Cultura
Los murales de Fernando Marcos que recobran vida en San Miguel
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“Nuestro viejo murió a los 99 años y durante ocho décadas pintó ininterrumpidamente”, dice el sociólogo Eugenio Marcos (55), quien junto a su hermano Fernando (60), también pintor, se han propuesto hacer circular la obra de su padre, reconocido como muralista, pero también autor de una vasta obra que incluye pinturas y dibujos, además de su trabajo como docente.
Fernando Marcos Miranda nació en 1916 en Valparaíso, estudió en la Escuela de Artes Aplicadas de la Universidad de Chile y en la Escuela de Bellas Artes. En 1950 el pintor se ganó una beca otorgada por el gobierno de México para estudiar pintura y escultura mural en ese país.
Ahí fue alumno de David Alfaro Siqueiros y ayudante de Diego Rivera, incluso pasó un tiempo en Coyoacán en la famosa Caza Azul donde el muralista vivía con Frida Kahlo, y donde además tuvo la oportunidad de conocer a otros grandes artistas y personajes de esa generación.
“El viejo estaba lleno de cuentos, pero decía que la principal tarea de un pintor es pintar, y él pintó durante 80 años. Igual, como vivió tanto, tuvimos mucho tiempo para conversar con él”, asegura su hijo Eugenio sobre su padre, fallecido en 2015.
En México estuvo hasta el 52, pero antes de partir ya había pintado uno de los murales que forman parte de la exposición que se inauguró este jueves por la tarde en el Edificio Consistorial de la comuna de San Miguel. Marcos creó Homenaje a Gabriela Mistral y los trabajadores del salitre en 1946 en la Escuela A-91 Rebeca Catalán Vargas de la Ciudad del Niño.
Mide 7 metros de largo por 3 de alto y formó parte de un complejo compuesto por cinco murales de artistas como Laureano Guevara, Osvaldo Reyes y Orlando Silva, y que fueron impulsados y financiados por el Ministerio de Educación durante el gobierno de Juan Antonio Ríos.
Casi medio siglo después, en 1993, el alcalde de San Miguel, Juan Claudio Godoy, le encargó a Fernando Marcos la restauración de estos murales y entonces surgió la iniciativa de una nueva obra: El encuentro, que el artista pintó en el frontis del edificio municipal en 1995.
Los murales de la ex Ciudad del Niño fueron declarados Monumento Histórico Nacional en 2016, pero actualmente el terreno pertenece a privados y mientras se resuelven los permisos de edificación de un megaproyecto de 23 edificios -la Dirección de Obras Municipal de San Miguel resolvió iniciar un procedimiento de invalidación-, éste se encuentra cerrado al público por lo que lamentablemente no es posible visitar ese mural.
“Nos ha importado harto que esto no sea solo el acto amoroso de dos hijos con su papá, para eso hacemos un álbum de foto familiar. Lo hacemos porque encontramos que su obra tiene valor, y mostrar su proceso creativo más aún”, apunta Eugenio Marcos.
80 años de material
“Nos pareció que luego de su muerte la primera exposición debía ser algo medio especial. El papá hizo estos dos murales con 50 años de diferencia, ambos en San Miguel, y por ahí partiremos”, comenta Eugenio.
Él y su hermano vivieron de niños en esa comuna y el primer taller de su padre que recuerdan es una pieza al fondo del jardín de la casa de sus abuelos maternos. Pero luego se mudaron a Ñuñoa.
No es que sean sanmiguelinos de toda la vida, ni su padre hijo ilustre de la comuna, aclara. Pero la coincidencia hizo que entraran en contacto con la Corporación Cultural de San Miguel para montar esta exposición que muestra el trabajo creativo detrás de estos dos murales.
Marcos Miranda fue sumamente cuidadoso y guardó sus bosquejos, bocetos e incluso sus materiales, los que ahora forman parte de la exposición, y también del catálogo, a cargo de Fragor ediciones, donde se encuentran compiladas estas imágenes.
“Nos ha importado harto que esto no sea solo el acto amoroso de dos hijos con su papá, para eso hacemos un álbum de foto familiar. Lo hacemos porque encontramos que su obra tiene valor, y mostrar su proceso creativo más aún”, puntualiza el sociólogo.
Después de esta primera muestra pretenden seguir recopilando y dando a conocer su obra: “Tenemos material de 80 años, esta labor continúa por delante”. Eugenio define el arte mural de su padre con contenido social, una de las características del muralismo latinoamericano, pero al mismo tiempo atento con el entorno y con sentido decorativo.
“Lo que recordamos con mi hermano, de haber conversado con él, es que le interesaba la belleza y cuando pintó El encuentro le preocupaba mucho el trabajo de color porque pensaba que el mundo iba a andar cada vez más rápido, y se iban a ver menos las figuras y más el color”, explica.
El pintor también tuvo una larga carrera como docente; fue Director de la Casa de la Cultura, Director y profesor de la Escuela Experimental de Educación Artística, Profesor de Historia del Arte y Pintura, en la Universidad de Chile y en la Universidad Central, además de dictar talleres en México.
Por lo mismo influyó en varias generaciones de arquitectos y artistas. “Nos toca encontrarnos con gente que formó, y nos hablan con mucho cariño y respeto de las enseñanzas que les transmitió”, señala Marcos hijo.
Aunque define a su padre como un hombre sencillo y tranquilo, admite que todos los artistas, de alguna manera, buscan reconocimiento.
Y en parte ese es el sentido: que los vecinos, pero también gente de otras comunas, conozcan parte de su legado 76 años después de que Fernando Marcos Miranda pintara su primer mural en San Miguel.