Cultura
Amaya Forch en la piel de Cecilia, La Incomparable: “Dejé de lado los miedos y me lancé”
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Si echa la memoria hacia atrás y piensa en Cecilia, la icónica cantante chilena apodada La Incomparable, Amaya Forch (51) dice que posiblemente escuchó sus canciones cuando era niña. Su madre cantaba y tocaba la guitarra; y entre su repertorio estaban canciones suyas como Baño de mar a medianoche o Aleluya. “Ahí tengo que haberme aprendido las más típicas”, cuenta. De lo que sí está segura es que, ya de adulta, la figura de la artista nacida en 1943 en Tomé empezó a cruzarse en su camino. Una y otra vez. Tanto, que las dos se fundirían en una sola.
Hace once años, la SCD organizó un homenaje a Cecilia. Amaya Forch, actriz y cantante, interpretó algunas de sus canciones. La Incomparable estaba en el público y conversaron un momento. Forch sabía que estaba la idea de hacer un musical basado en su vida. Soñaba con estar ahí: “En ese tiempo decía que eso sería maravilloso, pero también me repetía que nunca me iban a llamar para hacerlo. Por un tema físico, porque no me parezco. Aunque vocalmente las dos tenemos el mismo registro: también soy soprano y uso mucho vibrato”.
Hace cinco años, otro encuentro. Amaya Forch fue invitada como jurado al Festival de La Guinda en Romeral y, en un nuevo homenaje a Cecilia, le pidieron cantar. Incluso hizo dúo con La Incomparable: juntas cantaron Un compromiso. Ella aún guarda la grabación de ese día. Compartieron además el fin de semana. “Estuve harto con ella y nos conocimos”, dice.
En 2021 Amaya Forch participó en el programa The Covers, imitando a Paloma San Basilio. La misma noche en que mostraron su interpretación en televisión, le llegó un audio de Cecilia. También lo tiene guardado. “Me decía: ‘así se canta, así se hace, dale, tú no deberías estar imitando a nadie, deberías estar brillando en el escenario’”.
Al año siguiente vino un llamado de Vanessa Miller, quien llevaba una década persiguiendo hacer una obra que retratara la vida de La Incomparable. “Me dice: ‘Amaya, ¿te gustaría hacer Cecilia adulta en una serie que vamos a hacer? Piénsalo y me contestas’. Dije inmediatamente que sí”. Ahí empieza la historia de la que va a hablar en esta entrevista de mediodía, sentaba en un local de Providencia, bebiendo un café con leche vegetal de almendra. “Para mí era un sueño hecho realidad, pero también un gran desafío no sólo en el aspecto físico, sino en los gestos, en la voz, en los sentimientos, en todo”.
Dejar la piel propia para meterse en otra.
“Le mandaba audios todo el rato”
Cecilia fue esencial en la Nueva Ola de los años 60, pero a su estilo. Desafiante, provocadora. Usaba pelo corto y pantalones. Le gustaba transgredir. Sus bailes eran performances en el escenario, con pasos como el beso de taquito, inspirado en el fútbol. No le importaba que la encontraran poco femenina o rumorearan de su sexualidad. Sacaba discos, escribía canciones, ganó el Festival de Viña en 1965. Acumulaba premios, ventas, fans.
Después del golpe, se sumergió: cantaba en boites y clubes nocturnos, lo cual alimentaba su figura de culto. En los 90 salió de nuevo a la superficie. Pero lo había pasado mal, incluso había estado presa en 1987. Ella ha dicho que fue por motivos políticos, otras versiones -recogidas en la prensa de la época- aseguraban que fue por líos económicos.
Todo esa larga ruta vital está en la serie La Incomparable, que dirige Vanessa Miller y se estrena el 6 de octubre en TVN, el mismo mes en que Cecilia cumple 80. Fue rodada en agosto, septiembre y octubre del año pasado. La actriz Daniela Benítez personifica a la cantante entre los 17 y los 39 años. Amaya Forch desde los 40 en adelante. “Dejé de lado todos los miedos que uno puede tener como actriz y me lancé”, explica.
-¿Cómo te metiste en la piel de Cecilia?
-Ella me ayudó mucho en el proceso de construcción del personaje. Le pregunté mil cosas, le mandaba audios todo el rato, que me dijera tal o cual frase, que cuál era su garabato favorito, que “fuma y mándame un video de cómo fumas”. Fue muy generosa. Si le pedía diez audios, ella mandaba veinte. Para mí era y es importante que ella estuviese conforme con mi trabajo, que sintiera que lo que hice la reflejaba más allá de la historia, que me conectaba desde la emoción y los sentimientos con lo que ella vivió.
-En esta navegación emocional de Cecilia, ¿qué encontraste?
-A mí me impresiona lo valiente que fue desde niña, lo porfiada también. En el sentido de seguir adelante a pesar de todo, de creer profundamente en ella misma. Me emociona y me impresiona que ella haya tenido tanta fuerza. Su historia es mucho más potente de lo que uno sabe o de lo que se imagina.
"Para mí era y es importante que ella estuviese conforme con mi trabajo, que sintiera que lo que hice la reflejaba más allá de la historia, que me conectaba desde la emoción y los sentimientos con lo que ella vivió#
“En la cárcel le rompieron la mandíbula”
-Te toca actuar uno de los episodios más oscuros de su vida: sus 28 días presa en Arica…
-Sí, una experiencia tremendamente fuerte, además ella se enfrentó a la posibilidad de no poder cantar nunca más porque en la cárcel le rompieron la mandíbula.
-¿Cómo lograste ponerte en su lugar en una experiencia tan extrema?
-Busqué todos los referentes que pude, cómo era esa época, quiénes eran las presas que la acompañaron, cómo era el ambiente. Trabajé mucho la empatía desde Amaya hacia Cecilia, en el sentido de qué significaría para cualquier cantante enfrentarte a la posibilidad de no volver a cantar. En el caso de Cecilia sobre todo, porque me parece que a través de su canto ella pudo ser quien sentía que era, revelarse ante el mundo y desarrollarse en todo, como mujer, en su vida amorosa, en su forma de vestir. Ella pudo sacar su esencia gracias al canto, entonces enfrentarte a la posibilidad de perderlo… Además en un contexto muy hostil.
-¿Hablaste con Cecilia sobre la cárcel?
-Hablé todo con ella, participó mucho en la serie.
-¿Qué te dijo de la cárcel?, ¿qué pistas te dio?
-No sabría decirte algo específico.
-¿La quiebra?, ¿la emociona?, ¿la enrabia?
-Sí, claro. Todo ello.
-¿Todavía?
-En este momento no sé, tendrías que preguntarle a ella. Pero en ese tiempo habían emociones, lo puedes ver en las canciones que compuso en la cárcel. Qué impresionante que a pesar de todo siguió componiendo, se le venían melodías y letras a la mente. Lo que te decía: su esencia es a través de la música.
"Me parece que a través de su canto ella pudo ser quien sentía que era, revelarse ante el mundo y desarrollarse en todo, como mujer, en su vida amorosa, en su forma de vestir"
“Realmente soy otra persona”
Amaya Forch reconoce que tuvo que ensayar e integrar muchas cosas de Cecilia. La manera de hablar, el famoso beso de taquito, el paso del micrófono alrededor del cuerpo cuando canta. “Ella tiene un tono de hablar difícil, la forma en que frasea, posiblemente por la fractura de mandíbula. Marca las eses, marca la ch. Tuve que hacer todo de una manera que ella no se sintiera mal”, señala. En lo físico tuvo que ponerse lentes de contacto café y usar una placa parecida a la dentadura de la cantante. El resultado es asombroso.
-Tú que no fumas, tuviste que fumar.
-Claro, y ella agarra el cigarro de una forma particular. Además, fuma de los más fuertes y más malos. Tuve también que aprender su manera de caminar, porque su corporalidad es totalmente distinta a la mía.
-¿Cómo camina Cecilia?
-Creo que la Cecilia lleva a cuestas toda su historia cuando camina. Y a mí me tocó la parte de su vida que ya lleva ese peso. La Cecilia más joven es más saltarina, más liviana.
"Ella tiene un tono de hablar difícil, la forma en que frasea, posiblemente por la fractura de mandíbula. Marca las eses, marca la ch. Tuve que hacer todo de una manera que ella no se sintiera mal”
-¿En la serie representas a Cecilia hasta qué edad?
-Tengo escenas hasta casi los 70, por ahí. Es impactante el trabajo que hizo el equipo de caracterización, sobre todo en la escena donde estoy bien mayor. Realmente soy una señora, soy otra persona.
Entonces Amaya Forch cuenta una anécdota. Estaban casi por grabar una escena donde Cecilia está en coma, tendida en una cama, demacrada, y la van a ver sus amigos Valentín Trujillo, Gloria Simonetti y el Pollo Fuentes. La actriz los saludó efusivamente, porque los conoce, pero los tres fueron muy parcos. Y la miraban con extrañeza. Ella no entendía por qué. Hasta que un rato después, los escuchó preguntar quién era esa mujer tan confianzuda. Cuando les dijeron, no podrían creerlo. Ahí fueron a saludarla de nuevo, a pesar de que no veían a Amaya Forch sino a Cecilia muy enferma.
“Diría que fue fascinante”
-Siempre quisiste representar a Cecilia, pero te sentías fuera de competencia por no parecerte físicamente. ¿Qué sientes con esta serie donde eres ella?
-Me gustaría destacar algo. Vanessa Miller tiene dos cosas en común con Cecilia: es valiente y es porfiada. Ella se atrevió a llamarme para esta serie, en un país donde generalmente los actores son llamados a hacer personajes parecidos a su físico. Ella, contra viento y marea, se lanzó conmigo.
-¿Es un papel que te emocionó?
-Sí, el proceso completo, desde el primer llamado, desde todos los ángulos. Yo llegaba a mi casa y era como “guau, qué increíble esto que estoy viviendo”. Creo que no soy tan porfiada y fuerte como la Vane y la Cecilia, pero igual: calladita, tranquilita, lo conseguí.
-¿Cantas en la serie?
-Sí, pero poco. Porque me toca el período en que ella empieza a tratar de hablar, lo logra con dificultad, luego se atreve empezar a cantar de a poco. Después sí me toca una canción, que no es muy conocida: Haré lo que se me antoje. Me habría gustado cantarlas todas.
-Aparecen Francisca Valenzuela y Mon Laferte cantando canciones de La Incomparable. ¿Por qué?
-La Fran y la Mon son parte de los sueños de Cecilia cuando estuvo en coma.
-Mirando en retrospectiva, ¿qué tan difícil fue meterse en la piel de Cecilia?
-Yo no diría que fue difícil. Yo diría que fue fascinante.