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La trama de "la cruzada de Xi" y los negocios de la élite china que revela Desmond Shum en "Ruleta rusa"
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Esta semana un podcast nos lleva hasta China, a las entrañas del sistema de clases, privilegios y represión en el corazón de Beijing. Llegué a este podcast buscando más información sobre la crisis de Evergrande. Pero, aunque no es el tema central, creo que ofrece importante información de contexto sobre lo que le espera al dueño del desarrollador inmobiliario y a otros altos ejecutivos, en lo que en la prensa repetidamente llamamos: “La cruzada de Xi”.
Si hay un hombre que sabe de ello es Desmond Shum, un inversionista chino que acaba de publicar “Ruleta Rusa”, un libro-memoria en que detalla sus negocios con la élite china desde inicios de 2000 hasta 2015.
Junto a su entonces esposa, Duan Weihong, también conocida como Whitney, Shum participó de millonarios negocios financieros e inmobiliarios, bajo un sistema de tráfico de influencias y pago de coimas. Una de sus principales socias era, dice Shum, Zhang Beili, esposa del exprimer ministro Wen Jiabao.
El libro fue publicado hace un par de semanas en Europa, donde Shum vive ahora con su hijo de 12 años. El lunes pasado dio una entrevista al podcast del Lowy Institute, un think tank de relaciones internacionales con sede en Australia.
Shum asegura que lo de Xi no es una cruzada contra la corrupción o la desigualdad, sino una estrategia de poder.
En la entrevista con Richard McGregor, investigador del instituto, Shum habla de cómo la aristocracia del Partido Comunista Chino domina el país y asegura que lo de Xi no es una cruzada contra la corrupción o la desigualdad, sino una estrategia de poder.
No es la primera vez que Shum aparece en los medios. Hace cuatro años, denunció la desaparición de su ex esposa, a plena luz del día en las calles de Beijing. Para entonces, Shum ya había salido del país junto a su hijo, pero Whitney no pudo hacer el viaje, pues ya le habían impuesto restricciones.
La desaparición de la millonaria empresaria se produjo mes y medio después de la detención de Sun Zhengcai, quien era considerado un sucesor de Xi, y que fue uno de los altos rangos del partido en ser “borrados” en medio de la purga anticorrupción de 2017.
Shum denunció entonces que su exesposa había sido detenida por el régimen comunista, pero nunca hubo un proceso formal. Pero Whitney reapareció en agosto, cuando llamó dos veces a Shum para advertirle que no publicara el libro.
“Me preguntó qué pasaría con nuestro hijo, si algo me ocurría. En la segunda llamada me dijo que el libro ponía en riesgo una vida, sin especificar si la de nuestro hijo, la mía o la de ella. Para mí es un mensaje del Partido (Comunista). (…) Antes de publicar actualicé mi testamento”, relata Shum.
Ni él ni Whitney pertenecían a la élite china. Shum explica que su ex esposa tenía un verdadero talento para crear redes de contactos, y pronto se encontró en las filas de mayor poder en Beijing. Su relación con la esposa de Wen Jiabao era especial. Ambos la llamaban “Auntie Zhang”. Auntie, algo así como “tía querida”, es un término que usan las personas en Asia para demostrar respeto y cariño hacia alguien mayor. “Auntie Zhang”, explica Shum, cobraba un 30% de los contratos en los que mediaba.
En 2012, un año antes de que Wen Jiabao dejara el poder, The New York Times publicó una investigación en la que reveló que Zhang, sus hijos, la madre y cuñados de Wen manejaban una fortuna por US$ 2.700 millones. Toda creada durante su estancia en el poder. Según Shum, “Auntie Zhang” les contó que su familia donó al Partido toda su fortuna, a cambio de no ser procesados como parte de la campaña anticorrupción que lanzó Xi.
Una campaña que Shum insiste tiene que ver con centralizar el poder y devolverlo a las filas de la aristocracia del Partido Comunista, que se entiende como los descendientes de quienes participaron en la gran revolución.
“El Partido Comunista no hizo reformas, no permitió el emprendimiento y la propiedad privada porque quiso. No, el Estado estaba quebrado, y dejar que haya empresas y que los granjeros sembraran su propia tierra era la única vía que tenía. Ahora, los empresarios le son prescindibles”, asegura Shum, cuestionado sobre la actual “ola regulatoria” lanzada por Beijing y que ve solo como parte de las aspiraciones del Politburó, no solo Xi, de reconcentrar el poder.
Al igual que otros empresarios caídos en desgracia, Shum cree que Xu Jiayin, el fundador y presidente de Evergrande, “no terminará bien”. Augura que la empresa será tomada por el Estado y Xu probablemente enviado a prisión.