Cultura
Seis panoramas patrimoniales para disfrutar en septiembre
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Fernando Imas y Mario Rojas, de Brügmann Restauradores (@brugmann_restauradores), se conocieron hace más de 15 años, cuando estudiaban conservación y restauración de bienes culturales. Desde entonces trabajan juntos en la generación y difusión de contenidos patrimoniales: son autores de una decena de libros sobre patrimonio, tienen un archivo propio con 15 mil imágenes históricas de Chile que crece día a día, además de un blog y redes sociales donde están constantemente dando a conocer la historia de nuestro país.
“Cuando empezamos había muy poca investigación patrimonial. Empezamos con una línea de investigación sobre edificios patrimoniales y a raíz de eso partimos con los libros, las exposiciones y otros tipos de formatos, para que la gente empezara a conocer su patrimonio”, cuentan.
Además, Mario acaba de sumarse al directorio de la Corporación de Patrimonio Cultural de Chile, que busca ser un intermediario entre lo público y lo privado, apoyando distintos proyectos relacionados al tema.
Además, Mario acaba de sumarse al directorio de la Corporación de Patrimonio Cultural de Chile, que busca ser un intermediario entre lo público y lo privado, apoyando distintos proyectos relacionados al tema.
Su principal objetivo es que todos los chilenos conozcan mejor lo nuestro.
“¿De qué sirve tener los archivos en el computador o los libros en mi casa si nadie va a poder acceder a esa información?”, se pregunta Fernando. “Para nosotros la divulgación es clave, porque mientras la gente no se sienta dueña de su propio patrimonio, no va a pasar nada. No puede defenderlo, no puede quererlo. El patrimonio es algo público, algo absolutamente democrático”, explica.
Con la publicación del libro La ruta de los palacios lograron avanzar: cuentan que muchas personas se dieron cuenta de que esos edificios que veían en el centro de Santiago tenían un nombre y una historia. “Y eso ayuda a que si el día de mañana los quieren botar, la gente diga: ‘oye, este edificio es importante’. Al darle un nombre, empezamos a apreciarlo”, dicen.
“¿De qué sirve tener los archivos en el computador o los libros en mi casa si nadie va a poder acceder a esa información?”, se pregunta Fernando. “Para nosotros la divulgación es clave, porque mientras la gente no se sienta dueña de su propio patrimonio, no va a pasar nada. No puede defenderlo, no puede quererlo. El patrimonio es algo público, algo absolutamente democrático”, explica.
Con la publicación del libro La ruta de los palacios lograron avanzar: cuentan que muchas personas se dieron cuenta de que esos edificios que veían en el centro de Santiago tenían un nombre y una historia. “Y eso ayuda a que si el día de mañana los quieren botar, la gente diga: ‘oye, este edificio es importante’. Al darle un nombre, empezamos a apreciarlo”, dicen.
Aunque reconocen que aún estamos en pañales en temas de patrimonio, dicen también que hay ejemplos exitosos muy cercanos, como lo que se ha hecho en Lima, Buenos Aires o Mendoza.
1. Museo del Carmen, Maipú
“Es un museo muy poco conocido, está al lado del templo votivo. Tiene una gran colección con muebles de época, vestidos, cuadros, hay una colección precolombina. Tú entras y es como estar en una cápsula del tiempo. Es un lugar ideal para los amantes del arte decorativo en Chile. Incluso hay una colección de carruajes muy bonita; es realmente muy interesante y poco conocido. Además, se puede ver también el templo votivo, que es un monumento muy importante en Chile”.
2. Viña Santa Rita
“Más allá del Hotel Casa Real, que es muy bueno, está el parque, que fue diseñado por el francés Guillermo Renner y donde también intervino Teodoro Burchard. Hay un patio pompeyano, una capilla, además de la degustación de vinos. Y también está el Museo Andino, ahí mismo. Es una alternativa patrimonial bien interesante para los amantes de los parques, del vino y de la arquitectura y el arte precolombino”.
3. Cementerio General
“Hay otro lugar que a nosotros nos gusta mucho, pero que no es muy pensado como panorama, que es el Cementerio General y el Cementerio Católico. En muchos lugares del mundo los cementerios son como museos al aire libre, como el Père Lachaise, en París, o el Presbítero Matías Maestro, en Lima. Las piezas artísticas que se pueden encontrar en el cementerio podrían estar en cualquier museo, como la virgen que está en la Plaza de la Paz, que fue hecha por el escultor Albert Carrier-Belleuse”.
4. Galería Moneda
“Esta galería fue construida por el arquitecto Alberto Siegel, el mismo que hizo el Banco de Chile, a principios de la década del ‘30. Para los amantes del patrimonio es un descubrimiento en el centro de Santiago, porque está como detenida en el tiempo (Moneda 973). Cuando entramos por primera vez no lo podíamos creer, tiene vitrales, los botones del ascensor son los originales, muy art decó. Y ahí funcionó el auditorio de la radio Minería, donde se presentaban artistas; tiene que ver también con la movida nocturna chilena de los años ‘30 y ‘40”.
5. La Quinta Normal
“Este es un panorama ideal para ir con niños y es muy integral. Está el parque, el Museo Ferroviario, el Artequín, el invernadero y también la Basílica de Lourdes, donde se pueden ver las grandes esculturas hechas por Lily Garafulic en la cúpula. Está también el Museo de Historia Natural, donde siempre hay talleres y actividades para hacer con niños. Es un entretenido panorama patrimonial que nunca defrauda”.
6. Barrio Virginia Opazo
Este barrio residencial, que está a metros de la Alameda, fue construido por el arquitecto Luciano Kulczewski en el terreno que antes ocupó la casa de verano de Henry Meiggs (que se demolió en los años ‘40 y que dicen que era increíble).
Es un barrio de casas de dos pisos, entre avenida España y República, que parecen casas norteamericanas, blancas, de fachadas continua y algunas con antejardín. Es como trasladarte en el tiempo a la década del 30 ó 40; es muy interesante. Lo bueno es que no han botado ninguna casa, está el barrio entero”.
Es un barrio de casas de dos pisos, entre avenida España y República, que parecen casas norteamericanas, blancas, de fachadas continua y algunas con antejardín. Es como trasladarte en el tiempo a la década del 30 ó 40; es muy interesante. Lo bueno es que no han botado ninguna casa, está el barrio entero”.