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Cultura

Blanca Lewin: “Me pregunté ¿Por qué me meto a hacer una obra de crisis de pareja cuando vengo saliendo de una?”

Blanca Lewin: “Me pregunté ¿Por qué me meto a hacer una obra de crisis de pareja cuando vengo saliendo de una?”

La actriz es protagonista de la obra En el medio, que trata del quiebre de un matrimonio. Dice que aceptó el papel de inmediato, pero que después se arrepintió un poco. Cargaba con su propia ruptura, después de ocho años junto al periodista Daniel Matamala. Lo habló con su terapeuta, resistió estoica los ensayos y hoy asegura que se siente liviana. “Lo bonito es que uno estrena y eso se acaba, porque se lo entregas al público para que lo piense y lo mastique”, explica.

Por: Patricio De la Paz - Fotos: Verónica Ortiz | Publicado: Viernes 28 de julio de 2023 a las 04:00
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En el escenario, una mujer desata una tormenta.
Es de madrugada. Sole, así se llama esa mujer, está en la cocina junto a su marido. Conversan, discuten, pero es un diálogo entre quienes ya no se escuchan. Ella le dice que ya no lo ama, que está cansada, que se ha sentido demasiado tiempo sola. Que se va a ir a la casa de su madre. Él, Toño, le dice que lo piense bien, que las cosas no parecen ir tan mal.

Ella se mantiene firme, a ratos duda, se quiebra, pero vuelve a retomar su decisión de abandonarlo. En un momento, incluso, le dice que se ve con otro hombre. Entonces, por primera vez, se instala entre ellos un silencio profundo, doloroso. 

Esa mujer, Sole, es el personaje que la actriz Blanca Lewin interpreta en la obra En el medio -del británico David Eldridge-, que el Teatro Zoco presenta hasta el 26 de agosto. Dirigida por Aliocha de la Sotta, con el actor Claudio Arredondo en el rol de Toño, la historia pone en escena un quiebre de pareja. Ese momento en que uno de dos dice no más y da un paso al costado, con culpa, con rabia, con frustración. 

Para Blanca Lewin no fue un papel fácil. De manera inevitable, ya en los ensayos que comenzaron en abril, el tema de la obra le removió heridas y situaciones personales. Cargaba encima un quiebre sentimental reciente: en 2022 se había terminado su relación de ocho años con el periodista Daniel Matamala, con quien empezó como pareja en 2014 y se casó en 2020.
“Acepté de inmediato este papel, pero después me arrepentí un poco”, comenta en un café de Ñuñoa, cerca de su casa, mientras bebe sin apuros una taza de té. Pero no hay dramatismo aquí. Más adelante dirá incluso que, pese a que en este desafío hubo hasta lágrimas, el ejercicio de llevar el fin de un matrimonio al teatro resultó sanador. Como si se sacara un peso de encima.
 

“Fue doloroso para todos”

-Ha sido un 2023 muy teatral para ti: esta es tu quinta obra en el año. 
-Sí, es la primera vez que me pasa esto de estar haciendo tanto teatro en un año. Cuando era soltera hacía muchas cosas al mismo tiempo, pero después con la crianza de los hijos obviamente pasa un período en que echas a correr la bicicleta: uno puede estar varios años en eso hasta que ocurren cosas como la de este año. 

-¿Qué hace diferente a En el medio respecto de las otras obras que hiciste? 
-Bueno, es la única obra de pareja. Es un drama realista y eso ya la hace distinta a todas las demás. Es además una sola escena, como si fuera un plano secuencia. 


-¿Cómo llegaste a esta obra? 
-Me llamaron del teatro a fines del verano para saber si quería hacerla. Me dijeron que la iba a dirigir Aliocha, y yo nunca había trabajado con ella. Sólo había visto montajes que ella había dirigido y la había visto actuando, sabía quién era, pero no la conocía personalmente. La oportunidad de trabajar con gente que nunca he trabajado es lo que más me seduce, poder aprender nuevos lenguajes, nuevas maneras, nuevas miradas. Me hace crecer como actriz. Con Claudio Arredondo nunca había estado en teatro tampoco. 

-¿Fue un papel que aceptaste de inmediato o lo pensaste? 
-Acepté de inmediato. No lo pensé, y después me arrepentí un poco. 

-¿En serio?
-Sí. Es que después me pregunté: “¿Por qué me meto a hacer una obra de crisis de pareja cuando yo vengo saliendo de una?”

-¿Eso fue lo que pensaste después del entusiasmo inicial? 
-Claro. Lo hablé con mi sicóloga y ella me dijo “te va a hacer bien”; y yo le dije “odio hacer terapia en el teatro, para eso hago terapia aparte”. Pero es inevitable, y ocurre independiente de si uno está en pareja, si se separó recién o hace siete años. Da lo mismo, porque finalmente el proceso de los ensayos fue doloroso para todos, estoy hablando de Aliocha, de Claudio, de mí, de cuando venía Fernando Milagros (quien se encargó de la música). Todos siempre tuvieron algo que compartir respecto de lo que estaba pasando en la escena. Lo bonito de eso es que uno estrena y eso se acaba, porque se lo entregas al público para que lo piense, le dé vueltas, lo mastique. 

-¿Lo sueltas? 
-Lo sueltas, esa es la sensación. Yo ahora me siento súper aliviada.

-O sea fue en los ensayos donde el tema te recorrió por dentro...
-Sí, es que en el ensayo uno está en la búsqueda, en proceso. Pero no necesariamente el personaje que uno está haciendo se parece a lo que uno ha vivido. A veces se parece a lo que uno ha visto en el otro, a veces a lo de uno mismo; hay una mezcla como de estar en distintos lugares. Eso es interesante porque de alguna manera te permite tener la empatía con el otro, entender cosas que uno no quisiera empatizar y que te cuesta entender. 

-¿Hubo cosas concretas durante el ensayo que te asustaron, que te volvieron a fragilizar? 
-Hubo un momento en el proceso de ensayo en que la obra era con música. Justo ese día vino Fernando Milagros y entonces Aliocha quería escuchar la música más rato, lo que significó que yo me tenía que dejar llevar por la emoción de ese momento. Y ese día me asusté, porque sentí como que se me abrió una llave; no paré de llorar como por dos semanas, todos los días… 

"Ese día me asusté, porque sentí como que se me abrió una llave; no paré de llorar como por dos semanas, todos los días…"
-¿Empezaste a llorar recién ahí?
-No, ya había llorado harto, pero me pasó que en ese momento era como si todo lo que quedaba adentro había que vaciarlo, como cuando uno se rebalsa. Todos los días lloraba. Eso me asustó mucho. Yo decía “esto no está bien”. Fue persistente, pero en algún momento se detuvo. 
 

“Hay una parte de ti ahí”

-¿Cuánto puede una obra teatral remecer la historia propia?, ¿se pueden separar ambos mundos, o lo biográfico está al servicio de la interpretación?
-Creo que se pone al servicio. No queda otra, porque es lo que uno conoce. Lo interesante es cuando uno sale a buscar a través de otros referentes y otras cosas. También cuando hay una búsqueda en una manera de trabajar; eso a mí me ayudó bastante porque Aliocha tiene un método súper particular que tiene que ver con armar una estructura de una determinada forma. Eso es súper interesante, porque también te saca de la autoflagelación emocional.

-Pero cuando te dicen “conéctate con la frustración de pareja o con la pena de un quiebre”, ¿eso siempre parte de uno mismo?
-Parte de uno, sí, pero también nuestro trabajo tiene que ver con la imaginación, porque es finalmente una creación. Hay una parte de ti ahí, pero tienes que imaginarte a esa mujer, en esa situación, con esa vida que ha tenido. Y siento que ella (Sole) ha tenido una vida súper distinta a la mía, y es difícil empatizar con eso. Todo el monólogo en que ella habla de su vida, su familia, el colegio y cómo llegó hasta ahora, muestra una vida súper mediocre pese a que tuvo muchas comodidades en la infancia y adolescencia. Yo siento que he vivido la vida al revés que ella. La encuentro muy inmadura, egoísta. 

-De todas formas, ¿cuánto coraje hay que tener para volver a visitar un quiebre propio y reciente? Porque ya me has dicho que es inevitable en la obra.
-Sí, es inevitable. 

-¿Cuánto duele?
-Es lo que te decía: uno se ve obligado a meterse de nuevo en situaciones propias súper dolorosas, pero también hay algo muy bonito que se produce con los otros que están en ese trabajo. Todos compartimos cosas, no es que tú te metas en tu propia depresión y fragilidad, sino que estás ahí con otros que también tienen una historia, dolores, quiebres. Lo compartes y después lo pones al servicio de los espectadores, para que ellos se vayan con esta reflexión. Hay gente que lo pasa muy bien en la obra, pero hay otros que se van para adentro. Yo no sé cómo se irán para la casa esos matrimonios, pero me parece una cosa necesaria.
 

“Esta obra me saca algo de encima”

Daniel Matamala, la ex pareja de Blanca Lewin, fue a ver En el medio hace una semana. Luego de la función la saludó y la felicitó por el trabajo. Al día siguiente posteó el afiche de la obra en su Instagram y escribió: “Una mirada emotiva y conmovedora sobre la adultez”. 

Ella no se va a referir a eso en esta entrevista. Cuenta otras cosas sobre la obra. Como que la directora Aliocha de la Sotta va a todas las funciones y que, por eso, está permanentemente haciendo ajustes. “Te da nuevas luces para refrescar lo que vienes haciendo. Por eso a mí me encantan los directores que van a ver todas las funciones. Héctor Morales también es así, o Pablo Brunetti”. 

-Esta obra trata del quiebre de una pareja, pero pone muchos más temas sobre la mesa: el abandono de uno mismo, no hablar las cosas a tiempo, la culpa.
-La culpa es feroz.

-También toca el tedio, el cansancio. ¿Se puede prevenir todo esto o es un costo inevitable en las relaciones humanas? 
-Que difícil pregunta... Todos tendríamos que ser demasiado inteligentes emocionalmente para evitar esos problemas, y creo que no lo somos. O sea, en las relaciones hay probablemente uno que pone más que otro. O uno dice “tendría que haber leído esto a tiempo”, pero en realidad a veces no te dieron ninguna señal, o al revés. Es muy difícil. Son dos personas distintas, que funcionan a tiempos distintos. 

-¿Algo más que esta obra ponga de relieve?
-La edad. Envejecer juntos y envejecer uno mismo.
 
-Queda claro cómo tu experiencia personal entró en En el medio. Y en el sentido inverso, ¿sientes que la obra te dejó algo a ti en tu propio proceso? 
-Lo que a mí me deja esta obra tiene que ver tal vez con empatizar con ciertas cosas que para uno eran como más rígidas. Pero en realidad no es como que esta obra me deje algo, sino que esta obra a mí me saca de encima algo.

-Explícame eso...
-Sí, me saca de encima algo... Me meto en esta obra, en este proceso súper doloroso que viví en un quiebre no hace tanto, y más que dejarme algo, me alivia. 

-Finalmente tu terapeuta tenía razón
-Puede ser (risas). Esa fue la sensación que tuve en el estreno, como decir “ya, esto no está más de este lado, ahora está allá”. Siempre es una sorpresa, porque a uno se le olvida cuando está en el proceso de ensayos, pero luego viene el público y la energía se va para allá.

-Aliviada ya de eso, ¿intentarías una vez más una relación de pareja? 
-Ahora no, estoy concentrada en otras cosas. Puedo tener una sensación de nunca más, pero es absurdo pensar eso. Podría ser un pololeo muy puertas afuera, no sé, pero ni siquiera me imagino en esa situación hoy. El único compromiso emocional que quiero tener en este momento es con mis dos hijos, con nadie más.


Pasos siguientes
Además de las obras teatrales, Blanca Lewin está todas las mañanas en un programa en la radio Universo. Y en TVN está por partida doble: conduce el espacio cultural Hora 25 y también Chile 50, que a propósito del medio siglo del Golpe recorre los últimos años de la historia de Chile.

“A mediados de agosto empiezo a ensayar otra obra de teatro, Callas, la hija del destino. La escribió Ximena Carrera, la dirige Jesús Urqueta y actuamos Claudia Cabezas y yo. El estreno será en octubre en la sala Arrau del Teatro Municipal. Yo hago de María Callas, pero no sé cantar así que no esperes que lo haga”, cuenta.

“Además, a fines de agosto tengo un estreno cinematográfico, Allanamiento. Está basada en un caso real de corrupción y el protagonista es Pablo Cerda. Yo hago el papel de su jefa”.

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