equipo de enfermedades infecciosas. Pertenece al grupo de diseño de antígeno, donde hay 4 expertos que investigan el genoma de los virus y eligen cuál es el componente que se puede ocupar para desarrollar una vacuna. La mitad del día está en el laboratorio –ver imagen– y la otra mitad en el computador analizando secuencias para analizar qué virus está circulando, cuáles son los genomas de los distintos países y ver si hay una nueva cepa. Hasta hace poco, trabajaba de lunes a domingo, sin horarios definidos. Más de una vez, no durmió
"No se relajen"
El sábado 13, dos días antes del anuncio oficial, recibió un mail de sus jefes en el que les informaban los resultados. "Estábamos muy felices porque es la primera vacuna de RNA de Moderna que se mostró que es eficaz. No solamente es un tremendo paso combatir la pandemia, también abre puertas a Moderna para empujar nuevas vacunas. Te hace sentir muy feliz saber que lo que tú hiciste tiene una repercusión directa en el mundo entero", comenta la científica.
Al igual que la de Pfizer, esta vacuna también se elabora en base a RNA. "Pero tiene algunas cosas que en mi opinión la hacen un poquito mejor, porque no requiere estar almacenada a menos de 70 grados, es estable a menos 20, y la puedes almacenar en el freezer de tu casa por un mes", compara. También requiere 2 dosis y se elabora con ácido ribonucleico.
"Los RNA los empaquetan en nano partículas de lípidos que se parecen mucho al componente de la membrana que tenemos en la célula. Entonces estas partículas se inyectan, al viajar encuentran una célula y le insertan este RNA. Una vez adentro, tu misma maquinaria celular lo decodifica y produce el antígeno que induce los anticuerpos. La ventaja que tiene este sistema es que se está inyectando la receta para que tu cuerpo haga el anticuerpo."
Por mientras esperan en la aprobación de la FDA, el laboratorio comenzará a testear las primeras dosis de la vacuna, de acá a diciembre, en la "primera línea": enfermeras, doctores y científicos que están analizando muestras de pacientes. Si todo sale bien, en febrero estarían repartiendo al resto del país.
Cuenta que la meta de Moderna es producir un billón de dosis. Por mientras no llega la inmunidad, la científica recalca que es clave usar la mascarilla y lavarse las manos. "Vienen las fiestas y las vacaciones. Yo le digo a mis familiares y amigos chilenos que vean lo que pasó acá y en Europa. No relajen los cuidados, el virus aún está activo".