Punto de partida
El emprendimiento familiar que apuesta por la salud mental y prendas para subir el ánimo
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En 1982, Jorge Mehech junto a su señora Virginia Sará fundaron Eclipse, una marca de moda femenina que buscaba vestir a las mujeres chilenas con las tendencias del mundo. Se posicionaron en los malls de la capital y con distribución a lo largo del país. El 2011, la segunda generación de este matrimonio llegó a la empresa. Javier Mehech asumió como gerente comercial y puso el foco en la creación de canales de venta digitales.
Hasta el 2020 no pasaban grandes cosas, se enfocaban en vender y ampliar su base de clientes. Sin embargo, el panorama cambió ese año. La pandemia los pilló desprevenidos y tuvieron que cerrar locales, además, les entraron a robar en su tienda de Patronato. Para sobrevivir, importaron mascarillas y ropa deportiva.
Esto les dió tiempo para replantear su misión y reenfocar la empresa, afirma Mehech hijo. “Teníamos la tesis de que más allá del Covid había una pandemia silenciosa de salud mental femenina, y dijimos, `tenemos que hacer algo y ser un aporte´”. Contactaron a la Fundación Salud Mental Chile y planificaron talleres de apoyo.
Diseñaron un programa llamado “La que se la puede puede y la que no la ayudamos” y convocaron mujeres a través de redes sociales. Eran talleres de 40 días, con enfoque en el Mindfulness y que buscaban acompañar a las mujeres. Fue un éxito. Aseguran que los talleres se llenan, ya han financiado 6.500 días y cerca de 200 personas. El año pasado vendieron US$ 2 millones en prendas.
Crecieron un 29% versus el año anterior (en tiendas equivalentes) y para este 2023 proyectan un 20% adicional con foco en digital y la internacionalización de la marca, “además de Chile y Paraguay estamos trabajando para entrar a Ecuador, Uruguay y Costa Rica”, adelantan.
“Con los talleres andando dijimos ‘ok, ahora busquemos algo relacionado con nuestros productos’”, cuenta Mehech. El 2021 la jefa de diseño, Josefina Langlois, estudió tendencias internacionales y vio que en los países nórdicos estaban de moda los colores flúor y las prendas con dibujos alegres; “dije ‘¿que será esto? ¿me hace sentido?’”, recuerda la diseñadora.
En ese momento descubrió el concepto Dopamine dressing (asociado a la dopamina, el neurotransmisor de la felicidad). Tanto los colores, como las texturas y el calce eran capaces de producir esta hormona. Leyó el libro Psicología del color, de Eva Heller, para reforzar esta teoría.
Así, crearon una línea asociada a esta tendencia; “pensamos que en el proceso de elegir la ropa, si se tiene una decisión mas consciente y se cuestiona cómo me está haciendo sentir esto, la persona en sí va a tener un progreso en su salud mental porque existe ese autoconocimiento y preocupación por el sentimiento propio”, explica la diseñadora.
Gracias a este nuevo foco, Eclipse ha logrado reuniones con el gobierno y universidades, y “se le dió un giro a la empresa”, dicen. Trabajan 20 personas y este año buscan llegar a diez mil días de talleres financiados, impactar a 500 mujeres y llegar con talleres a otros países de la región. “Queremos demostrar que se puede hacer empresa de manera distinta, aunque sea una pyme familiar en un rubro tradicional”, destaca el gerente comercial.