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Nicolás Ibáñez: “El Estado debe demostrarles a los contribuyentes que ha erradicado la corrupción y la grasa antes de pedirnos más plata”
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“Yo casi por naturaleza estoy optimista por Chile. Incluso muy optimista”, dice el empresario Nicolás Ibáñez, quien esta semana tuvo un rol protagónico en la visita y conferencia que el intelectual venezolano Moisés Naím ofreció en Chile.
El miércoles ante una nutrida concurrencia de empresarios, economistas y políticos, Naím alertó sobre los riesgos de lo que llamó las “3 P” -polarización, posverdad y populismo-, y apuntó a la importancia de reeditar las alianzas.
Como presidente de La Otra Mirada, Ibáñez fue el anfitrión del evento, y aprovechó la ocasión para advertir sobre la relevancia de evitar la anti política -pues este desdén por ella le deja la puerta abierta a los populistas, dijo-, e hizo un llamado a lograr acuerdos básicos, en torno a la democracia liberal. Pese a ser un reconocido partidario del Rechazo -en el marco del proceso constituyente-, afirma que a estas alturas del partido hay que llegar a un texto que sea aprobado.
- ¿Por qué está optimista?
- Es evidente que enfrentamos un gravísimo problema de criminalidad, inseguridad y estancamiento económico, por mencionar los primeros que se me vienen a la mente. Son problemas gravísimos. Pero hay también luces. Y el hecho de que hayamos constatado que la gran mayoría de los chilenos no quiere experimentos extremos y que ha reinado el sentido común, es un logro muy escaso en el mundo entero. ¿Cómo es posible que Gran Bretaña haya votado por el Brexit, que surja un Trump, que Venezuela siga siendo dominada por un gobierno dictatorial, destructivo y opresivo? Suma y sigue. Y Chile ha dado una lección de cordura y de civilidad.
- ¿Se refiere a haber votado rechazo el 4 de septiembre?
- Indisputablemente es una señal. Y la manera en que ha reaccionado el gobierno de Boric -que algunos dirán “bueno, no le queda otra”-, me parece que ha sido, dentro de todo, una reacción sensata. El solo hecho de que se hayan subido al mismo avión Boric y Piñera es una pequeña señal. Eso no se da en la mayoría de los países del mundo, y se da aquí en Chile. Hay un atisbo de lo que vimos durante el período glorioso de la política y la economía chilena, bajo los gobiernos de Aylwin, Frei, Lagos, Bachelet y Piñera.
- ¿Cuál es su evaluación del gobierno de Boric a la fecha? En una entrevista hace un tiempo, usted fue muy crítico y dijo que ojalá que saliera él, para desenmascarar a la izquierda. ¿Cuál es su evaluación hoy?
- Mientras nosotros hablamos acá cómodamente sentados, hay millones de compatriotas en las poblaciones que sufren de temor, de esclavitud frente al dominio del crimen organizado. Es una realidad que debemos constatar, lamentar y condenar. Salir y enfrentar problemas de nuestra convivencia, proponer soluciones y efectivamente ejecutarlas, es un proceso difícil en cualquier democracia del mundo. Hay que valorar los desencuentros, porque al menos pueden ilustrar lo que no hay que hacer.
Hay que valorar una propuesta absurda como la que se dio en Chile para entender que por ahí no va la cosa. Y eso, si se aquilata bien, es algo positivo para el país. Entonces, la evaluación del gobierno de Boric, para la realidad de la gente que vive en la Macrozona Sur, o en las poblaciones violentas de Chile, es malo, pésimo, gravísimo e inaceptable. El hecho de que el Estado esté capturado por intereses absolutamente reñidos con el bienestar de Chile habla de lo mal que estamos.
- Pero convengamos que, por ejemplo, lo de la Macrozona Sur es un problema de larga data. ¿Es imputable al gobierno de Boric?
- No se imputa, por cierto, al gobierno de Boric. Lo que estoy diciendo es que no hemos visto ningún atisbo de progreso. Y quizás todo lo contrario, un uso reiterado de las Fuerzas Armadas. Dirán ‘bueno, es que el Congreso le ha dado el beneplácito’. Pero me parece que Boric ha desperdiciado una oportunidad única de vincular su mandato al orden, a la seguridad, que es un clamor de la gran mayoría de Chile. Políticamente Boric desperdició una oportunidad. El hecho de mirar hacia atrás y querer reescribir la historia a partir del 11 de septiembre, me parece que es un error político. Él debiera estar por sobre eso. Bueno, a lo mejor no tiene ni la preparación ni la prolijidad para eso.
- En general, su evaluación de este gobierno, ¿cuál es?
- Hay que celebrar el instinto de Boric en la parte económica. ¿En qué sentido? El fenómeno Mario Marcel. Yo podría tener muchas diferencias en algunos aspectos técnicos con el ministro de Hacienda, pero sospecho que Boric entendió desde un comienzo que había que mantener algún grado de institucionalidad básica, y Mario Marcel refleja eso. Así es que hay un aspecto que demuestra un cierto grado de prudencia por parte de Boric. Eso hay que alabarlo. Ahora, no estoy de acuerdo con lo que ha planteado el ministro de Hacienda en muchos aspectos.
- ¿En qué discrepa?
- Los inversionistas han sido ahuyentados por la casi imposibilidad de ejecutar proyectos de inversión. Y en lugar de poner el énfasis en generar mayor recaudación tributaria a través del crecimiento como motor de recaudación y, por ende, destrabar este país, se ha puesto el énfasis en aumentar ciertos tributos que en todo el mundo han demostrado no generar mayor recaudación.
- Con el pacto fiscal, ¿se ha ido reencauzando esta discusión?
- Me parece interesante y positivo que se hable de acuerdos, de pactos. Es lo que hay que lograr. En términos donde la prioridad sea el crecimiento. Ese es el punto de partida. Sin crecimiento, no hay ninguna posibilidad de incrementar la recaudación del fisco. Y dentro de ese pacto fiscal, buscamos un Estado idealmente reformado, moderno y eficiente, no solamente porque tiene que ponerse al servicio de los ciudadanos, cosa que no está haciendo -partiendo por la tragedia de la criminalidad-, sino que porque se requiere un Estado que permita promover las necesarias inversiones y facilitar la acción emprendedora, para que en Chile prosperen los proyectos que le van a dar empleo y posibilidades de crecimiento a nuestra nación, lo que es indispensable para poder volver a encaminarnos por la senda del desarrollo y del progreso.
“Chile, lamentablemente, se ha convertido en un país caro desde el punto de vista de los impuestos. Dentro del ánimo de concordar y de pactar, evidentemente que uno no puede negarse a ningún tema específico”.
- En el pacto fiscal se sigue planteando que se van a incluir aumentos de carga tributaria. ¿Usted ve espacio?
- Chile, lamentablemente, se ha convertido en un país caro desde el punto de vista de los impuestos. Dentro del ánimo de concordar y de pactar, evidentemente que uno no puede negarse a ningún tema específico, pero me parece que hay que poner sobre la mesa el orden de prioridades. ¿Qué hacemos para que Chile vuelva a crecer? ¿Para que el nivel de ahorro y de inversión en Chile se aumenten?
- ¿Tributos de la naturaleza que sea no están en esa ecuación?
- Pueden estar en la ecuación perfectamente bien.
- ¿Es decir, no se cierra a algún aumento de impuestos?
- No. Por supuesto que no. Pueden estar en el desarrollo de un proyecto común, de un pacto. Pero creo que el énfasis está profundamente equivocado. El énfasis tiene que ser qué tenemos que hacer para retomar la senda del crecimiento. Y lo que hay que hacer está clarísimo. Lo que hay que hacer es darle una prioridad política, que no ha sido prioridad de este gobierno. El Estado debe demostrarles a los contribuyentes que ha erradicado la corrupción y la grasa antes de pedirnos más plata.
- ¿Ve mejor ánimo para invertir en Chile?
- Nosotros estamos establecidos fuera de Chile y los inversionistas con quienes interactuamos ven que Chile podría tener un gran potencial. Tecnologías modernas, recursos naturales, litio, hidrógeno verde. Chile podría perfectamente volver a ser la joya de Latinoamérica, como país integrado al Asia-Pacífico y que tiene una infraestructura de tratados internacionales muy elaborado y extenso.
Un inversionista serio, que mira el largo plazo, claramente ve que hay un potencial para tener presencia en Chile, y están monitoreándolo, pero no se dan las condiciones hoy día para hacer nada serio en el país. La permisología e incertidumbre jurídica son muy disuasivas. Tener una postura ideológica hoy día acerca del papel de los mercados, del capitalismo y de las grandes empresas mineras es infantilismo y le está costando muy, muy caro al país. Cada día que no se reactivan proyectos en el litio, les cuesta a los habitantes de La Pintana, Puertas Negras en Valparaíso, o de Alto Hospicio o a los de la Macrozona Sur. El gobierno ni siquiera tiene que preocuparse de cómo hacerlo, sino que tiene que consultar a la gente que entiende, y no tener a esta altura del partido del siglo XXI conflictos conceptuales acerca de qué permite llegar a ser un país como Nueva Zelandia o Australia, plenamente desarrollado.
- ¿Ve alguna evolución de Boric, una mayor sintonía con el sector privado?
- Yo no lo he sentido así todavía, pero me imagino que él está haciendo una profunda reflexión, porque para todos los efectos prácticos, el gobierno de Boric terminó, y él tendrá que preocuparse de cuál va a ser su legado, y si podría tener cabida en la política del futuro en Chile. Porque todas sus apuestas han sido rechazadas. Así que, en la práctica, es muy poco lo que puede hacer Boric en el poco tiempo que le queda. Ahora, podría surgir de las tinieblas con algunos planteamientos, sobre todo en materia de seguridad que podrían cambiar el rumbo.
- ¿Los empresarios han hecho lo suficiente para superar la fractura que develó el estallido?
- Los empresarios han hecho un gran aporte con ideas y recomendaciones concretas. En pocos días tendremos un nuevo Chile Day en Londres, un reflejo del enorme esfuerzo que hace InBest para asegurar que no se debilite el mercado de capitales en Chile, un factor esencial para el progreso del país, donde, entre muchas otras instituciones, las AFP han jugado un rol esencial. Para sacarle aún más provecho a los empresarios hay que partir reconociendo y agradecer que ya han hecho un aporte extraordinario al desarrollo del país, despejar dudas existenciales acerca de su rol, del sector privado y del capitalismo, y estimular que se acreciente el espíritu emprendedor.
Los empresarios no se mueven por la avaricia o codicia, sino por un afán de aportar soluciones distintas y mejores al dilema de satisfacer necesidades ilimitadas con recursos limitados. Algo para lo cual el Estado no está llamado, ni tiene la capacidad. Que se produzcan utilidades, que haya lucro, que se genere crecimiento, es la mejor prueba de que el aporte de una empresa es valorada y que está generando valor social compartido. El desprecio del Presidente Boric hacia el mundo empresarial equivale a que él y su gobierno se disparen en los pies.
El Once: “es una vergüenza lo que pasó ese día. Es preferible hacer un acto de contrición”
– ¿Qué espera de la conmemoración de los 50 años del 11?
- Yo esperaría que políticamente Boric aproveche de hacer un llamado a la reconciliación y que nunca más se generen las condiciones para haber llegado a un extremo donde perdimos nuestra democracia. Porque claramente las causas del 11, cualquier persona medianamente versada, entiende que la intención de instaurar la dictadura del proletariado, siguiendo los cánones marxistas leninistas, era algo que es absurdo, inaceptable y que no estuvo nunca en el planteamiento de la gran mayoría de los chilenos.
- ¿Hay un contexto que explica y que es inseparable?
- Es absolutamente inseparable. Es decir, el problema no son los militares. El problema somos todos los chilenos, y viene de mucho antes. Hay un ciclo que explica cómo llegamos al 11 de septiembre del año 1973. Y que para todos nosotros los chilenos es una vergüenza lo que pasó ese día. Es preferible hacer un acto de contrición, que nos perdonemos todos, y que miremos hacia adelante.
“Es fundamental que cerremos este proceso aprobando una nueva Constitución”
- ¿Cómo está viendo el proceso constituyente?
- Es fundamental que cerremos este proceso aprobando una nueva Constitución. Yo no era partidario de hacer ningún cambio mayor en la Constitución. Pero a estas alturas del partido, si nosotros no llegamos a un acuerdo para que se apruebe una nueva Constitución, quiere decir que todos estamos contribuyendo a que falle la convivencia, a que falle la institucionalidad política de Chile.
La Constitución, por cierto, que no va a tener ningún impacto sobre la gente que está hoy día preocupada del precio de la papa. Y si le pedimos a ellos, que además de preocuparse de parar la olla, se preocupen de la política y que sigan repensando y votando en torno a proyectos constitucionales, me parece que es una desfachatez y demostraría que estamos frente a una sociedad fallida. Por cierto que tenemos un plan B, que es la Constitución vigente. Pero hemos gastado energía política, recursos, tiempo en plantear un pacto renovado entre toda la ciudadanía. Es un capítulo que hay que terminarlo, no con un segundo rechazo, sino que idealmente con un contundente apruebo.
- ¿Ve que está en riesgo el proceso, por las enmiendas del Partido Republicano?
- Rápidamente debiera decantarse el proceso y llegar a un acuerdo transversal, y no enfrascarnos en tonteras que ni siquiera debieran estar en una Constitución. Requerimos una Constitución sencilla, que garantice nuestros derechos, que facilite los adecuados equilibrios y contrapesos, el desarrollo y la alternancia del poder. Cosas obvias y sencillas. Concordar en cosas básicas y fundamentales. Una especie de mínimo común múltiplo.
“No nos favorece en nada que el Presidente Boric pase a la historia como un niño que hizo el ridículo. Él ya cumplió su función de ilustrar por dónde no va la cosa. Lo ideal es que ahora trate de ser el Presidente de Chile”.
- ¿Cómo ve el rol de José Antonio Kast, sobre todo para llegar a puerto en el proceso constituyente y que no naufrague con enmiendas extremas y de nicho, ahora desde el otro extremo político?
- Mi percepción sobre el posicionamiento de Republicanos no se ubica en el “otro extremo” político. Mi interpretación es que se trata de un partido que está más dispuesto a jugársela de manera clara por una sociedad libre y responsable que los otros de la centro derecha, y que además ha sabido apelar al clamor popular de la seguridad y el orden. Republicanos es un partido que comulga 100% con los ideales de la democracia liberal. Mi impresión es que los del “otro extremo” -la izquierda radical no socialdemócrata- no comulgan con la democracia liberal y usan descaradamente el populismo, la polarización y la posverdad para socavar nuestra institucionalidad democrática, que tanto nos ha costado ganar.
Sería un gran fracaso para JAK y Republicanos, y para la institucionalidad democrática, que no se apruebe la Constitución. Aprobar sería un logro para todo Chile: para el gobierno del Presidente Boric, para la centro izquierda, para la centro derecha, y validaría a Republicanos como algo más que el reflejo del hastío momentáneo con la clase política. No veo a JAK entrampado en, por ejemplo, la dicotomía ecléctica del Estado subsidiario o social de derechos.
Sin duda que para el importante mundo cristiano, en el cual me incluyo, el aborto puede ser un deal breaker (factor decisivo), pero incluso en esto se pueden y deben hacer concesiones y tratarlo más bien como un asunto privado que debiera ser levantado por la sociedad civil. Tampoco lo veo como impulsor de histrionismos ridículos como para darle categoría constitucional a la cueca. Ese tipo de curiosidades nos retrotraen a la fallida Constitución anterior. Sería muy positivo para Chile que el Presidente Boric, tras múltiples y variados traspiés, muestre la capacidad de haber aprendido ciertas lecciones de civilismo y sentido común y que termine su mandato de una manera medianamente digna. No nos favorece en nada que el Presidente Boric pase a la historia como un niño que hizo el ridículo. Él ya cumplió su función de ilustrar por dónde no va la cosa. Lo ideal es que ahora trate de ser el Presidente de Chile. Todo tipo de debilitamiento en la institucionalidad de los partidos políticos, como lo que está sucediendo en Amarillos o lo acaecido con la Democracia Cristiana son golpes graves a nuestra convivencia al fomentar la anti-politica y alimentar opciones populistas. Todos debemos cuidar de no ser destructivos. Creo que JAK tiene esto muy claro.