Cultura
Cómo la confusa muerte de la DJ Anna Cook se convirtió en un podcast documental
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No nació como un podcast. Eso iría ocurriendo en el camino. Lo que sí estaba claro al inicio, es que era un tema que urgía investigar.
El periodista Rodrigo Fluxá -autor de libros de investigación sobre el crimen de Daniel Zamudio y sobre el caso de Viviana Haeger en Puerto Varas- quedó sorprendido al igual que todos los que, a través de las noticias, se enteraron de la muerte de la DJ Anna Cook, nombre artístico de Ana María Villarroel. Ocurrió el 2 de agosto de 2017. Ella tenía 26 años.
A Anna Cook la había encontrado en su pieza, desnuda, quien le arrendaba ese espacio en una casa en Providencia, en la calle Tranquila. Ese hombre, Raúl Azócar, productor, apodado El Gato, dijo que la llevó en taxi al Hospital del Salvador, donde la chica entró casi sin signos vitales. Él no la registró con su nombre real, porque dijo no recordarlo, sino con el alias musical. Dijo que la chica estaba deprimida, que era epiléptica, que consumía drogas. Al principio no lo mencionó, pero después reconoció que un amigo lo acompañó en su casa la noche antes de que muriera la DJ.
Kattia González, madre de la joven, no cree lo que dice Azócar. Tampoco los amigos de la joven ni los grupos de apoyo LGTBI, quienes han sostenido que ha habido discriminación por la condición de lesbiana de la artista. Todos ellos aseguran que se trata de un homicidio. Para el estallido, en 2019, muchos rayados de las calles hacían la misma pregunta: “¿Quién mató a Anna Cook?” La interrogante se proyectó, en marzo del 2020, sobre la torre de Telefónica. La Fiscalía sigue investigando. No hay formalizados. El caso está abierto.
Frente a ese panorama de confusión que estuvo desde el comienzo, Rodrigo Fluxá sintió la necesidad de investigar. Sobre todo después de que la madre de Anna hiciera públicas sus dudas. “Que el caso fuera difuso es un atributo más que un problema para una investigación, para preguntarse qué pasó aquí. Además, se veía muy inmóvil la arista judicial para algo de la gravedad que se estaba denunciando”, dice el periodista a DF MAS.
“Que el caso fuera difuso es un atributo más que un problema para una investigación, para preguntarse qué pasó aquí. Además, se veía muy inmóvil la arista judicial para algo de la gravedad que se estaba denunciando”, dice el periodista Rodrigo Fluxá.
Como él no tenía todo el tiempo que necesitaba, contactó a Valentina Millán, periodista más joven que había sido su alumna en la UDP. Fluxá la guiaría.
Lo que de allí resultara podría ser un nuevo libro.
Jamás pensó en un podcast.
La apuesta
Trinidad Piriz sí pensaba en podcast. Eso era, de hecho, su trabajo.
A fines de 2021 asumió como directora de Podium Podcast en Chile, la plataforma de audio digital del grupo español Prisa. Piriz tenía en mente tres líneas principales de podcast: de conversaciones, de ficción y de no ficción o documental. Echó a andar de inmediato la búsqueda de ideas. Todo al mismo tiempo.
Rápidamente enganchó con la actriz Elisa Zulueta y la comediante Paloma Salas para el podcast de conversación Expertas en nada, que debutó en julio de 2022. Fichó también a la guionista Catalina Calcagni, con quien armaron el podcast Corderos, thriller de ficción sobre la violencia escolar cuyo primer capítulo se liberó en noviembre.
Trinidad Piriz ya había contactado también a Rodrigo Fluxá. Hablaron entre enero y marzo de 2022. “Me llamaron y me preguntaron si tenía alguna idea. Yo no tenía nada nuevo ni tenía ganas de empezar algo de cero. Entonces le comenté lo que habíamos avanzado con el caso de Anna Cook. Teníamos como 40 entrevistas grabadas. Además ella era DJ, una música sorprendentemente buena, y eso era atractivo para un podcast”, recuerda Fluxá.
“Empezamos a ver los pros y contra de varios casos, pero llegamos a la conclusión de que éste era el mejor para un medio sonoro”, señala Piriz. “Era además un caso medianamente conocido y ellos tenían un porcentaje de investigación ya avanzado. Había que tomar ese pedazo de investigación, robustecerlo y avanzar”.
Con el financiamiento de Podium Podcast, comenzaron a trabajar juntos. Y a aprender, precisa Fluxá: “Yo no había hecho nunca este formato; y la Trini no tenía background periodístico. Tampoco Luciano (Correa, quien se encargó del diseño sonoro) había trabajado con no ficción. Era una apuesta”.
“Empezamos a ver los pros y contra de varios casos, pero llegamos a la conclusión de que éste era el mejor para un medio sonoro”, señala Trinidad Piriz.
“Un trabajo de hormiga”
Tras cerrar con Podium Podcast, el equipo de investigación sumó al periodista Sebastián Palma, en jornada casi completa. Era harto trabajo por delante y había que acelerar los tiempos.
“Hasta entonces ya nos habíamos dado cuenta de que había hebras por todos lados, que era un tema judicial y pericial difícil de entender. Había que mostrar todas las cartas, hablar con todo el mundo. Había muchas capas hacia abajo. Además, queríamos contar algo más que la anécdota, ésa es mi regla autoimpuesta, porque si no se empieza a hacer morbo por el morbo. No me interesa el Mea Culpa de Carlos Pinto. Sé que es ambicioso, pero queríamos contar esa porción del país donde sucede esto, porque este es un caso súper generacional”, dice Fluxá.
Trabajaron con mejores grabadoras, mejores micrófonos, cuidaban que las conversaciones sucedieran en lugares cerrados, empezaron a registrar ambientes. Al final de la investigación ya tenían 100 entrevistas realizadas y habían revisado 500 páginas de archivos judiciales. Lograron hacer una cronología detallada de los hechos, “un trabajo de hormiga”, señala Fluxá. Y asegura que lograron también responder la pregunta que le da el título al podcast: “¿Quién mató a Anna Cook?”
"Queríamos contar algo más que la anécdota, ésa es mi regla autoimpuesta, porque si no se empieza a hacer morbo por el morbo. No me interesa el Mea Culpa de Carlos Pinto. Sé que es ambicioso, pero queríamos contar esa porción del país donde sucede esto, porque este es un caso súper generacional”, dice Fluxá.
Cinco canciones
En octubre pasado, con todo el material reunido durante cinco años, Rodrigo Fluxá empezó a escribir los guiones de los 11 capítulos. Un trabajo colectivo, dice Trinidad Piriz, porque ella y Luciano Correa participaban en el proceso. Claro: no se trataba sólo de escribir, sino que había que insertarlo en un universo sonoro.
“Trabajamos la sonoridad en conjunto. Fueron procesos muy creativos para construir algo que sonara como una unidad a partir de cosas distintas”, explica Piriz. “Estaban las entrevistas antiguas, que estaban mal grabadas, sonaban mal, pero eran interesantes: se escuchaban cosas reales, de gente real, en sus ambientes reales; era acceder a algo íntimo, muy de adentro. Estaban también los archivos que se grabaron después y que sonaban extremadamente limpios. Estaban las voces de las dos narradoras que, desde generaciones distintas, guían el relato. Estaban las composiciones sonoras que hizo Luciano. Y estaba la música de Anna”.
La música de Anna Cook era importante. No sólo porque enriquece la sonoridad del podcast, sino también desde un punto de vista editorial: “Es darle relevancia a esta música súper buena y que está como enterrada debajo de todas las pericias del caso”, comenta Fluxá. Coincide Piriz: “Las canciones de Anna son una guía para abrirnos a su mundo, su música, sus texturas, la electrónica que hacía, las palabras que allí ponía. Entendemos mejor a Anna cuando descubrimos su obra”.
En el podcast usaron cinco canciones de Anna Cook. Ninguno de sus temas está inscrito ni tiene derecho de propiedad intelectual, así que Piriz comenta que han ayudado a Kattia González, la madre, con ese proceso. Como eso es largo y toma tiempo, “ella nos firmó un documento donde nos permite usar esas cinco canciones y nosotros le pagamos por el uso de ellas; todo ha sido muy transparente”, explica.
A dos voces
Lo de las dos narradoras no es un detalle.
Rodrigo Fluxá explica que una de las decisiones más difíciles fue definir quién iba a contar la historia. “Había que decidirlo al principio y después no se podía retroceder”, dice. Él no quería hacerlo, así que vio la posibilidad de un relato en tercera persona: escuchó muchos podcast norteamericanos que lo hacían así, pero no lo convencieron. Entonces volvió a mirar el propio proceso de investigación de esta historia y ahí encontró la respuesta.
“Las canciones de Anna son una guía para abrirnos a su mundo, su música, sus texturas, la electrónica que hacía, las palabras que allí ponía. Entendemos mejor a Anna cuando descubrimos su obra”, dice Trinidad Piriz.
“En mis reuniones con la Valentina yo veía la brecha generacional respecto al tema; para mí era entrar a un mundo desconocido. Y también veía la importancia de tender puentes, de conversar, de adaptarse. A partir de ello, pensé que en el podcast intervinieran dos voces que mostraran eso”, cuenta.
En el podcast hay dos mujeres que van armando el relato desde miradas distintas; una con una mirada más descreída, desde un mundo más ajeno al de la historia, y la otra con más pasión e ímpetu. “Y es curioso, porque hay gente que escucha el podcast y encuentra que la villana es la narradora mayor, pero otros encuentran que la villana es la más chica”.
La audiencia se manifiesta
Entraron a grabar los capítulos a fines de marzo. “Fue lo último, pues ya teníamos todo el mundo sonoro muy bien armado”, explica Piriz.
El debut fue el miércoles 7 de junio, con los dos primeros capítulos. El miércoles siguiente subieron otros dos. Y esta semana liberaron el quinto. Desde el inicio han estado en Spotify como el podcast más escuchado en Chile.
Fluxá comenta que a medida que avanzan los capítulos se van a ir dando respuestas. Dice que tanto la madre de Anna Cook como la Fiscalía ya están avisados de que la investigación arrojó información nueva, aunque no les han dado los detalles. Consultado sobre qué tipo de novedades se trata, Fluxá no quiere hacer adelantos, sólo comenta que “no queríamos hacer un podcast sobre el misterio, nosotros queríamos responder a la pregunta. Y el podcast lo hace. Lo que después haga la justicia o la mamá de Anna, lo entendemos y respetamos”.
Como sea, hay audiencia que ha alegado. La semana pasada, La Colectiva Justicia para Anna Cook apuntó duro contra el podcast. Los acusaron de no cumplir compromisos de información que habrían contraído con la madre de la DJ y cuestionaron su ejercicio periodístico en la investigación.
Desde Podium Chile, Trinidad Piriz dice que todas las respuestas de los auditores se aceptan, que en un podcast siempre las audiencias son más activas y que estos escenarios de personas o grupos disconformes eran previsibles. “Entrar a esta historia era meterse a las patas de los caballos, iban a salir chispas”, explica. Por el momento no están interesados en entrar en discusiones ni responder formalmente. Sólo aclara que en todo el proceso del podcast han sido asesorados por abogados, que la Fiscalía tiene los antecedentes y que la madre de Anna sabe lo que ha estado haciendo el equipo.
Emocionar con los datos
No da cifra exacta, pero sí un rango. Trinidad Piriz señala que el costo de hacer este podcast es equivalente a lo que cubre un Fondart de producción: entre $ 30 millones y $ 60 millones. Fueron financiados en su totalidad desde el Grupo Prisa. Recalca que no es algo que puedan hacer todos los años, pero es importante ahora que están abriendo la plataforma y necesitan armar una comunidad robusta y tener prestigio editorial.
“Y me interesa aclarar que no hay lucro en esto”, agrega. “Mucha gente nos ha dicho que estamos lucrando con la muerte de una persona y no es así: pagamos por una investigación y la desplegamos sobre la mesa. Es el pago a un equipo que ha hecho muy bien su pega por un año y medio; después de eso no hay lucro. Quien lo siga afirmando arma una fake news, falta a la verdad”.
“Mucha gente nos ha dicho que estamos lucrando con la muerte de una persona y no es así: pagamos por una investigación y la desplegamos sobre la mesa", sostiene Piriz.
Por su parte, Rodrigo Fluxá hace su personal balance: “Fue más trabajoso incluso que hacer un libro. El volumen de entrevistas es más, hay que hacer un puzzle armando el guion, hay que chequear el audio, alturar. Para mí fue todo nuevo, pensar en otra dimensión y que significa más trabajo. Pero vi la potencialidad que tiene en emoción: hay algo en el audio que permite una dimensión de emocionar con los datos. Antes pensaba que cada historia requiere su estructura escrita distinta, ahora pienso que cada historia requiere su formato distinto; aunque no creo que haga otro podcast”.