Punto de partida
Biotech chilena cierra ronda de US$ 30 millones con Yamaha, Bayer y Voyager VC
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El 2013 el ingeniero comercial Gonzalo Fuenzalida decidió dejar su carrera en la banca para emprender. Con capital propio fundó su primera empresa de biotecnología, Ango. En ella producen proteínas y enzimas, y tras escalar compraron Austral Biologicals, del científico chileno Pablo Valenzuela.
Tres años después, en una conversación con el doctor en ciencias biológicas Bernardo González, éste le contó sobre la idea de cómo los microorganismos podían modelar la vida, cómo en el cuerpo humano hay más genética de microorganismos que de humanos y cómo estos elementos tan pequeños pueden tener tanta incidencia en la salud de las especies.
“Esto me abrió la cabeza”, recuerda Fuenzalida. “Pensé, ‘si los microorganismos han modelado la vida como la conocemos, también pueden ser una alternativa clave para modelar la vida como la queremos en el futuro’. Y ese futuro que queremos más sustentable, podemos transformarlo con herramientas naturales como los microorganismos”, añade.
Nace Andes
Por su experiencia comercial y no científica, le planteó a González que quería aplicar esto mismo en la agricultura, y que para ello necesitaba un científico en la empresa. González le presentó a la doctora en sistemas ingenieros complejos, Tania Timmermann, y juntos crearon una biotech. La llamaron Andes.
Los dos primeros años los dedicaron a la investigación y desarrollo en un laboratorio a pasos del metro Rodrigo de Araya: los fundadores analizaban microorganismos que pudieran servir para eliminar gases de efecto invernadero. Precisamente para armarse un catálogo de dichas especies, Fuenzalida comenta que recorrieron los lugares más recónditos desde Estados Unidos hasta el sur de Chile, pasando por la alta cordillera y zonas a las que sólo se puede acceder en helicóptero, 4x4 y largas caminatas.
Con un catálogo de 2.000 unidades, empezó el desarrollo de la tecnología en un laboratorio a pasos del metro Rodrigo de Araya. Hasta que llegó el estallido social. Tras la pandemia decidieron mudarse a Estados Unidos. Allá -dice el CEO- tendrían mejor acceso a inversionistas, a capital humano y a investigación. Incluso, un fondo norteamericano les dijo, “cuando se vengan para acá les invertiremos”. Antes de partir, los primeros en confiar fueron el fondo chileno dueño de Talana y Streat Burger, Venturance.
La tarea era abordar lo que -según ellos- era el mayor reto de la humanidad, la crisis climática. Eso, aprovechando millones de hectáreas de tierras de cultivo existentes para eliminar los gases de efecto invernadero de la atmósfera. Con sus microorganismos capturan el dióxido de carbono y lo convierten en minerales en el suelo durante miles de años, proporcionando una solución de eliminación de carbono segura, permanente y escalable.
Bonos de carbono
El 2016 se firmó el acuerdo de París, instancia donde muchos países hablaron de la importancia de reducir las temperaturas del planeta para que los gases de efecto invernadero sean menores en la atmósfera.
A raíz de eso varias empresas se comprometieron a hacer cambios en sus operaciones para transformarse en carbono neutral. Sin embargo -relata Fuenzalida-, otras firmas no podían hacerlo, pero buscaban compensar de alguna manera su contaminación. Ahí entran firmas como Andes y los bonos de carbono.
Una compañía como Yamaha sabe que al vender una moto, a ésta le van a echar bencina y esto va a generar gases de efecto invernadero. Por eso -explican-, ellos hacen un cálculo y saben cuánto tienen que compensar para transformarse en carbono neutrales. Con ese número entran al mercado de los bonos de carbono. Cada uno equivale a una tonelada de CO2.
La tecnología de Andes consiste en trabajar con bacterias que tienen la capacidad de capturar el CO2 y transformarlo en minerales. “Para ello trabajamos con agricultores, a quienes aportamos nuestra tecnología que consiste en bacterias que ellos aplican a sus semillas, éstas se siembran y cuando esa planta crece, nuestra bacteria aparece en la raíz de la planta. Después medimos la cantidad de minerales que crearon nuestras bacterias y con esa medición creamos un crédito de carbono que luego vendemos a las compañías”, explican. Los microorganismos aportan beneficios a la planta y al suelo, como el aumento de la permeabilidad al agua, la aireación y la disponibilidad de nutrientes.
Hasta la fecha, Andes ha eliminado más de 50.000 toneladas de CO2 de la atmósfera.
US$ 38 millones de capital y aceleradora de Amazon
A mediados de marzo agregaron US$ 15 millones a su serie A, totalizando US$ 30 millones de capital y US$ 38 millones desde su fundación. Algunos de sus inversionistas son Voyager VC, Yamaha Motor Ventures, Leaps by Bayer, Cavallo Ventures, KdT Ventures, Venturance, Germin8 y Accelr8.
Desde la empresa con sede en San Francisco afirman que “el nuevo capital permite a Andes ofrecer sus créditos de eliminación de carbono a organizaciones de todos los tamaños, ampliar las asociaciones con agricultores y seguir desarrollando su innovadora tecnología de microorganismos”.
Trabajan 50 personas, 17 de ellos tienen doctorados y recientemente fueron seleccionados como una de las 15 startups que participarán en el programa Accelerator 3.0 de Amazon Web Services (AWS), que tiene el objetivo de hacer frente al cambio climático fomentando la innovación entre empresas emergentes maduras que desarrollan tecnologías energéticas limpias revolucionarias.
Fuenzalida asegura que a finales de este año serán la empresa número uno en la creación de bonos de alta permanencia, y adelanta que el próximo año por primera vez la demanda de bonos de carbono será superior a la oferta y a este año. El precio de sus bonos está cercano a los US$ 130, y buscan que el 2024 sea de US$ 50.