Punto de partida
El aterrizaje en el mercado hídrico de VIGAflow en Brasil
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A mediados de marzo la empresa especializada en el tratamiento, desalinización y re uso de aguas VIGAflow inaugurará su primera planta en Brasil a través de una alianza con una firma de ese país. El deal hídrico entre la chilena y la brasilera Tecnipar -especialistas en el tratamiento de efluentes, o aguas servidas- se llama Proyecto Ball.
Así, la firma chilena marca su entrada al mercado brasileño del agua, que es diez veces más grande que el de nuestro país y tiene un retraso en términos tecnológicos y de pérdida de agua de más de 20 años.
El primer contacto entre las partes se hizo a principios de 2019 en un seminario de la Asociación Latinoamericana de Desalación y Reúso (Aladyr), un network especializado en recursos hídricos en el que Ivo Radic, gerente general de VIGAflow, representa a Chile. Semanas después, Ralph Gomes, gerente general de Tecnipar, contactó a Radic para ofrecerle asociarse.
Con operaciones en Chile, Perú y Brasil, VIGAflow maneja proyectos en Dubai, Egipto, Vietnam, Tailandia, Sudáfrica, Perú, Argentina y República Dominicana, la empresa asomaba como socia ideal para complementar la oferta de Tecnipar en Brasil aportando tecnología e Inteligencia Artificial. El plan considera potabilizar y recuperar las aguas servidas que trata Tecnipar para ser reutilizadas en otras funciones como la creación de vapor, hielo para refrigerar o agua limpia para lavar, evitando que esas aguas terminen siendo devueltas al cauce de un río o al mar. “De esta manera, no sólo se hace más eficiente el uso de un recurso cada vez más escaso, si no que se entrega un servicio 100% integral”, señala Radic.
Tras media docena de reuniones en Santiago y Sao Paulo, en julio de 2019 se dieron el apretón de manos. Un año después la firma inició la implementación de la planta de prefiltración, osmosis inversa y sistema de lavado de membranas para tratar aguas con alto contenido de sales, y convertirla en salubre para la limpieza y lavado de latas de aluminio de bebidas que Ball tiene en el Municipio de Viamão en el estado de Rio Grande do Sul. “Normalmente no toma más de 8 meses instalar una planta de este tipo, pero producto de la pandemia los tiempos se extendieron”, añade Radic.
Los primeros días de marzo se pondrá en marcha la planta que significó una inversión de US$ 200 mil y que promete facturar al menos US$ 10 millones el primer año. “Pese a no ser un monto tan relevante, este es solo el primer proyecto, lo logramos tras una competitiva licitación, ya que la industria de la alimentación en relación al uso del agua es muy exigente”, señala Pablo Lewin, presidente del directorio de VIGAFlow.
¿Cómo funcionará la planta? Se toma el agua que usa la compañía y se ingresa a unos micro-filtros para que, tras aplicarle presión, pase por un equipo de desalación y se generen dos corrientes: una con agua de muy baja cantidad de sales, y otra corriente con mayor cantidad de sal.
El grupo chileno liderado por Radic diseñó esta ingeniería y luego fue fabricada en Brasil. Exportarla no fue una opción debido a las altísimas barreras arancelarias que tiene este país y que llegan a alcanzar el 60% por sobre el valor de realizarlas in situ.
El plan de Bolsonaro
Los planes de VIGAflow se apoyan en la decisión del gobierno brasileño de privatizar el agua.
En octubre de 2020, el presidente de ese país Jair Bolsonaro aprobó un potente plan de financiamiento de US$ 126 millones a diez años -10 mil millones por año- para entregar al sector privado el tratamiento de agua y alcantarillado con el fin de reducir la contaminación de los ríos y mejorar los estándares de higiene.
Para este 2021, la compañía chilena cuenta con un plan de al menos 12 proyectos en Brasil, mercado que se ofrece como una oportunidad para crecer considerando la poca cobertura de agua potable que tiene, un sistema de alcantarillado precario y la poca tecnología en el tratamiento de aguas -sobre todo de lluvias- que se ha acrecentado producto del calentamiento global.
Ya están en conversaciones para concretar nueve proyectos de desmineralización de agua para uso potable por US$ 3 millones, además de una planta de desalación de agua de mar con energía solar en una isla por US$ 500 mil y otros seis de potabilización de agua superficial a través de un sistema de ultrafiltración, por otro millón de dólares. En total: 16 proyectos por US$ 4,5 millones distribuidos en diferentes estados, entre ellos, Río de Janeiro, Sao Paulo, Minas Gerais, Bahía, Paraná y Santa Catarina. Tras esto, el objetivo es asumir el 10% del mercado del agua brasileña.