Tecno
MetaJungle crea la primera ciudad chilena en el metaverso
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Parece un Times Square, con edificios, pantallas, calles y luces. Pero no lo es. Se trata de la primera ciudad chilena en el metaverso. Todavía no tiene nombre, pero la empresa desarrolladora dice que pronto van a llegar a una decisión.
El personaje puede caminar libremente por las calles, entrar a edificios, subir ascensores e incluso vitrinear en tiendas de ropa. Si la persona real extiende su brazo, el ícono en esta metrópolis virtual extiende su brazo. Así funciona esta nueva tecnología inmersiva que, en los últimos años, ha crecido como la espuma.
metaJungle se llama -lo que según sus fundadores- es la primera consultora nacional especializada en el metaverso y la responsable detrás de esta nueva ciudad virtual. “La gente dice que una imagen vale más que mil palabras, pero una experiencia vale más que mil imágenes. Por eso decidimos hacerlo”, dice Miguel Pastenes, exdirector tecnológico de Accenture y cofundador de la firma. “Aprendí a programar a los 4 años”, agrega.
Fue el año pasado cuando el publicista Claudio Guti y Pastenes decidieron abrir una empresa enfocada 100% en esta nueva tecnología. El primero tenía una firma de marketing directo -Lionhead- y el segundo otra de soluciones tecnológicas (Hackmonkeys). Se dieron cuenta que ambas compañías tenían nombres de animales, entonces decidieron bautizar como Metajungle a este nuevo proyecto.
“Todo partió cuando leí una noticia. Eso captó mi interés. Luego alguien se trajo unos Oculus Quest (el aparato de realidad virtual de Facebook) de Estados Unidos. Me los probé y ahí dije que este era el futuro. Me contacté con Miguel y en solo un día tomamos la decisión. Así que constituimos la empresa y le metimos recursos”, dice el CEO.
“Inmediatamente encargamos a Estados Unidos los Oculus, los desarmamos para entender la tecnología, qué es lo que había detrás, cuáles eran las plataformas que se estaban ocupando, hasta dónde podíamos exigirle. Tuvimos muchos meses de investigación, de foros internacionales, de conversar, de investigar”, señala Guti.
Hoy tienen más de 25 personas trabajando exclusivamente en este proyecto. Tienen arquitectos, diseñadores 3D, desarrolladores, ingenieros y abogados de países como Venezuela, Colombia y Argentina.
Del metaverso a los NFT
Los fundadores de metaJungle están perfilando cinco líneas de negocio. La primera es la ciudad -que es la más avanzada y que lanzaron primero-, que permite explorar el mundo inmobiliario, marketing y retail inmersivo. La segunda vertiente es la educación.
“El hecho de que vivas la experiencia hace que captes más rápido, y por lo tanto, el aprendizaje es mucho más acelerado y profundo”, opina Guti. En tercer lugar, está el turismo, que según el gerente general “buscará potenciar la imagen país”. Luego, explorarán la arista del entretenimiento con películas, conciertos y alianzas con canales de televisión. Por último, y la menos desarrollada, está la industria de la salud.
“Ya existen unos prototipos que están ocupando ciertas universidades para los futuros cirujanos, para que vivan la experiencia de poder, por ejemplo, instalar una prótesis en una rodilla”, agrega el cofundador.
Sobre la ciudad, agrega Guti, “la idea es que existan tiendas, parques, conciertos y más. Le vamos a ir dando vida con un modelo de negocio detrás”, dice el CEO.
La semana pasada lanzaron oficialmente su primera línea de negocios, que busca atraer a que marcas instaladas en Chile quieran comprar metros cuadrados en su ciudad y construir tiendas o edificios corporativos. “Vas a poder llegar a un local, ver unas zapatillas y comprarlas. Días después te podrán llegar a tu casa realmente”, afirma Guti.
-Actualmente vivimos tiempos de incertidumbre, donde las marcas prefieren invertir en activos más tangibles. ¿Creen que esto afectará a la industria del metaverso?
-Para los líderes de compañías que tienen mirada de negocio, una crisis como lo que estamos viviendo no es una traba para meterse en este tipo de cosas. Hay empresas que seguramente van a tomar una decisión más tradicional, lo cual es respetable, pero las empresas de verdad, las que triunfan en general, son aquellas que toman estos retos.
-¿Qué gana una empresa incursionando en esta tecnología?
-Hay un costo de oportunidad enorme, porque se va a ir valorizando cada día más. La oportunidad está dada por un posicionamiento de marca a la vanguardia. Te ayuda en el engagement y a la fidelización con tus clientes, porque puedes crear distintas experiencias. Y también es transaccional, porque se pueden hacer negocios en el metaverso mismo.
Ya tienen dos clientes: una empresa dedicada a la maquinaria vinculada a un conocido empresario nacional (que prefieren mantener en reserva), y una firma local que produce NFT.
Esta última, adelanta Guti, fue fundada en Cambridge por un chileno (Alfonso Ovalle) y próximamente lanzará una preventa de 5 mil NFT exclusivos que permitirán obtener descuentos en una serie de rubros, como restaurantes, ópticas y hoteles.
“Es importante la regulación”
Para 2026 el 25% de la población mundial pasará por lo menos 1 hora al día en el metaverso. Esa proyección la realizó un reciente estudio de Gartner, una empresa consultora y de investigación de las tecnologías de la información con sede en Estados Unidos. Y es que, tal como en el mundo real, este tipo de experiencias inmersivas permiten asistir a conciertos, comprar casas, caminar por las calles e incluso ir a la iglesia. La adicción, al igual que con los videojuegos, está tocando la puerta de distintos fanáticos.
Todo esto, proyectan expertos, genera un debate moral sobre si en un futuro las personas podrán distinguir el mundo real y digital.
-¿Creen que, a futuro, existen riesgos profundos con esta tecnología? ¿Por ejemplo que alguien quiera pasar más tiempo en el metaverso que en la vida real?
-Sí, hay un riesgo, pero como todas las cosas. Por eso es importante la regulación. Es súper importante saber cuál es la edad permitida para ese tipo de tecnologías. También está el tema de la suplantación de identidad digital: puede haber un avatar con mi nombre y hacer millones de cosas en estos espacios. Eso se debe regular y a nivel de tecnología se puede manejar.
Pero sí, como en todo el orden de cosas, evidentemente tiene un lado B. Te voy a ser honesto, la primera vez que me puse el Oculus pensé en mi nieto. Yo dije: “Wow, qué miedo, porque este mundo es tan bonito, tan agradable, que dan ganas de quedarte ahí”.