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Personaje

Quién es Iván Montoya, el inversionista ángel que conecta a Latinoamérica con Silicon Valley

Quién es Iván Montoya, el inversionista ángel que conecta a Latinoamérica con Silicon Valley

Nació en Colombia pero vive desde los 3 años en Estados Unidos. Desde 2021 se dedica full time a ser inversionista ángel. En Chile apostó por Houm y Neat Pagos y sus mayores éxitos son Jeeves (más de 200x), Yummy, 99 Minutos y Belvo. Ha co-invertido con Andreessen Horowitz, Kaszek y General Atlantic, entre otros. Aquí su historia y tips para invertir.

Por: Juan Pablo Silva | Publicado: Sábado 12 de agosto de 2023 a las 21:00
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“Hace unas semanas estuve en San Francisco, y a pesar de que me iba a juntar con varios fondos tier 1 y bla bla, la reu que más me tenía entusiasmada era una donde conocería a Iván Montoya. Iván es un inversionista ángel que lleva años bien activo en LatAm. Ha sido de los primeros creyentes e inversionista en startups como Jeeves, 99 Minutos, Fondeadora, Yummy y muuuchas más. Mis expectativas se cumplieron, fue lejos una de las reuniones más interesantes que tuve. Los inversionistas ángeles como Iván están arriba de tantas montañas rusas como inversiones en su portafolio, y su lealtad y compromiso con los fundadores no flaquea”.

Eso escribió hace ocho meses en LinkedIn la cofundadora de Platanus Ventures, Paula Enei, junto a una selfie con el inversionista nacido en Colombia. “Iván es un grande”, “gran persona”, fueron algunos de los comentarios.

Hace dos semanas nuevamente su nombre hizo ruido en Chile: fue uno de los inversionistas de la nueva ronda de Neat Pagos, fintech chilena que permite realizar todo tipo de pagos con tarjetas de crédito. ¿Pero quién es Iván Montoya? Aquí su historia.
 

Harvard y Stanford

Nació en Colombia, pero sus padres -ambos médicos- dejaron el país por la ola de violencia que por ese entonces azotaba las calles. A principios de los años ‘70 y con un año, Iván Montoya llegó a vivir a Nueva Jersey, donde ya residía su tía Gladys. Al poco tiempo su familia se mudó a un pequeño pueblo en Texas y finalmente terminaron en Houston. 

A finales de los años ‘80 entró a pre-medicina en Harvard, pero rápidamente se dio cuenta de que no quería ser doctor. Drama familiar. “(Para mis padres) la educación lo era todo, era la forma de validarse. Era el mayor de mis hermanos, y no ser doctor, ingeniero o abogado era una mala noticia para ellos. ‘Ser médico nadie te lo puede quitar’, decía mi madre. ‘Los negocios son para cualquiera’”, rememora Montoya.

Durante su tercer año de universidad, en 1991, le dijo a sus padres: “Terminaré el pre-med si es necesario. Tomaré el MCAT (prueba para entrar a la facultad de medicina en Estados Unidos), pero quiero intentar otra cosa primero”. La principal razón de esta decisión -relata desde su casa en Portola Valley, California- provenía de su hobby como nadador: creía que ser médico era una manera de contribuir individualmente a la sociedad “y yo disfrutaba ser parte de un equipo”, confiesa.

Tras sacar una doble titulación en Harvard y Stanford en economía y educación, Montoya entró a trabajar a la consultora McKinsey. En 1995 se matriculó en el MBA de Stanford. Por esa fecha, Netscape, uno de los primeros buscadores de internet, preparaba su apertura a la bolsa. “Era una época fascinante”, reflexiona.

E incluso, lo compara con Hollywood. “Vivir aquí era como si fueras un actor y te mudabas a Hollywood. Si estabas en tecnología, tenías que estar aquí”.

La forma más gráfica de demostrar eso, dice Montoya, se veía en las calles. Un día estaba paseando a su hija recién nacida. Era 1996, salieron de un restaurante y “pasó un tipo en patines que se detuvo a sonreírle a mi hija. ‘Este tipo me resulta familiar’, pensé. Era Steve Jobs”. 
 

La primera lección en el Nasdaq

Tras casi dos años en McKinsey, Montoya fue reclutado por su ex jefe en la consultora, Richard Wong, para trabajar en Covad Communications. En ese instante, era una firma que estaba haciendo DSL (un tipo de banda ancha). Aunque no era una startup, usaban tecnología y estaban en etapa temprana. Llegó a estar valorizada en miles de millones de dólares.

Con Alex Estévez, de Accel

Wong es hoy socio de Accel, una de las firmas de venture capital más antiguas del mundo. A pesar del extraordinario equipo que tenía Covad, pasaron de una capitalización de mercado de cerca de US$ 10 mil millones en marzo del 2000 a estar en bancarrota en junio del mismo año. 

“La gran lección en Covad fue que las leyes de la física y los negocios existen sin importar lo que está sucediendo en el mundo. Recuerdo que en 1999 la acción iba en línea recta hacía arriba y nos preguntábamos: ¿por qué esta empresa vale esto? No tenía sentido. Fue ahí que me di cuenta que importan los unit economics, el flujo de caja y las métricas. Pueden haber burbujas o periodos donde la gente mire hacía otro lado, pero en algún momento vuelven y dicen ‘¿cómo ganas dinero?’. No es algo infinito recaudar capital sin demostrar que tienes un negocio viable”, reflexiona.
 

Yahoo y vínculo con Sequoia

En 2005 Montoya entró a Yahoo, una de las joyas tecnológicas de la época. Ahí fue director durante casi tres años. Pero no era lo que estaba buscando. “Me di cuenta de que en una empresa tan grande era difícil marcar una diferencia individualmente, fue muy interesante pero decidí salirme”. 

El cambio de aires fue a una startup llamada Meraki. Esta firma había sido recién invertida por Sequoia (el histórico fondo de Silicon Valley fundado por Doug Valentine) y en el directorio estaba Doug Leone, en ese entonces líder del fondo. 

El fundador de la compañía tenía 24 años, había abandonado el MIT y Montoya llegó como jefe de marketing. “El chico era increíble”, recuerda, “Le presentaba problemas muy específicos y lo veías pensar con una deliberación, era como si pudieras ver cómo su mente estaba trabajando. Después me daba su visión y era como hablar con Yoda”.

Esa experiencia le enseñó a no subestimar a nadie por la edad. “Es como ver a un gran atleta. Recuerdo la primera vez que vi a Michael Phelps nadar a los 15 años y se unió al equipo olímpico. Le dije a mi esposa: ‘Este chico podría ser el mejor de todos los tiempos’.

Probablemente lo mismo pasó con quiénes vieron a Messi de niño. Hay emprendedores que son lo mismo, los miras y dices ‘wow’”. El 2012 Meraki fue adquirida por Cisco en cerca de US$ 1,2 mi millones y uno de sus fundadores, Sanjit Biswas, fundó Samsara, hoy abierta en bolsa.
 

Lo bueno, lo malo y lo feo

No todo ha sido glamour en el recorrido emprendedor del colombiano. “He visto lo bueno, lo malo y lo feo de las startups. Fui el empleado 20 de una compañía vendida a mil millones, estuve en una que no lo logró y pasé por otra que llegó a vender US$ 10 millones al año y chocó con una muralla”. 

Tras su salida de Meraki fue parte de una edtech que vendía un software educativo. Recuerda que el equipo era sensacional, pero no lograron traccionar. Posteriormente estuvo en una firma que llegó a crecer a dos dígitos recurrentemente y pensaba en un IPO, pero no superó esa etapa.

“He visto lo bueno, lo malo y lo feo de las startups. Fui el empleado 20 de una compañía vendida a mil millones, estuve en una que no lo logró y pasé por otra que llegó a vender US$ 10 millones al año y chocó con una muralla”, relata. 
Fue ahí donde, dice, “aprendí lo importante: el producto y el mercado al que te estás dirigiendo. No se trata sólo del emprendedor. Pero en la realidad, lo más importante es el mercado y el producto. ¿Es tan importante el problema que estás resolviendo que alguien está dispuesto a cambiar su comportamiento y comprar o probar algo nuevo?”.
Esa es la pregunta clave. 
 

La revelación en Colombia

En 2013 Montoya regresó a Colombia a visitar a un amigo del MBA y cinco años después en 2018 volvió a ir tras la graduación de su hija de la universidad. Recorrió Cartagena, Medellín y Bogotá y “me pareció totalmente diferente a lo que recordaba, especialmente en Medellín. Fue ahí cuando pensé que Colombia estaba en un punto de inflexión”.

Al regresar a Estados Unidos llamó a su amigo cubano-americano Alex Estévez, en ese entonces CFO de una compañía llamada Atlassian, especialistas en desarrollo de software. “Le dije que los próximos 20 años van a ser un periodo muy importante de tecnología en Latinoamérica, y que nos debíamos involucrar de alguna manera”. 
 

La primera inversión

En 2019 los fundadores de una startup colombiana llamada Picap le escribieron a Estévez (ya socio de Accel) y éste les contestó que debían hablar con Iván. Se juntaron en su casa en Menlo Park, California y después de la reunión invirtió US$ 25 mil dólares y los ayudó a cerrar una ronda de US$ 2 millones.

“Sabía que quería ser inversionista ángel, y me propuse invertir en 30 compañías en diez años. Principalmente porque me dijeron: ‘Tienes que invertir al menos en 30 porque si inviertes en unas pocas probablemente vas a perder todo tu dinero’”. Sin embargo, dos situaciones cambiaron el panorama: la pandemia y su cercanía con Silicon Valley.

Montoya está rodeado de redes, afirma que esa ciudad sigue siendo el mejor lugar para conectar con potenciales inversionistas. Aunque ya no vive en Menlo Park, y ahora tiene una casa en los cerros de Portola Valley, donde muchas veces recibe emprendedores latinos para hacer networking, Silicon Valley le dejó variadas anécdotas.

Una tarde Montoya estaba pidiendo dulces con su hija durante Halloween, cuando tocó el timbre de una casa. A los pocos segundos Mark Zuckerberg salió a entregarlos junto a su pareja Priscilla Chan.
Dos de ellas están relacionadas a Meta (ex Facebook). Una tarde Montoya estaba pidiendo dulces con su hija durante Halloween cuando tocó el timbre de una casa y Mark Zuckerberg salió a entregarlos junto a su pareja en ese minuto -y esposa hoy- Priscilla Chan.

En esa misma línea, su hija fue tutora de debate del hijo de la ex directora de operaciones de Meta, Sheryl Sandberg. En otra ocasión, rememora, su vecina los invitó al cumpleaños de su hija de 6 años. Cuando entró, vio al ex CEO de Intel, Andrew Grove, sentado en el living. Era el abuelo. A los pocos minutos llegó Steve Jobs con regalos para la cumpleañera. 
 

Inversionista súper ángel

Iván Montoya y Salvador Said, socio de 30N Ventures

Fueron nueve compañías en las que invirtió en 2020. Le quedó gustando. A finales de ese año, dice, se hizo una pregunta: “Si puedo encontrar la manera de hacer esto el resto de mi vida, es lo que quiero hacer”. 

Y de a poco se le fueron abriendo caminos. Por ejemplo, gracias a Picap (la startup colombiana a la que entró en 2019), llegó a Jeeves.

Mientras buscaba inversionistas para los colombianos conoció a Gary Little, fundador de Canvas Ventures. A éste no le interesó la inversión, pero lo contactó con Peter Livingston, quien por ese entonces estaba creando una asociación de inversionistas ángeles (Unpopular Ventures). Se reunieron y Livingston -compañero del fundador de Nubank David Vélez en Stanford- le habló de la fintech Jeeves. Montoya invirtió antes de que el producto saliera al mercado, a una valorización de US$ 10 millones, y en su última ronda de inversión fue tasada en US$ 2,1 mil millones.

Junto a Peter Livingstone ha invertido al menos 15 veces. Una de esas inversiones fue en Houm (donde ha multiplicado por cinco su inversión). 

Desde que está dedicado a esto, Montoya ha invertido en 40 startups: además de las ya nombradas, ha apostado por Foodology, Fondeadora, Nelo, Treinta, Chiper, Billpocket, Ontop y Jüsto.
 

¿Cómo invierte?

Los tres sectores en los que pone fichas son fintech, proptech y supply chain. Busca que las empresas estén resolviendo un gran problema, tengan buenos signos de product market fit y traccionen US$ 1 a US$ 10 millones anuales recurrentes durante los primeros cuatro años y US$ 100 millones entre el séptimo y el décimo.

Iván Montoya y un grupo de emprendedores en su casa en California
“Les pido a los fundadores que hagan un ejercicio muy simple: explíqueme cómo su negocio llega a US$ 1 millón en ingresos anuales, luego a US$ 10 millones y cómo pueden hacerlo en los próximos dos a cuatro años. Luego, les digo que me detallen cómo llegarían a los US$ 100 millones, porque en última instancia, si vas a construir un unicornio  no es porque hayas obtenido US$ 2 millones en ingresos y alguien decide valorarlo en mil millones. ¿Puedes llegar a los US$ 100 millones en ingresos? ¿Puedes construir una empresa a gran escala? Si las matemáticas son demasiado complicadas o tienen que tener un 99% de participación en el mercado para lograrlo, me retiro”. 

Invierte en etapa semilla y pre semilla, le importan los unit economics y prefiere que las startups sean rentables antes de la serie A. Otro de los requisitos es que post inversión tenga una valorización de entre US$ 5 millones y US$ 15 millones.

Antes de invertir Montoya empieza a trabajar con los fundadores. En general es un proceso de uno a tres meses con al menos unas cinco conversaciones. Se fija en las métricas y hace hincapié en la valorización:

“Si te involucras en una valoración postmoney (cuánto cuesta una startup justo después de un aumento de capital) de US$ 5 millones, sólo haz matemáticas rápidas. Digamos que quieres obtener un retorno de 20x. Cinco multiplicado por 20 es US$ 100 millones. Supongamos que hay un 50% de dilución. Entonces necesitan llegar a una valoración de US$ 200 millones para que obtengas un retorno de 20x. Es mucho más fácil llegar a esa cifra que a una de $ 2 mil millones”. 

Montoya es de la teoría de que en la región falta financiamiento para las startups pre semilla y que hay un sesgo en los inversionistas.

“Hay un emprendedor clásico que es el que llamaría financiable. Este fue a una escuela de negocios en Estados Unidos, volvió y trabajó en una gran firma como Rappi o Nubank y a menudo provienen de familias adineradas. Y esto no tiene nada de malo, pero en mi opinión muchos fundadores son pasados por alto por estos fondos, y aun teniendo un negocio increíble, ni siquiera logran una reunión”, dice. 

Con este recorrido, sus innumerables conexiones en Silicon Valley, un 70% de tasa de retorno interna (no realizada) y 40 compañías en su portafolio, Montoya escuchó consejos de amigos cercanos y recientemente lanzó su fondo NuMundo Ventures, de US$ 10 millones.
 

¿Por qué Neat Pagos?

Fue precisamente Paula Enei la que le escribió a Montoya -en febrero de este año- para presentarle a los fundadores de Neat, Tuvieron cuatro reuniones y el colombiano decidió invertir. Dice que estaba buscando una firma de este estilo. 

Con Paula Enei y Joaquín Stephens, de Platanus Ventures

“Hay una empresa en Estados Unidos que se llama Bilt Rewards que hace algo similar, puedes pagar la renta con tarjeta de crédito. Uno de mis enfoques es buscar startups internacionales que esten haciendo algo muy interesante que debería funcionar en América Latina. Ese era el caso de Neat”, afirma. Esa empresa está valorizada en más de US$ 1,5 mil millones.

Tras ver el negocio, Montoya conoció al equipo y se convenció de la inversión, “son un equipo tremendamente eficiente, no han gastado dinero en marketing, tienen un gran producto y tienen una cultura de rentabilidad. Además, son unos chicos trabajadores y con hambre. Sus ingresos han crecido seis veces en los últimos 18 meses”, destaca. Sumado a estas características, la valorización y otras condiciones que tiene Montoya para inveritr, las cumplía a cabalidad la startup nacional.

Con Andrés Bilbao, de Rappi


Con Christian Van Der Henst, de Platzi
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