Este martes llegó a Chile el doctor José Antonio Valero. Nacido en Lima en 1970, sexta generación de médicos en su familia, Valero tenía este viaje programado para cerrar un negocio: la compra del control -junto a otros inversionistas- de la Clínica Las Condes (CLC). Fue el lunes 6 de enero cuando se hizo pública una primera oferta concreta por esta clínica. A través de la sociedad denominada Kumey -que en mapuche significa salud, aclara él-, buscaban comprar el 55,75% de CLC en manos de las sociedades de Cecilia Karlezi.

Sin embargo, su viaje cambió de cariz. Exhibe una carpeta que refleja que ya se contactó con el abogado penalista Carlos Cortés. ¿Por qué? El viernes 10 de enero se hizo público que aquel porcentaje de CLC se había vendido a otros inversionistas, la dupla Indisa con EuroAmerica. Cuidadoso en sus palabras, Valero revela durante esta entrevista con DF MAS todos los detalles de quién es él, cómo se gestó su interés en CLC, el grupo inversor al que representa, su relación con Luis Miguel, y las acciones judiciales que anticipa.

“CLC se conoce en toda América. Gozaba de una buena reputación”, dice Valero, detallando que su padre ya fallecido fue amigo de un exjefe de la Unidad de Cuidados Intensivos de CLC, Sergio Valdés. “Hubo un grupo de médicos que fundaron cuidados intensivos en los diferentes países de América del Sur. A mi padre le tocó fundarlo allá en Perú, Sergio en Chile. Y en ese contexto, siempre hablaba muy bien de la clínica”.

Su relato avanza hacia 2023. “Por razones de trabajo, conozco a CLC y a Rodrigo (Mardones, ex director médico del plantel), y me empezaron a contar los compañeros médicos todos los problemas que había en la clínica”, dice.

- Sí. Yo era el responsable médico del tour y no solamente veía a la figura del cantante, sino que a músicos, administrativos, tramoya. Mi labor era en cada ciudad donde había un concierto, tener una referencia sanitaria para lo que pudiera surgir. CLC aquí, el Hospital Italiano de Buenos Aires, en fin. 

- Y ocurrió que el cantante experimenta un malestar y llega a CLC. ¿Ahí se produce este contacto? 

- No es exactamente como lo dice. Hay aspectos de la vida de los pacientes que yo tengo que velar. En el contexto de tener un centro de referencia para lo que surgiera, contacté a un médico que era amigo del amigo de mi padre, el otorrino Luis Cabezas. Fue ahí cuando conocí a Rodrigo (Mardones).

- Sí. Lo vi en una comida, una persona socialmente muy simpática. Luego, no volví a tener contacto con él hasta las llamadas para negociar la compra de la clínica. 

- El 2023 empiezo a hablar con mis amigos médicos, y me cuentan la historia y que lo estaban pasando muy mal. Yo creo que la clínica había tenido la tormenta perfecta desde el punto de vista de gestión. Mucha deuda, se había prescindido de los médicos y se había roto la amistad con las isapres. Son las conclusiones que saco después de hablar con muchas personas.

- Entre la semana del 14 y 20 de diciembre tengo una reunión con el señor Gil y luego reuniones con el abogado, el señor (Álvaro) Jofré y luego con el gerente general, Pablo Ortiz. Telemáticas. Todos trataban de convencerme de las bondades de comprar la clínica. El interés de ellos era de vender y mi interés era comprar. Ellos me hablaron siempre de que la clínica tenía una urgencia, teniendo en cuenta las malas fechas que eran. El 23 de diciembre se firma el documento, pero al día siguiente es 24 y 25 (Nochebuena y Navidad). Luego me quedan un día o dos de trabajo antes del 31 y el 1 de enero, que es Año Nuevo, y luego en España son los Reyes Magos.

No obstante, fuimos capaces de organizar un equipo solvente de médicos aquí en Chile, liderados por el doctor Alberto Dougnac (exsubsecretario de Redes Asistenciales en Piñera 2). Porque no solamente es un tema económico. Después del éxodo de médicos, era lógico pensar que faltaban doctores. Hablamos con una serie de médicos aquí en Chile, en España, incluso en Estados Unidos. Lo que estábamos haciendo es un proyecto de excelencia médica para recobrar el viejo prestigio que tenía CLC.

- Era mi voluntad total de cumplir lo que había prometido, que era comprar la clínica. Yo no sabía quiénes eran las personas con las que estaba tratando. Me enteré de algunas cosas -demandas-, y como comprador, viendo las cosas desde afuera y desde otro país, tenía un poquito de temor de que fuera a suceder algo extraño. Entonces le preguntaba al abogado Jofré: “Este señor no se puede echar para atrás. Qué pasa si las acciones suben”. Me dice “no te preocupes, esto es un acuerdo y no se puede echar para atrás y las acciones, aunque suban, el precio es el pactado”.

- Me lo daban como un contrato de compra, un acuerdo cerrado. Lo difícil era conseguir la firma del señor Gil, pero una vez conseguida la firma de este señor era más probable que se cayera la Estatua de la Libertad. El mismo 23 lo firmó. Yo con mi nombre y mi documento de identidad, y él con su nombre y con su documento de identidad. 

- El día 27 de diciembre me iba a nombrar presidente del directorio, e íbamos a nombrar a dos directores más propuestos por el grupo al que represento. La señora María Cordón Muro y Gabriel (Massuh). Me hicieron mandar foto mía, de la doctora, del señor Massuh, y breves fichas bibliográficas para hacer ese nombramiento. ¿Y cuál era la acción inmediata que nosotros íbamos a hacer el día 27? Íbamos a hacernos cargos de inyectar capital, porque la clínica no tenía dinero en esa fecha para cubrir las nóminas de diciembre. Estábamos en disposición de ingresarlo al día siguiente.

- Ellos estaban súper agobiados. 

- Yo iba a tomar la presidencia. 

- Era el límite para ejercer el pago de lo que me había comprometido. A más tardar el día 18. Eran US$ 2 millones al contado y empezar a gestionar toda la parte financiera. 

- Enviamos 11 cartas a toda la gente de la clínica, a la Bolsa, a todas las empresas que están vinculadas. Publicamos el primer aviso en dos medios de prensa. Hablé con José Tomás Errázuriz (socio de Barros & Errázuriz), porque es amigo de un muy amigo mío, abogado en Madrid, que fue el decano del Colegio de Abogados. Me dice vamos a notificarles, una notificación por escrito, necesitamos formalizar todo esto, ya que queda una semana, y son papeles que tenemos que tener hechos. 

- Teníamos que ir a una notaría, hacer una escritura, formalizar todo el acuerdo. 

- Hablé con Jofré. ¿Respuesta? “Mira José Antonio, es que no se ha propuesto esto porque como no has ingresado el dinero”. Le digo “a ver, yo quiero ingresar el dinero, pero se puede hacer en el mismo acto”. Me nombras y al minuto siguiente ingreso el dinero. Lo que no me puedes decir -perdona la expresión, es lo más parecido a quedarse con el dinero del prójimo-, es ingresar el dinero a una sociedad que pierde. En calidad de qué lo ingreso. No somos tan tontos. 

- Era un riesgo que lo asumíamos como parte de un compromiso. Pensábamos que era un acuerdo de caballeros donde todos los plazos se iban a cumplir. Un acuerdo de buena fe. Si él tiene la buena fe de nombrarme, por qué yo no voy a tener la buena fe de ir avanzando un dinero que sí se necesita para la clínica que voy a comprar.

- Aquí hay que poner el matiz. El título es acuerdo de intenciones, pero el contenido es el de un contrato. Estaba especificado que yo debía hacer el primer pago antes del día 18 de enero. Por eso estoy aquí. No eran fechas caprichosas. Tenían que pasar 10 días de gracia después de la última notificación que hicimos a la bolsa.

- El abogado Jofré manda un mail muy ambiguo el día 27 de diciembre. Me dice “nosotros entendemos que ese pacto no se ha cumplido porque tú no depositaste el dinero, pero estamos totalmente abiertos a seguir negociando para sacar esto adelante”. Nuestro abogado, el señor Errázuriz, manda una carta súper educada (9 de enero), donde lo único que dice es el día tal tenemos la compra. Necesito que me den esta documentación y que me digan el lugar para la firma. El mismo día, a la hora y media, se cierra la venta con los otros compradores. Nunca me dijeron “tu opción decae porque se lo hemos vendido a fulano”. El día 9, después de la carta que yo mandé con Errázuriz, fue cuando se reunieron a cerrar la venta.

- Vamos a tomar acciones en el ámbito penal, porque presuntamente hay cosas que pueden ser susceptibles de que el Ministerio Público lo investigue. Y hay acciones de índole administrativo, la normativa de la agencia reguladora de la Bolsa y la competencia se ha vulnerado.

- Yo tengo un documento firmado que me van a vender una cosa a mí y se la han vendido a otro.
 

- Lo dirá un juez. Yo no sé si será del señor Gil, de los dueños de las acciones que el señor Gil administraba, no sé si también tiene que ver la clínica. Yo no sé hasta qué punto los compradores, que yo presumo que sea de buena fe, puedan haber sido conocedores de esta historia. Eso lo tendrá que investigar la justicia chilena.

- Somos un grupo que tiene interés en estar en la sanidad de Chile porque creemos que es un país donde estas cosas no sucedían. En primer lugar, pondría perseverar en la compra.

- Tú puedes poner una oferta que de inicio sea aparentemente más baja y luego ver la letra pequeña y los intereses y que acabe siendo mayor. Me parece muy extraño que alguien venda algo por menos teniendo una propuesta por más dinero. En la vida, cuando las cosas no tienen explicación, o es sexo o es dinero. Entonces aquí de sexo no hablamos. Será de dinero. 

- Yo he venido a cumplir mi acuerdo. Tenemos los recursos necesarios para cumplir el compromiso y he contactado a los abogados que sean necesarios por si no se puede materializar el cumplimiento. Y si no materializo el contrato, tengo que dar poderes para que haya pleitos.

-Si hay algo que discutir, que discuta él con sus abogados, con los míos delante de un juez. Yo no tengo por qué discutir con este señor. Si él me llama algún día para pedirme disculpas, yo encantado le contestaré. Pero lo que quiero ya no son disculpas, lo que quiero es que cumpla su palabra. Él a mí me dio su palabra escrita, me dijo que vendía, y que me hacía presidente.

- Yo no sé si la población chilena tenga alergia al plátano y si vender plátano sea mal visto. El señor Gil vendía coches y tuvo problemas judiciales. 

“Teníamos un pacto de caballeros para dejar al señor Gil de una manera inmaculada”
- Cuando estaban negociando, ¿Gil les planteó un precio mayor?
- Él me planteó un precio de US$ 70 millones, pero luego ellos mismos bajaron el precio porque si no teníamos que pasar directamente a una OPA. Para caer en la excepción a la OPA era el valor que ellos calcularon.

- ¿En el acuerdo contemplaban no hacer due diligence, y asumir toda la judicialización y contingencias?
- Nosotros teníamos un pacto de caballeros para dejar al señor Gil de una manera inmaculada, como si toda esta experiencia de vida que ha tenido en CLC hubiera sido un mal sueño.

- ¿Cuál era el proyecto para la clínica y por qué era atractiva con todos sus frentes?
- CLC tiene una marca consolidada muy dañada. Creíamos que una vez saneada, podríamos volver a reposicionar el nombre. Y luego con el fondo al que represento, tener presencia en algún país más de América del Sur, no solamente en Chile. Era una manera de buscar una marca consolidada para, por ejemplo, hacer CLC México, o CLC Sao Paulo. De momento es confidencial, pero a grandes rasgos, hacer tres o cuatro clínicas en otros países.

Luis Miguel: “Es una relación de amistad muy bonita”
- Ha habido mucha especulación de distintos grupos que lo acompañan en esta inversión. ¿Quiénes son realmente? ¿Rodrigo Mardones participa como inversor?
- Rodrigo no es inversor, es mi asesor, porque yo tengo una amistad con él. La doctora es amiga personal mía y me iba a hacer el favor de estar en el directorio. ¿De dónde viene el dinero? Es un fondo suizo que tiene, entre otros, expertise en la rama sanitaria.

- ¿Luis Miguel participa en la compra?
- No.
- ¿Cómo conoció a Luis Miguel?
- Por razones profesionales. Le puedo decir que es una relación de amistad muy bonita, por lo cual es muy discreta. Cuando yo llegué a México, Luis Miguel hizo el videoclip de La incondicional. Yo estaba en la parte militar en esa época.