Cultura
Mauricio Clavero, el diseñador chileno que triunfa en Francia: “Mi vida es la creación”
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Mauricio Clavero Kozlowski (@mclaverok) dice que el diseño siempre fue parte de su vida. Su abuela fue una de las primeras arquitectas de Chile, su mamá es muy creativa.
“Desde muy pequeños teníamos un taller en la casa para hacer murales o esculturas. Entonces creo que el diseño es parte de la cultura de la familia. Mi hermano es arquitecto, otro es ingeniero civil mecánico. Estamos todos siempre inventando cosas”, cuenta desde su casa en París, donde vive hace más de 20 años.
“Desde muy pequeños teníamos un taller en la casa para hacer murales o esculturas. Entonces creo que el diseño es parte de la cultura de la familia. Mi hermano es arquitecto, otro es ingeniero civil mecánico. Estamos todos siempre inventando cosas”, cuenta desde su casa en París, donde vive hace más de 20 años.
Después de un año sabático cuando salió del colegio, decidió estudiar diseño en la Universidad Tecnológica Metropolitana (IPS en esos años). En primero ganó el premio a la excelencia académica. Ese mismo año diseñó la silla Sorux, para mandarla a una bienal de diseño en Europa. No calificó, pero esa pieza le abrió las puertas en Chile: gracias a ella terminó diseñando uno de los salones de belleza más grandes del país, en un mall en La Dehesa.
“La gente me empezó a llamar porque vio el proyecto, entonces comencé a trabajar mientras estudiaba”, cuenta.
“La gente me empezó a llamar porque vio el proyecto, entonces comencé a trabajar mientras estudiaba”, cuenta.
Hacía el interiorismo de casas enormes en Santa María de Manquehue, donde no sólo pensaba cada espacio, sino además diseñaba hasta el más mínimo detalle, desde los muebles y las lámparas, hasta los cubreplumones y las alfombras.
“Toda la gente iba a ver mis exámenes de taller, porque gran parte de lo que ganaba trabajando lo invertía ahí, entonces podía hacer mega producciones”, recuerda Clavero, que en esos años era una especie de rockstar en la facultad. “En esa época no dormíamos nada. Éramos creativos. Fue una etapa increíble, focalizados en la escuela y en el trabajo”.
Terminó la universidad, pero no hizo el proyecto de título inmediatamente. Se tomó un año y medio para definir qué quería hacer. Mientras tanto, se dedicó a andar en bicicleta y trabajar como fotógrafo. Fue después de una experiencia que lo marcó, junto a un chamán en el Valle del Encanto, que Mauricio se replanteó su relación con el diseño. Hasta ese minuto vivía haciendo casas enormes, siempre tenía proyectos andando, pero algo le faltaba.
“Tengo que tener una relación simbiótica con la naturaleza, ser mucho más responsable con el medio ambiente”, recuerda que pensó después de esa experiencia.
“Tengo que tener una relación simbiótica con la naturaleza, ser mucho más responsable con el medio ambiente”, recuerda que pensó después de esa experiencia.
Era 1998 y recién se estaba empezando a hablar de temas medioambientales. Una idea le empezó a dar vueltas: ¿cómo reducir el consumo de energía en la vida cotidiana? “Empecé a investigar sobre la casa y el refrigerador era uno de los elementos que está conectado a la electricidad 24/7 y que es vital para nuestro funcionamiento”, cuenta Mauricio.
Desde Chile leyó investigaciones del MIT y del Instituto Palo Alto para aprender sobre las nuevas tecnologías de refrigeración. “Empecé a investigar sobre la termoacústica, que es una tecnología que refrigera a través de ondas sonoras, que se estaba desarrollando para las estaciones espaciales, para usarlo en lugares sin atmósfera”, recuerda. Siguió investigando el aerogel, una espuma de alta densidad muy fina y ligera, casi transparente.
Con todo eso, diseñó una unidad de refrigeración cilíndrica que giraba, un concepto único que buscaba la mayor eficiencia energética. Ese fue su proyecto de título. “Diseñé hasta la ropa para presentar el proyecto, todo. Me saqué un 7. Y después dije: ¿qué hago con esto?”. Lo que hizo fue ambicioso: mandó el proyecto a Electrolux. Les encantó. Firmaron un NDA y empezó a trabajar.
Bienvenue à Paris
Pero Mauricio ya se sentía atrapado en Chile. “Necesitaba trabajar en un ambiente más industrial y en Chile, desafortunadamente, en la época no había desarrollo industrial, no se producía casi nada en el país”, explica.
Y un día, en una revista encontró una nota de una agencia de diseño en Francia que le encantó. Se consiguió el teléfono de la periodista y le pidió un contacto. “En esa época internet no era lo que es hoy”, dice riendo. Les mandó su book y el currículum y, un mes después, le mandaron un mail para decirle que lo habían aceptado para hacer una práctica de seis meses. Rápidamente, aceptó.
Hizo una gran fiesta en el Sarita Colonia con todos sus clientes para despedirse de Chile y el 28 de abril de 2001 partió a París con una maleta, el computador y su bicicleta. Eso fue hace 23 años.
Terminada la pasantía decidió quedarse en Francia. “Sentía que había algo que podía crecer aún más fuerte”. Viajó, conoció gente, y siguió diseñando. Entremedio, el proyecto con Electrolux quedó congelado porque significaba demasiada investigación y desarrollo. Y al año siguiente lo llamaron nuevamente de la agencia, pero esta vez para ser el director del departamento de diseño. Estuvo ahí hasta el 2005 y en esos años empezó a diseñar para grandes marcas. Viajó a China, Japón, Hong Kong y Europa y presentó sus diseños en bienales de diseño.
Después de eso volvió a Chile pensando que se quedaría algunos meses, y duró tres semanas. Probó vivir en Shanghai, pero rápidamente volvió a París. Y con toda esa experiencia a cuestas, decidió abrir su propia oficina de diseño. Trabajó con marcas importantes, como S.T. Dupont y Vipp, y diseñó una lámpara que en 2006 ganó un importante premio y que hoy se puede ver en gran parte de los aeropuertos de Francia y en algunas tiendas Ikea. En 2007 diseñó una lámpara solar que instalaron en lugares aislados en Suiza, en las montañas, porque eran sensibles al movimiento.
En 2010 lo contactaron de la empresa dueña de las marcas Daum, Lalique, Haviland y Cristallerie Royale de Champagne -iconos del diseño francés con fábricas funcionando desde el siglo XVII, responsables de hacer la cristalería de Versalles, por ejemplo- para crear un punto de ventas en Qatar. Después de eso, lo contrataron como director artístico de las marcas.
“Estas son entidades culturales importantes acá en Francia. Que sean dirigidas por un chileno no es cualquier cosa”, dice Clavero. En ese rol tuvo que trabajar directamente con talleres de artesanos con una larga tradición, con artistas, haciendo piezas únicas para un mercado altamente exigente, en un trabajo 24/7. Y el 2016 lo llamaron de otro conglomerado de lujo francés enfocado en cuchillería para hacerse cargo de la dirección creativa, ahí estuvo hasta fines de 2017.
“Estas son entidades culturales importantes acá en Francia. Que sean dirigidas por un chileno no es cualquier cosa”, dice Clavero. En ese rol tuvo que trabajar directamente con talleres de artesanos con una larga tradición, con artistas, haciendo piezas únicas para un mercado altamente exigente, en un trabajo 24/7. Y el 2016 lo llamaron de otro conglomerado de lujo francés enfocado en cuchillería para hacerse cargo de la dirección creativa, ahí estuvo hasta fines de 2017.
“Es realmente un mundo aparte, pero yo hago trabajar a los artesanos y eso es increíble, porque gran parte de esta artesanía no podría existir hoy en día si no fuera por ese tipo de cliente. Privilegio el trabajo artesanal, lo hecho a mano. Yo milito por un mundo hecho a mano”, reflexiona el diseñador.
Seguir la intuición
“El espíritu emprendedor es parte de mi ADN. Siempre estoy trabajando, y tener un contrato con alguien para mí es un límite. Siempre he seguido mi intuición, por eso a fines de 2017 decidí lanzarme solo y formar Mauricio Clavero Creative Studio”, cuenta.
Con la experiencia que tenía y los contactos que había hecho, los proyectos no se demoraron en llegar. ¿Un highlight? Diseñó los lounge de la casa de Bono, el vocalista de U2, en Èze, en la Costa Azul. También fue el responsable del interiorismo del que fue el velero más grande del mundo hasta hace dos años, cuando Jeff Bezos se construyó uno 10 metros más largo.
Sin miedo a hablar de presupuestos, dice que en general los proyectos en los que se involucra son grandes inversiones: hasta 6.4 millones de euros puede costar la renovación de un proyecto residencial, porque son hechos 100% a medida: sigue diseñando absolutamente todas las piezas que dan vida a los espacios, tal como lo hacía mientras estaba en la universidad.
Entre porcelana, cristalería y cuchillería, todo elaborado completamente a mano por artesanos con cientos de años de tradición, sus clientes pueden invertir hasta 1 millón de euros. “Es realmente un mundo aparte, pero yo hago trabajar a los artesanos y eso es increíble, porque gran parte de esta artesanía no podría existir hoy en día si no fuera por ese tipo de cliente.
Privilegio el trabajo artesanal, lo hecho a mano. Yo milito por un mundo hecho a mano”, reflexiona.
Entre porcelana, cristalería y cuchillería, todo elaborado completamente a mano por artesanos con cientos de años de tradición, sus clientes pueden invertir hasta 1 millón de euros. “Es realmente un mundo aparte, pero yo hago trabajar a los artesanos y eso es increíble, porque gran parte de esta artesanía no podría existir hoy en día si no fuera por ese tipo de cliente.
Privilegio el trabajo artesanal, lo hecho a mano. Yo milito por un mundo hecho a mano”, reflexiona.
En 2019 fue el curador de la muestra chilena en Révélations, la Bienal de Artesanía Contemporánea más importante de Europa, donde participaron 29 creadores locales en el gran evento internacional en el Grand Palais de París, Francia.
Uno de sus últimos proyectos es una línea de paneles decorativos de interior creados en corteza de cerezo junto a un taller de artesanos en la prefectura de Akita, para la marca japonesa Tomioka Shoten, una reconocida manufactura nipona que reproduce una técnica milenaria creada por los samurái para extraer capas de los árboles de cerezo silvestre para confeccionar objetos preciosos y rituales.
Además, está diseñando una casa de 750 metros cuadrados en Finlandia; un taller de 600 metros cuadrados para la florista del Ritz París, que hace eventos en Versalles y otros palacios, y está preparando una colección de muebles y luminarias en bronce para presentar en el Salón del Mueble de Milán en 2025. En paralelo creó una marca de joyas contemporáneas en oro y plata llamada Sorux (@soruxparis), en tributo a la silla que creó cuando estaba en primer año de universidad.
“Para mí es un tributo a ese elemento que sirvió como trampolín. Eso fue para mí la silla y las joyas también lo son”, dice. Todas las joyas son diseñadas por Mauricio y producidas en un taller en Lyon, ciudad de antigua tradición joyera. “Trato de trabajar con talleres locales, porque hay todo un dinamismo económico local que me interesa bastante”.
“Para mí es un tributo a ese elemento que sirvió como trampolín. Eso fue para mí la silla y las joyas también lo son”, dice. Todas las joyas son diseñadas por Mauricio y producidas en un taller en Lyon, ciudad de antigua tradición joyera. “Trato de trabajar con talleres locales, porque hay todo un dinamismo económico local que me interesa bastante”.
Como si todo eso fuera poco, está preparando una exposición para enero de 2025 en París con sus últimas obras de arte contemporáneo, representado por la Galería Ankoda, donde se podrá ver una mezcla de pinturas, bordados, esculturas y trabajo con cera.
- ¿Cuántas horas tiene tu día?
- Yo no tengo hijos. No tengo perro ni gato y dedico poco tiempo a las relaciones sociales (algo que debería mejorar, pero bueno…). Mi vida es esto, la creación”.
- ¿Cuáles son tus influencias?
- La naturaleza. Más que influencia, yo trato de estar en contacto constante con la naturaleza, que hoy es más importante que nunca. Diseñé unos textiles e hice toda una colección en base a mi visión de Chile. Esa colección se llama Origen y ahí pongo en valor los elementos endémicos de un Océano Pacífico chileno, territorial. En esta tela, que es bastante decorativa, tengo el cochayuyo, los picorocos, tengo la Cruz del Sur, el copihue, el lapislázuli… Todo eso en un textil que es decorativo. Tengo otro que se llama Chungará, que está inspirado en una visita a ese lago y la falta de oxígeno, cuando uno empieza a ver como unas estrellitas, y es como una representación del reflejo en el lago Chungará. Mi inspiración viene de la observación de la naturaleza mayoritariamente y a veces de accidentes, de cosas que veo y que pasan.
- Hace algunos años dijiste en una entrevista que la artesanía chilena tenía que dejar de ser un souvenir. ¿Cómo lo ves hoy?
- Yo respeto a todos los artesanos y creo que se deben incluir en la cadena económica. No puede depender sólo del Ministerio de Cultura, tiene que ser un trabajo asociado al Ministerio de Economía también, porque o si no la artesanía es solamente un recuerdo. Y qué más valorización puede tener algo que viene de la tierra, que fue transformado por una mano… Yo a eso le doy mucho valor. Me encantaría que en Chile podamos exportar, que la gente valorizara lo que está hecho en Chile. Hay cosas que pueden ser de manera artesanal y que pueden ser utilizadas en el cotidiano. Cuando visito Chile, voy al taller de una amiga ceramista y me traigo todo, porque me encanta sentir que las cosas están hechas a mano.
- ¿Tienes proyectos en Chile?
- Me encantaría. Espero que podamos abrir puertas, pero de momento, nada. Qué triste, ¿no?
- ¿Y ganas de volver?
- El ir y volver, el movimiento, es parte de mi estilo de vida. Generar proyectos en Chile, me encantaría. Pero ¿ganas de volver? Estoy en esta dinámica de moverme, no concibo una vida estática.
- ¿Tienes algún sueño? Un espacio que te gustaría diseñar.
- Me encantaría hacer una unidad de viaje para observar la Nebulosa de Orión. Imagínate, yo me veo en una burbuja observando Orión en el espacio. Creo que con la edad uno va desarrollando una visión más simbiótica. Me encanta poder ayudar a la gente, porque somos parte de una cadena.
Yo sin los artesanos no soy nada. Sin los clientes, no sirve de nada crear. Me encantaría hacer un espacio en el cual la gente pueda venir a comer, a vivir, a encontrarse. Como un club para crear, intercambiar, donde puedan trabajar los artistas y tener talleres los artesanos. Que la gente abra su corazón, porque creo que eso es lo más importante hoy en día. Más que un proyecto de orden social es cívico.
Yo sin los artesanos no soy nada. Sin los clientes, no sirve de nada crear. Me encantaría hacer un espacio en el cual la gente pueda venir a comer, a vivir, a encontrarse. Como un club para crear, intercambiar, donde puedan trabajar los artistas y tener talleres los artesanos. Que la gente abra su corazón, porque creo que eso es lo más importante hoy en día. Más que un proyecto de orden social es cívico.