Conocido como el Oráculo de Omaha, Warren Buffett es el rey del “value investing”. En jerga común, identificar empresas cuyo valor fundamental es bajo relativo al precio de mercado, logrando oportunidades de negocios.

En 1965 tomó el control de la empresa de seguros Berkshire Hathaway, y mediante la inversión del flujo que genera el negocio, logró crear un conglomerado que controla 67 empresas que van desde los seguros, ferrocarriles, dulces, utilities y logística hasta la distribución de combustibles. Incluso posee muebles y materiales de construcción.

También controla famosos negocios como Duracell y Spalding. Adicionalmente tiene importantes porciones no controladoras en Kraft Heinz, Coca-Cola, American Express, Bank of America y el 6% de Apple, convirtiéndolo en su segundo mayor accionista.

A pocos días que la idea de Sam comenzara a circular en la clase, llegó la noticia de la muerte de Charlie Munger, el eterno socio de Buffett quien fallecía a 33 días antes de llegar a los 100 años.

Ahora la gran pregunta de la conferencia sería sobre la sucesión, debido a que Warren tiene 93 años. La muerte de Munger no nos detuvo. Al contrario: nos animó más a asistir a la 60va reunión de Buffett, y la primera en 45 años sin Charlie a su lado.

La conferencia partió el viernes 3 de mayo. A las 11am se pueden ir a buscar las entradas y hay un evento tipo “convención” donde las empresas del holding tienen distintos stands para explicar sus servicios, vender productos o regalar souvenirs en limitados casos (y es que, en el Lollapalooza del capitalismo, todo se paga).

Al llegar ya se respira el ambiente de conferencia, en la calle se ven cientos de personas vestidas “casual formal”: algunos con chaqueta, pero todos con colgantes blancos en el cuello sujetando la credencial verde plástica que dice “accionista”.

Entramos haciendo una corta fila y en varios escritorios personas de la empresa reciben el comprobante de posesión de una acción, corroboran tu identidad y te entregan hasta 4 credenciales. Todo es relajado, y en la práctica nadie se queda fuera, los tickets sobran.

Históricamente Warren se ha negado a dividir la acción porque cree que así puede promover la inversión de largo plazo y eliminar la especulación. Sin embargo, la acción en 1996 llegó a valer 30 mil dólares y para detener la amenaza de la creación de fondos que repartieran pequeñas cuotas de la misma, el oráculo decidió democratizar el acceso permitiendo la conversión de las acciones de la A en 30 acciones de una nueva serie B, coexistiendo así dos series.

Esta nueva serie volvió a dividirse en 1 a 50 en 2010. Hoy la serie A vale 615 mil dólares, mientras que la serie B (que corresponde a 1/1.500 acciones de la serie A) transa en 408 dólares y es la que permite que llenar el estadio de la conferencia.

Después de tomar nuestros tickets, paseamos por la conferencia y compramos unos helados de 2 dólares. Por supuesto, eran “Dairy Queen”, una de las empresas del holding. No hay otra opción. 

Gracias a los contactos de MIT logramos conseguir una reunión con Charlotte Guyman, una de los 14 directores de  Berkshire Hathaway (BKH). Guyman fue de las primeras empleadas de Microsoft y forjó una amistad con Melinda French, quien posteriormente sería conocida como Melinda Gates.

Se unió al directorio de BKH en 2003 siendo la primera mujer no familiar de Buffett en entrar (la primera mujer fue la primera esposa del oráculo). De forma franca y directa nos contó sobre sus experiencias en la mesa directiva y la energía de Buffett que no declina a sus 93 años y cómo el estilo descentralizado de la compañía permite asegurar su sustentabilidad en el futuro.

Pertenecer al directorio de BKH es una preciada invitación y Buffett lo sabe. Los directores de BKH reciben sólo 900 dólares de compensación por cada sesión. El oráculo, además, exige que los directores y los ejecutivos tengan al menos una acción de la serie A, lo que por su precio demuestra que son capaces de generar dinero por su cuenta.

El sábado es el espectáculo principal. Como es una junta de accionistas, todos tienen los mismos derechos salvo una muy pequeña y exclusiva sección de directores e invitados. La única forma de conseguir buenos asientos es llegar temprano.

Comienzo la fila a las 4.30 am. Pidiendo el Uber, los precios ya muestran una demanda en alza. El chofer me dice que la gente ya está llegando al estadio. Hace frío, unos 15 grados. La mayoría tiene entre 30 y 40 años. Delante de mí, un hombre de unos 50 con su hijo de 12 años me cuentan que viene desde hace una década y se nota que están preparados: están sentados en sillas de camping plegables.

Esta vez es especial, asegura, porque es la primera vez que trae a su hijo. Está emocionado, dice que todo lo que sabe de economía lo ha aprendido de Buffett. Cada año el evento convoca a cerca de 40.000 personas en el Omaha Arena, un estadio techado de básquetbol y hockey sobre hielo.

A las 6am comenzamos a discutir cuál sería nuestra estrategia, así que comenzamos a preguntarle a los más experimentados: lo más importante, nos dijeron, era correr hacia la escalera derecha, subir la tribuna, y bajar las escaleras lo más rápido posible hacia los primeros asientos. 

Una hora más tarde abrieron las puertas y comenzó la batahola: los guardias gritaban que no se podía correr, y obedientemente los asistentes cambiaron entre paso rápido y trote. Logré conseguir tercera fila. Madrugar valió la pena.

El evento está dispuesto como una clásica junta de accionistas: una mesa negra en una tarima, tres grandes pantallas, y sobre todo, una espectacular bandera estadounidense.

El estadio está lleno. También han llegado Tim Cook, CEO de Apple, vestido de negro (como siempre), y Bill Gates, fundador de Microsoft, con camisa y un chaleco de algodón celeste. El ambiente es respetuoso. La gente se acerca al borde para tratar de sacar fotos a la zona VIP, pero no hay aglomeraciones, ni tampoco gritos. 

A las 8.45am empezó un video especial sobre Charlie Munger. Escenas de su vida, grandes momentos en conferencias anteriores y cameos de Buffett y su amigo en series de televisión como Desperate Housewives y The Office.

Mientras todos estábamos concentrados en la pieza audiovisual, llegó Buffett. En la mesa ya estaban Greg Abel (61), vicepresidente de la compañía, y Ajit Jain (73) VP de seguros. El video termina con una sección de fotos de “dúos dinámicos históricos”: se muestran a Batman y Robin, Thelma and Loise, Bert y Ernie, Simon y Garfunkel, Abbott y Costello, Steve Jobs y Wozniak, y, obvio, a Buffett y Munger. 

Al finalizar el video, Warren agradece a los que prepararon la pieza y menciona que Charlie ha sido el gran arquitecto de como es Berkshire Hathaway hoy. Luego comienza con un análisis del estado de resultado de la empresa la que tuvo una utilidad neta de US$ 12.7 mil millones el primer trimestre.

Luego de 10 minutos comienza el Q&A: con 10 tarimas distribuidas en el estadio, los asistentes hacen fila para que el Oráculo conteste sus dudas. La primera pregunta es sobre la reciente venta de un gran paquete accionario de Apple. Buffett menciona que sigue creyendo en las oportunidades de crecimiento de dicha empresa, pero asegura que puede tener una mayor diversificación.

Luego, en la tercera pregunta, Warren parte contestando, y luego automáticamente dice “Charlie”. Mira hacia el lado y agrega: “Disculpen, estoy tan acostumbrado”. Y Greg Abel toma la palabra para continuar tal como lo hacía Munger antiguamente. 

Hay preguntas de todo tipo. Un niño pregunta a Buffett qué haría si tuviera un día más con Munger. El oráculo contesta que encontraban diversión cada día: jugando golf, tenis y en los negocios.

Dice que Charlie es una persona que veía el “big picture”, mientras que él siempre ha sido de enfocarse en una cosa, y eso los ha complementado. Luego, asegura que “muchas veces encontrabámos más diversión cuando las cosas fallaban, cuando estábamos en el fondo de un agujero y tenías que trabajar y trabajar para salir de él”. 

Algunas preguntas van dedicadas a la caja. Berkshire mantiene US$ 188 mil millones en caja y bonos del tesoro estadounidense, siempre listos para una oportunidad. Warren no reparte dividendos. La única vez fue en 1967 y cuando le han preguntado sobre esta situación, reniega tal decisión. Dice que probablemente lo consultaron cuando él estaba en el baño.

El oráculo responde que con las mayores tasas producto de la inflación, practicamente le pagan para no gastar. Luego, agrega: “Jay Powell (presidente de la Reserva Federal) no sólo es una gran persona, sino un hombre muy sabio, pero él no controla la politica fiscal. Ahí es donde está el problema”. 

También, por supuesto, le preguntan sobre la inteligencia artificial. Y él responde: “Dejamos salir a un genio de la botella, tal como ocurrió cuando desarrollamos las armas nucleares. Tiene un enorme potencial para hacer el bien y un enorme potencial para hacer daño, y simplemente no sabemos cómo se desarrollará eso”.

Señala que un ejemplo es su uso para estafas: bromea con que sería interesante invertir ahí por su potencial crecimiento y comenta su experiencia viendo un video falso sobre él creado con esta tecnología. “Era tan convincente que casi me envío dinero a mi mismo a algún país remoto”. 

Algunos asistentes señalan que es la primera vez que viajan a Estados Unidos. Un asistente chino, un indio y un canadiense preguntaron al Oráculo si este invertiría en su país, a lo que responde pacientemente: “Seguro que hay buenas oportunidades allí, pero no somos expertos y creemos que con nuestro conocimiento podemos encontrar mejores oportunidades en los Estados Unidos”, lo que desata un estruendoso aplauso del público. 

A medio día hay un receso de almuerzo. Por US$ 6 puedes comprar una caja con un pequeño sándwich y una botella de agua. Después de la conferencia, también habrá un BBQ picnic para los asistentes. Como en todo el midwest, comer a las 18:00 es normal.   

Después de seis horas de Q&A, el Óráculo de Omaha recibe la última pregunta. Un alemán, el quinto del día, lo invita a almorzar y le pregunta si priorizaría diferente su tiempo si pudiese volver atrás. Buffett, con maestría, responde que probablemente no aceptaría invitaciones a almorzar si tuviera que priorizar mejor su tiempo.

Terminan las preguntas. La gente ovaciona de pie. Las preguntas terminan, Warren mira a la multitud, agradece y señala: “No sólo espero que vuelvan el próximo año, sino que también yo espero volver el próximo año”.