Cultura
Kooj Lab: Innovación en la industria zapatera
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“Para producir zapatos, a diferencia de la ropa, se necesita una inversión inicial muy grande”, cuenta el diseñador y profesor del Duoc UC Jorge González, que se ha especializado en zapatería.
Con esa problemática en mente, en 2017 tuvo una idea: formar un laboratorio de innovación tecnológica enfocado en facilitar y mejorar los procesos de producción. “Solo no me la podía, entonces me puse a buscar refuerzos. Conversé con Luis Elizondo, profesor de diseño industrial especializado en modelado e impresión 3D. Le conté mi idea y logré contagiarle entusiasmo”, cuenta Jorge.
Fue así como nació Kooj Lab (@kooj.lab.cl), un laboratorio de investigación y diseño digital de calzado, que busca mejorar y agilizar la generación de prototipos. En la actualidad, este proceso es una de las mayores trabas en la industria, y por medio de recursos como el diseño 3D y las tecnologías de prototipado rápido, se pueden evitar problemas de interpretación por idioma o por referencias culturales de los proveedores.
“En simple, lo que hacemos es el testeo de nuevos productos de vestuario, zapatos o accesorios, con software de modelación en 3D y la prueba estética final con impresión 3D”, explica Jorge. Gracias a las tecnologías que han desarrollado, los tiempos de producción se pueden mejorar considerablemente: de dos meses a tres semanas.
Actualmente, la mayoría de la fabricación de zapatos diseñados en Chile se hace en el extranjero, en países como China, India, Pakistán y Brasil. “La industria en Chile está alicaída hace mucho tiempo. Para producir tenemos el gran problema de que los productos de China entran con impuesto cero y, si ya es más barato producir allá, además que entren y no paguen impuestos, es una competencia súper difícil”.
Con esa problemática en mente, en 2017 tuvo una idea: formar un laboratorio de innovación tecnológica enfocado en facilitar y mejorar los procesos de producción. “Solo no me la podía, entonces me puse a buscar refuerzos. Conversé con Luis Elizondo, profesor de diseño industrial especializado en modelado e impresión 3D. Le conté mi idea y logré contagiarle entusiasmo”, cuenta Jorge.
Fue así como nació Kooj Lab (@kooj.lab.cl), un laboratorio de investigación y diseño digital de calzado, que busca mejorar y agilizar la generación de prototipos. En la actualidad, este proceso es una de las mayores trabas en la industria, y por medio de recursos como el diseño 3D y las tecnologías de prototipado rápido, se pueden evitar problemas de interpretación por idioma o por referencias culturales de los proveedores.
“En simple, lo que hacemos es el testeo de nuevos productos de vestuario, zapatos o accesorios, con software de modelación en 3D y la prueba estética final con impresión 3D”, explica Jorge. Gracias a las tecnologías que han desarrollado, los tiempos de producción se pueden mejorar considerablemente: de dos meses a tres semanas.
Actualmente, la mayoría de la fabricación de zapatos diseñados en Chile se hace en el extranjero, en países como China, India, Pakistán y Brasil. “La industria en Chile está alicaída hace mucho tiempo. Para producir tenemos el gran problema de que los productos de China entran con impuesto cero y, si ya es más barato producir allá, además que entren y no paguen impuestos, es una competencia súper difícil”.
Como cuenta Jorge, el proceso para producir estos zapatos en el extranjero, aunque más barato, es largo e incluye varios viajes de muestras desde Chile hasta el lugar donde está la fábrica. En el mejor de los casos contempla tres prototipos antes de llegar al diseño final. Y eso, además de ser caro y tedioso, es tremendamente contaminante.
Uno de los problemas que hay en Chile es que no hay fábricas de hormas, que es una abstracción del pie que sirve para darle forma al zapato. La última fábrica de hormas que había cerró hace casi cinco años, y eso hizo que se empezaran a traer desde Argentina, pero el resultado no es el mismo: el pie argentino, más largo y delgado, es muy distinto al de los chilenos. Lo mismo pasa con las hormas traídas de Perú, Bolivia o de otros países.
“Con este sistema que estamos desarrollando hemos logrado digitalizar hormas a muy bajo costo”. Para hacerse una idea, explica el productor, un buen digitalizador de hormas vale 75 mil dólares, sin considerar el envío a Chile, porque es producido en Italia. “Nosotros logramos desarrollar una herramienta para hacerlo de manera muy barata y en poco tiempo. En seis horas de trabajo humano tenemos una horma digitalizada”, señala González.
Uno de los problemas que hay en Chile es que no hay fábricas de hormas, que es una abstracción del pie que sirve para darle forma al zapato. La última fábrica de hormas que había cerró hace casi cinco años, y eso hizo que se empezaran a traer desde Argentina, pero el resultado no es el mismo: el pie argentino, más largo y delgado, es muy distinto al de los chilenos. Lo mismo pasa con las hormas traídas de Perú, Bolivia o de otros países.
“Con este sistema que estamos desarrollando hemos logrado digitalizar hormas a muy bajo costo”. Para hacerse una idea, explica el productor, un buen digitalizador de hormas vale 75 mil dólares, sin considerar el envío a Chile, porque es producido en Italia. “Nosotros logramos desarrollar una herramienta para hacerlo de manera muy barata y en poco tiempo. En seis horas de trabajo humano tenemos una horma digitalizada”, señala González.
El año pasado, Kooj Lab se ganó un fondo de Corfo para investigación, innovación y transferencia tecnológica -que por primera vez se abría a institutos profesionales y no solo a universidades- para avanzar en el proyecto. Decidieron aplicar todo este desarrollo en dos pymes: Kruza, marca de zapatillas ecológicas hechas con un 90% de materiales reciclados, y Marabú, línea de calzado de Rancagua que trabaja con la flora y la fauna de la región.
“Las potenciales empresas para esta etapa son pymes del sector del diseño y calzado nacional. Éstas son inquietas por naturaleza y buscan el equilibrio entre diseño y sustentabilidad, buscando siempre alcanzar mayor calidad y sorprender. Pero muchas veces no consideran incorporar tecnología, por parecer algo restrictivo o no tener las nociones y capacidades dentro de la empresa”, explica.
Ahora están esperando el resultado de la tercera parte del Corfo, que debería estar en pocos días más. La idea es seguir trabajando con otras marcas chilenas, como Fessia, Southplicity y Nalca Zapatos, para ayudarlos a desarrollar desde zapatillas hasta hormas.
“Kooj Lab pretende ser un referente tanto en fondo como forma. Una pieza clave dentro del remanente industrial del rubro zapatero nacional, asumiendo un rol de regeneración, y generando un punto de encuentro entre industria indumentaria, academia y mercados emergentes. Nuestro objetivo es contribuir directamente en el desarrollo industrial del país, favoreciendo y potenciando relaciones de colaboración y experiencias de desarrollo entre distintos actores, incorporando recursos tecnológicos de alto impacto en la industria y ampliando la base de empresas y actores que realizan investigación aplicada e innovación. El gran desafío es rearticular el ecosistema económico local y, por qué no, regional”.
“Las potenciales empresas para esta etapa son pymes del sector del diseño y calzado nacional. Éstas son inquietas por naturaleza y buscan el equilibrio entre diseño y sustentabilidad, buscando siempre alcanzar mayor calidad y sorprender. Pero muchas veces no consideran incorporar tecnología, por parecer algo restrictivo o no tener las nociones y capacidades dentro de la empresa”, explica.
Ahora están esperando el resultado de la tercera parte del Corfo, que debería estar en pocos días más. La idea es seguir trabajando con otras marcas chilenas, como Fessia, Southplicity y Nalca Zapatos, para ayudarlos a desarrollar desde zapatillas hasta hormas.
“Kooj Lab pretende ser un referente tanto en fondo como forma. Una pieza clave dentro del remanente industrial del rubro zapatero nacional, asumiendo un rol de regeneración, y generando un punto de encuentro entre industria indumentaria, academia y mercados emergentes. Nuestro objetivo es contribuir directamente en el desarrollo industrial del país, favoreciendo y potenciando relaciones de colaboración y experiencias de desarrollo entre distintos actores, incorporando recursos tecnológicos de alto impacto en la industria y ampliando la base de empresas y actores que realizan investigación aplicada e innovación. El gran desafío es rearticular el ecosistema económico local y, por qué no, regional”.
Tienen planes de ir más allá. “Estamos empezando a ver el tema de los NFTs y, aprovechando que ya tenemos desarrollada la tecnología de modelado de vestuario, zapatos y accesorios en 3D, empezar a venderlos en el metaverso. Nuestro futuro apunta a eso, también a poder expandir esto que estamos desarrollando en calzado y que funcionó súper bien, al vestuario, como una nueva herramienta. Y posicionarnos dentro de la innovación en la indumentaria mediante la computación asistida. Hacia allá queremos llegar”, cuenta Jorge González, líder del proyecto Kooj Lab.