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Personajes

Rafael Araneda, ad portas del Festival de Viña: “Antes uno se creía el cancherito de las pampas”

Rafael Araneda, ad portas del Festival de Viña: “Antes uno se creía el cancherito de las pampas”

Después de siete años vuelve a animar el Festival de Viña. Esta vez de la mano de Mega y Bizarro. A días de subirse otra vez a la Quinta Vergara, Araneda habla de cómo fueron las conversaciones con el canal, de la afiatada dupla que hace con su coanimadora Karen Doggenweiler, de las lecciones que le dejó su anterior paso por el evento. “En el Festival todo se exagera y uno aprende a convivir con eso”, cuenta.

Por: Patricio De la Paz | Publicado: Sábado 15 de febrero de 2025 a las 21:00
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Dice Rafael Araneda (55) que el primer llamado fue en julio pasado. Ejecutivos de Mega sondeaban su interés para ser animador del Festival de Viña del Mar, evento que este canal y la productora Bizarro se habían adjudicado meses antes para producir y transmitir en el periodo 2025-2028. “Fue una conversación súper agradable, rápida”, cuenta Araneda, conectado por Zoom desde Weston, ciudad ubicada a una hora de Miami, donde vive hace seis años. Allí mismo estaba cuando recibió ese llamado de Santiago, y recuerda que se emocionó. Era la posibilidad de volver a un territorio conocido: él estuvo ocho años sobre la Quinta Vergara -entre 2011 y 2018-, compartiendo la animación con Eva Gómez y luego con Carola de Moras. 

Las conversaciones entre Araneda y Mega duraron meses. Ejecutivos de Bizarro también se reunieron con él en Estados Unidos. El plan de convencimiento no daba tregua. No es que Araneda no quisiera aceptar, sino que debía tener en orden el tema contractual: él trabaja en Univisión, donde conduce el talk show Enamorándonos, y tenía que coordinar con sus jefes allí cómo incluir este trabajo extra en Chile. “Yo acá soy un empleado. Es primera vez que trabajo contratado como persona y no como una productora. Es algo nuevo para mí. Entonces tuve que pedir autorizaciones, hablar con quienes correspondía, ver qué modificaciones había que hacer. Eso se demora”, señala. Finalmente se adjuntó un anexo a su contrato. 

A principios de noviembre salió humo blanco y Araneda fue presentado oficialmente en el matinal de Mega. Lo acompañó Karen Doggenweiler, quien será su coanimadora en el Festival de este año y del próximo, con la posibilidad de renovar para 2027 y 2028. El nombre de ella se había conocido en septiembre, mientras las tratativas con Araneda se hacían a toda máquina, pero con total reserva. “Me habían pedido que estas conversaciones no se podían saber, porque si yo no podía, el canal debía ver planes B. Les dije que no se preocuparan, que yo sería una tumba. Y lo fui. Mudo. Porque para mí la palabra vale mucho”, dice. 

“Me habían pedido que estas conversaciones no se podían saber, porque si yo no podía, el canal debía ver planes B. Les dije que no se preocuparan, que yo sería una tumba. Y lo fui".

- Has dicho, y se comenta también, que siempre fuiste la primera opción de Mega para Viña. ¿Cómo queda el ego con eso?

- Más que el ego, que sí podría haber sido en otra etapa de mi vida, ahora fue gratitud. Te explico: yo terminé un periodo en Chilevisión (en 2018) porque no llegamos a acuerdo para continuar juntos. Entonces quise empezar a hacer cosas de manera independiente. Armé un tema con Fox, pero justo los compró Disney y lo que habíamos conversado quedó en nada. Quedé como en un limbo. Apareció la opción de venirme a EEUU, vine a hacer un casting, nunca había hecho uno. La Marcela (Vacarezza, su esposa) me decía que al menos lo intentara. Y resultó. Me vine para acá, y siento que he mantenido la conexión con Chile a través de mi programa en radio Pudahuel. Uno también va y viene a la Teletón. Pero no es lo mismo esta invitación a sumarme a Viña, que tomo como un reconocimiento, como un cariño, como un regalo para el alma, no para el ego.

Araneda se queda pensando un momento y dice: “Antes uno se creía el cancherito de las pampas. Pero ahora no es el caso. No es que yo venga de vuelta, pero estoy más viejo, más sensible. Entonces tomo las cosas distinto”.

- En noviembre dijiste que después de estos años viviendo afuera te sentías más suelto, menos culposo, menos autocrítico, menos preocupado del que dirán. ¿Qué pasó?

- Todo eso es verdad. ¿Qué es lo que me sucedió en EEUU? Llegué a un programa donde existía un teleprónter, una estructura y yo en los ensayos les dije que no lo podíamos hacer así: es un programa donde estamos hablando de amor, un talk show que no puede tener un guion porque hay 20 micrófonos abiertos con personas. Confiaron en mí, hicimos los cambios y resultaron. Me han permitido trabajar con más libertad. Por supuesto que hay espacios en que hay que trabajar más controlados. Evidentemente Viña del Mar no es Enamorándonos ni es Rojo, es un escenario que requiere cierta estructura. Pero creo que dentro de esa estructura o tradiciones se le puede dar un sello propio.

- ¿Pero estás efectivamente en una etapa de tu vida donde te sientes más liviano de equipaje?

- Sí. Entré a una etapa de la vida donde puedo decir: “Pucha estoy más gordo, tuve que hacer dieta”, y me da lo mismo. O contar que el otro día me fui a poner bótox porque mi mujer me dijo que estaba muy arrugado; y también me da lo mismo, me importa un huevo. Le pedí al doctor eso sí que no me dejara con la misma cara para llorar o para reír, y él me dijo que estuviera tranquilo, que él sabía que yo no podía perder la expresión.

- Has reconocido que estás más llorón también…

- En noviembre me puse a llorar en una entrevista, no me había pasado nunca. Estaba en el aeropuerto hablando con el periodista y de repente estoy llorando a mares. La gente debe haber pensado que me estaban comunicando la muerte de algún familiar cercano.

- ¿Y qué te emocionó tanto?

- Estar subiéndome al avión para ser anunciado en Chile (como animador del Festival)… No había cachado que me importaba tanto.

- No sé si cuando uno se hace más viejo te pones más llorón o es simplemente que dejas salir el llanto que antes no permitías.

- Yo creo que he aprendido a no controlar las emociones. Siempre fui un tipo que controlé mucho las emociones por el deber ser, por la educación, por el rigor, por esta cosa muy Araneda Maturana que hay que hacer las cosas bien, con excelencia en la medida de lo posible. Siempre dar la mejor versión de ti mismo, por esta cosa jesuita de “a la mayor gloria de Dios”. Uno viene con esa formación, la cual agradece para algunas cosas, y la sufre en otras. 

- ¿Te das más permisos emocionalmente?

- Hoy día tengo todo permitido (risas).

"Siempre fui un tipo que controlé mucho las emociones por el deber ser, por la educación, por el rigor, por esta cosa muy Araneda Maturana que hay que hacer las cosas bien, con excelencia en la medida de lo posible".

El factor Karen

Una de las pocas personas que sabía de las conversaciones secretas entre Araneda y Mega era Karen Doggenweiler. Ella, de alguna manera, fue también parte del plan de convencimiento. Se escribían permanentemente en esos meses. “Mientras todo el mundo especulaba con el tema, nosotros teníamos un chat maravilloso, donde nos reíamos mucho. Si eso saliera a la luz pública no sería para cárcel, pero sí muy divertido”, se ríe él. 

- Dicen que fue ella la primera persona a la que llamaste cuando cerraste para Viña. ¿Es cierto?

- Sí, porque la Karen me dijo: “Tengo que ser la primera que me entero”. Y yo le dije que ok, que sabría incluso antes que la Marcela. Así que cuando pasó, le dije a mi esposa: “Marcelita, te voy a poner el gorro, después vas a saber”. Llamé a la Karen y luego le expliqué a mi mujer. 

Dice que todo ello sirvió para reconectarse con la animadora. “Antes sólo hablábamos de vez en cuando, nos topábamos por ahí”, señala. Araneda y Doggenweiler se conocen hace años. Fueron dupla en estelares de TVN, como El baile, Estrellas en el hielo y Circo de estrellas. También han estado juntos en varias versiones de la Teletón. En 2019, animaron el Festival de la Leche y la Carne en Osorno. 

- ¿Son amigos?

- La Karen es de esas personas que se te cruzan en la vida. Yo estaba en La Red y ella en TVN, los dos empezando, muy chicos, ambos creo reporteando en conferencias de prensa. Después la vida te va juntando y te va separando en el día a día, pero es gente que conoces de toda la vida.

- ¿Pero son amigos?

- Sí, sí, una amistad que se ha mantenido en el tiempo y en la distancia y pese a la falta de visitas.

- En sus programas juntos sorprendían. Uno siempre lo partían patinando en hielo. Si en Viña les dieran libertad, ¿podrían sorprender con cosas así?

 - Absolutamente. Para Estrellas en el hielo aprendimos a patinar en hielo. Yo no sabía patinar ni en ruedas, y tuve que subirme a los cuchillos. Me saqué la cresta cinco mil veces. Ella se cayó menos porque es más habilidosa y sabía patinar con ruedas. Yo estaba sobre la pista de hielo desde las 10 de la noche hasta la medianoche. Terminaba agotado, con los pies helados. Hicimos El baile y bailábamos en las oberturas. Ensayábamos más horas que los bailarines. Yo creo que con la Karen he estado más horas ensayando que al aire. Ahora ella me dice “¿Y, Rafa?, ¿qué vamos a hacer? Cantemos, bailemos”. Yo le digo: “Ya, consíguete tiempo en la pauta entonces”, y le recuerdo que en Viña la gente paga su entrada para ir a ver a su artista, a su comediante, que nosotros somos sólo un puente. En eso no nos podemos perder jamás.

Araneda cuenta que ensayó junto a Doggenweiler de manera intensa entre el 17 de diciembre y el 6 de enero, cuando aprovechó un break en su trabajo y vino a Chile. También lo hizo con otras animadoras que tendrán una participación más acotada, como Tita Ureta o la actriz Paola Volpato. 

Ahora viajará a mediados de la próxima semana, apenas unos días antes del Festival, que comienza el domingo 23. “El más preocupado es Sergio Arias (su sastre), porque he bajado de peso y él me hizo la ropa en una talla mayor. Me dice: ‘Vente luego, que tengo que ajustarte todo’. Y yo le digo: ‘Ahhhhh, problema suyo, señor, usted antes me encontró guatón, así que arrégleselas’”, cuenta, entre risas.

Toda su familia vendrá con él. “Creo que es una experiencia para todos. Las veces anteriores que animé Viña mis hijos eran más chicos, pero ahora están más grandes y van a disfrutar el Festival de otra manera. Además los invitaron a ellos y a la Marcela a la gala, no por mí, sino por el video podcast familiar que hacemos, Tenemos que hablar, y que ha andado súper bien. Yo le dije a la producción: ‘Me niego a que los inviten’, pero ellos ya habían aceptado. A mí eso me mete en un estrés más”.

Todas las anteriores

- Animaste por ocho años el Festival de Viña. ¿Qué lecciones te dejó?

- Muchas. El Festival de Viña es una gran escuela. Son pocos días, pero intensos. Como una pretemporada de los futbolistas, súper exigente. Primero, te enseña que todo lo que pasa en Viña se amplifica y es una hipérbole; hasta algo muy menor es noticia. En el Festival todo se exagera, todo es maravilloso o todo es terrible,  y uno aprende a convivir con eso. Segundo, y en mi caso personal, te enseña a trabajar desde la crítica y te forma en la humildad, porque hay mucha exposición y todo es opinable, desde el vestido, la collera, el pañuelo, la corbata, si eres grande, si eres chico, que está guatón, que es narigón, que es gritón. Aprendes también a aceptar estoico la rechifla de un público ansioso por eternizar a su artista y entiendes que no es nada contigo. 

"Todo lo que pasa en Viña se amplifica y es una hipérbole; hasta algo muy menor es noticia. En el Festival todo se exagera, todo es maravilloso o todo es terrible,  y uno aprende a convivir con eso".

Araneda se entusiasma y sigue enumerando: “Te enseña la disciplina de acostarse muy tarde y dormir pocas horas y estar al pie del cañón con la mejor cara al día siguiente. Te enseña a ser vocero, a hablar de temas que no son de tu responsabilidad pero que la prensa necesita alguna respuesta, así que tienes que aprender un poquito de todo, de medidas de seguridad, de audiencias, etc. Así te das cuenta de que Viña es mucho más que agarrar el micrófono arriba del escenario. Quien no lo asume así, nunca entendió este Festival”.

- ¿Qué cosas que hiciste antes ya no volverías a hacer?

- No tengo hitos anotados en ese sentido. No tengo un martirio así.

- ¿Y qué harías ahora que antes no te atreviste, ya fuera porque no querías, no te atrevías, no sabías?

- Todo va a depender de lo que suceda en el escenario. En Viña hay que estar atento a los pequeños detalles, siempre alerta. Te tocan situaciones durísimas, como me pasó con Don Omar, que no llegaba porque perdió el vuelo comercial y tuvo que tomar un avión privado; estaba programado para abrir, hubo que cambiarlo para el cierre. El tipo bajó del avión al escenario, literalmente. Cuando ya se pone a cantar, recién dimensioné el problema en que estaba. ¿Qué hacíamos con 15.000 personas que van a ver a don Omar y el tipo no llega? Entonces lo único que pido es tener esa tranquilidad para no exteriorizar una situación terrorífica como esa. 

- Frente a Viña 2025, ¿tienes temores que asalten de repente, miedos, preocupaciones, nerviosismo?

- Todas las anteriores. Creo que cada noche puede tener su punto de inflexión.

- Además, el mítico “Monstruo” de Viña ya no sólo está en la Quinta Vergara, sino que se despliega en las redes sociales… Un tribunal extendido y amenazante. 

- Sí, es impresionante; porque además funciona desde cualquier parte y con escasa información. Pero así son los tiempos de hoy. En todo caso, así como bajan el dedo, fácilmente también lo levantan; y además todo se olvida rápidamente.

- Estás enfocado en el Festival de Viña, pero tu contrato con Mega incluiría también un programa en el canal. ¿Hay avances en eso?

-Es que eso no es así. Son de esos rumores que se quedan como un hecho. Pero no es porque yo no quiera. Si existiese esa posibilidad, que se puede dar, que me gustaría que se diera, requiere de una nueva conversación con mi empleador principal. Yo no podría firmar algo por lo que no he pedido permiso. Uno tiene que ser honesto.


Vida en EEUU

“Weston es una ciudad pequeñita, muy bonita, que parece como de cuento porque no hay nadie en la calle. Hay muy buena calidad de vida; y claro, mis hijos jóvenes encuentran que es la ciudad más aburrida del mundo”, dice Rafael Araneda del lugar donde vive desde 2019. Agrega que no hay semáforos. “Yo me topo apenas con dos semáforos desde aquí hasta el canal, en la zona de El Doral, que es una distancia larga pero son autopistas. Te puedes ir a buena velocidad. No tardas más de 40 minutos”.

La segunda de sus cuatro hijos, Florencia, se regresó a Chile. Los otros tres -Martina, Vicente y Benjamín están en Estados Unidos junto a sus padres. Araneda divide su tiempo entre su trabajo en Univisión, actividades con su familia y el video podcast Tenemos que hablar, en el que participan todos los que viven en la casa. La próxima semana parten su tercera temporada en YouTube. Y tienen incluso seis auspiciadores. “Ha sido súper exitoso, porque diría que es único en su género, donde hay una experiencia de sobremesa familiar. A las marcas les gustan esos contenidos familiares y a nosotros también, así que hicimos buen match”, explica.

- Con eso, los hijos ya tienen la mesada pagada…

- O sea, eso les paga más que la mesada. Y les estamos enseñando el poder del ahorro.

Araneda divide su tiempo entre su trabajo en Univisión, actividades con su familia y el video podcast Tenemos que hablar, en el que participan todos los que viven en la casa. La próxima semana parten su tercera temporada en YouTube.

Araneda reconoce que no le queda tiempo para otro emprendimiento en Estados Unidos. “Además con un hijo chico (6 años) que no estaba en los planes, menos; porque los fines de semana hay partidos de fútbol, esto y lo otro. Hay que levantarse temprano aunque uno se acueste tarde, para llevarlo al colegio”.

- ¿Tienen planes de volver a Chile?

- Tengo la mejor relación con Chile y me encantaría volver en algún momento, pero va a depender de mi trabajo, de mis hijos. Si todos se van para allá, no me va a quedar otra que partir también. Estoy en un buen momento aquí, pero ¿qué me hace falta de Chile? Pienso sobre todo en mi hijo más chico, que no ha tenido el tiempo de convivir con su parentela, que es amplia, maravillosa, por los Araneda y por los Vacarezza. Eso me hace ruido, porque lo único que uno tiene son sus redes familiares, y quiero que él las cultive. 

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