Cultura
El nuevo plan maestro del Persa Víctor Manuel
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Una manzana completa del barrio Franklin, donde hasta los años ‘80 funcionó una curtiembre, es conocida hoy por muchos como el persa de los anticuarios: el Persa Víctor Manuel. Ahí se pueden encontrar muebles, revistas, lámparas y todo lo imaginable; el paraíso para quienes aman sorprenderse con hallazgos inesperados.
Propiedad de la familia Massú desde 1982, ellos decidieron abrir las puertas al comercio ambulante que se había empezado a instalar alrededor tras el cierre de la fábrica para transformarlo en un persa hecho y derecho, este espacio ha ido lentamente transformándose en un polo importante para la cultura.
Ya no solo están los anticuarios, también alberga a la Galería La Curtiembre, espacio dedicado al arte emergente; los 550 metros de largo de la fachada, un gran lienzo que se ha trabajado de forma colectiva y varios proyectos gastronómicos interesantes, como El Franchute del Barrio y Demo, que con solo siete mesas ya está dando que hablar (su dueño, ex Boragó, fue nombrado como chef revelación del 2021 por la revista Wikén) y Willimapu, un restorán williche recién inaugurado.
Desde el año 2016, un equipo multidisciplinario ha trabajado en la creación de este polo cultural y en la revitalización de los espacios, lo que los hizo ganadores del premio Avonni en la categoría Cultura el 2019. También en esos años se generó el circuito de arte urbano y se escribió el libro Retratos del Persa Víctor Manuel, que plasma las historias de locatarios icónicos del recinto.
Y este año el directorio del Persa, compuesto por algunos miembros de la familia Massú, decidió nombrar un equipo directivo que tiene como objetivo darle mayor visibilidad a la cultura. La arquitecta Gabriela Medrano fue nombrada como la primera directora cultural del Persa Víctor Manuel. Ella es de Quito, Ecuador y llegó a Chile cuando decidió estudiar arquitectura.
Trabajó durante 11 años con Smiljan Radic -juntos hicieron el Teatro Bíobío, la obra de cultura más grande que ha realizado el Estado en los últimos 10 años-, realiza intervenciones en el espacio público y además es docente de la Universidad Católica y de la Universidad de Chile.
“Esta mezcla de docencia y cercanía con la academia, con una formación muy ligada a la arquitectura y, al mismo tiempo, generando estas intervenciones en el espacio público, fue la razón por la que me invitaron a sumarme a este proyecto”, cuenta Gabriela.
Desde que asumió, en enero de este año, su meta ha sido descubrir cómo llevar más cultura al Persa.
“Queremos ver cómo vamos a integrar a distintos actores, cómo vamos a diversificar este patrimonio que ya tenemos, y para eso estamos haciendo un plan maestro. Hay un ingeniero, arquitectas y arquitectos, fotógrafos, y estamos entendiendo, observando y analizando todas las cosas que ocurren en el Persa para poder generar una proyección, para ver cómo vamos a ir activando, qué tipo de espacios”.
Para esto han tenido también conversaciones con los locatarios, que son “el corazón del Persa”, y con distintos actores culturales que están interesados en estar en este lugar. La idea del plan maestro es lograr una planificación a cinco años, que les permita proyectarse en el tiempo.
“Así nos damos cuenta de que las pequeñas cosas que hacemos en el día a día se pueden consolidar y generar grandes cambios en el futuro”.
Gabriela cuenta que en el Persa hay cosas que se han hecho muy bien, como la plaza central, que sirve como un punto de encuentro. Tal como pasa en otros barrios comerciales, como Patronato, aquí hay muy pocos lugares de pausa, gratuitos, y la plaza fue activada con ese fin.
“La gente va, se queda ahí y por lo tanto todo lo que está alrededor de la plaza se empieza a irradiar de esta energía y de los visitantes.
A partir de eso queremos seguir tomando decisiones para nuevos caminos”. Además de haber espacios para sentarse y sombra, en la plaza hay una variada parrilla musical, porque cada músico que llega se apropia del espacio.
“Creo que tener un lugar que el que visita sienta que se puede apropiar de él y que puede usarlo es un regalo. Ojalá todos y todas nos relacionemos así con la ciudad, pero pasa muy poco que uno se sienta cómodo con un espacio y que se pueda apropiar de él”, reflexiona Medrano.
Otro de los temas importantes que han surgido en estos meses de trabajo es la diversidad de actores que forman parte de este barrio, como la Factoría Franklin y la Factoría Santa Rosa, y la posibilidad de integrarse.
“Ahora estamos trabajando en una mesa entre todos los actores del barrio. Sumarnos nos parece importantísimo, potenciar lo que tenemos. Qué bonito sería que podamos tener una agenda en colectivo, que todos los visitantes sepan lo que está pasando en cada uno de los lugares de este barrio”.
Además, comenta que también necesitan vincularse más con el territorio, es decir, con la Municipalidad y con el Ministerio de Cultura. “Nos parece importante que se visibilice este patrimonio intangible que existe en el barrio. Nos ha pasado que hemos traído invitados de otros países, relacionados con el arte, y se quedan sorprendidos porque es un mercado persa de una cultura tan rica y latinoamericana, tan diverso, que creemos que aquí hay algo que como país debemos visibilizar”.
También buscan diversificar la cultura y están en conversaciones para tener la primera biblioteca en el Persa, enfocada en literatura infantil.
Pero, ¿cuántos espacios quedan disponibles en el Persa Víctor Manuel? Gabriela cuenta que en el primer piso está ocupada casi la totalidad de la manzana, solo hay un galpón que se habilitó el 2019 que tiene un programa más blando y dinámico, que es donde se hizo la Feria Impresionante.
Pero aún quedan muchos metros en los segundos pisos de estos galpones. Y además, hay una azotea. “Aquí puedes tener una vista de Santiago que no puedes tener en otro lugar, ves todo hasta muy lejos, ves la Cordillera, ves el San Cristóbal… En un futuro nos encantaría poder abrir estos espacios para que todos puedan disfrutar de ellos”.