Cultura
Milena Vodanovic: “Mi padre se ha puesto insólitamente de moda”
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A Milena Vodanovic, periodista, ex directora de Revista Paula, se le ilumina el rostro al hablar de esto. Cuando esta conversación sucede, la primera semana de junio, tres obras teatrales escritas por su padre están en cartelera: Deja que los perros ladren, en el Teatro Nescafé de las Artes -del 1 al 4 de junio- ; Velorio chileno, en el Teatro Nacional -del 31 de mayo al 17 de junio-; y Viña, en Fundación Corpartes, que está con funciones hasta el 2 de julio.
La hija asegura que es una coincidencia espontánea, pero al mismo tiempo se ilusiona con algo más trascendente. “Es como que hubiera algo en el aire, no sé… yo creo en esas cosas. Como que hay una fuerza de él que se hace presente”, dice.
Sergio Vodanovic nació en Split en 1926, pero pasó toda su vida en Chile. Hijo de un inmigrante croata y una inmigrante italiana, fue el único hombre de la descendencia. Estudió en el Colegio de los Padres Franceses de la Alameda, en el Liceo de Aplicación -al cual se cambió por su cuenta, a los 14 años, aburrido del colegio anterior- y luego Derecho en la Universidad de Chile. Como abogado se especializaría en el tema de pensiones. Pero eso no era todo: él, sobre todo, escribía.
Fue columnista más de cuarenta años en distintos medios. Fue dramaturgo con un nombre destacado en la generación del 50, ésa que dio el salto de la pura entretención teatral a contenidos sociales junto a figuras como Egon Wolff, Luis Alberto Heiremans, Isidora Aguirre o Jorge Díaz. Escribió más de veinte obras, todas con mirada crítica al poder, a la sociedad, a las verdades oficiales. Todas llenas de ironías. Y fue también escritor de teleseries, como la famosa Los títeres.
Ese apretado resumen de la carrera del padre lo hace Milena Vodanovic sentada en el living de su casa, con una taza de café en la mano. Sonríe. Muestra un discreto pero indisimulable orgullo. Insiste que esto de las tres obras en simultáneo en cartelera le produce una profunda sorpresa, “porque hubo un gran silencio de muchos años en torno a la obra de mi padre, incluso con él en vida. Mi padre estrenó en el teatro chileno por última vez en 1969, con Nos tomaron la universidad. Después se fue a trabajar a la Escuela de Arte y Comunicación (EAC), dejó su pega de abogado, vino el golpe, nos fuimos a Colombia, allá hizo unos vodevil de los que renegaba, volvió a Chile en 1976, se deprimió, hizo pegas aquí y allá, no se sintió del todo cómodo”.
Toma un sorbo de café. Vuelve a iluminársele el rostro. A pensar en el momento actual de su padre que ya lleva 22 años muerto. “Sí, mi padre se ha puesto insólitamente de moda. Esto es como un revival”.
Hace décadas, pero vigente
Dice Milena que una explicación de este revival podría estar en que los temas que su padre abordó hace décadas hoy siguen totalmente vigentes. La rebeldía juvenil, la mirada ética a la vida, la nostalgia de tiempos remotos, el conflicto social, las sospechas frente al avance de la modernidad.
Lo ejemplifica con la obra Viña, que aún está en cartelera. “Trata de la alta burguesía chilena, que ha ido heredando una serie de privilegios y que de pronto ve que los están irrumpiendo en sus playas por vía de la nana, de raros que vienen a instalarse con sus toallas, etc. Empieza un juego de querer entender cómo es la vida de esta gente, y también comienzan a tenerles mucho miedo de que les van a quitar lo que tienen. O sea, hay unos que vienen entrando a escena y quieren un lugar; y otros que están aterrados de ser desplazados. Entonces tú dices ‘chuta, qué actual’ y esta obra fue escrita en el año 64”.
Suma otro ejemplo. El de la obra Deja que los perros ladren. “El padre en la obra es un funcionario público muy probo, con un sentido ético muy fuerte. Vive de manera muy modesta con su familia, pero son todos muy felices. Su amigo ministro lo visita un día y le pide que haga un chanchullo, a lo que él finalmente cede, porque todo el mundo lo hace y porque siente que ser demasiado correcto ha hecho que su familia pierda muchas cosas. La obra salta dos años después, están haciéndose una casa nueva, el hijo está súper winner, él hace negocios medios truchos con el ministro. Hasta que el padre se enfrenta con el hijo, que quiere seguir esos pasos. Ahí el protagonista se da cuenta que la embarró. Esta obra es de 1959, pero como hoy se habla tanto de los chanchullos y las cosas políticas, pareciera escrita ahora”.
"O sea, (en la obra 'Viña') hay unos que vienen entrando a escena y quieren un lugar; y otros que están aterrados de ser desplazados. Entonces tú dices ‘chuta, qué actual’ y esta obra fue escrita en el año 64”.
Reconoce que todo esto la tiene muy conmovida. “Yo tengo 61 años y entonces una, como parte de la vejez, empieza a ver cómo la cuestión da la vuelta. O sea, el país que creíamos que había salido de esa situación no lo ha hecho; estamos en las mismas”.
“Este chistecito hoy ya no”
Cuando su madre murió hace cuatro años, Milena Vodanovic -hija única- quedó como responsable absoluta del legado y el archivo de su padre. Por suerte en 2016, con la ayuda de la académica de teatro y literatura Viviana Pinochet y con un Fondart mediante, ya se había digitalizado una buena parte. La idea es que ese material reunido allí y el que aún se mantiene en forma física -en una casa en San Bernardo- se done a la Universidad Católica. Ya comenzaron las gestiones para eso.
Fue en medio de todo esa información y recuerdos reunidos que Milena Vodanovic se fijó en las columnas de su padre, que muestran su faceta periodística y menos relevada. “Mi padre toda su vida escribió en prensa”, dice. Las columnas abarcan cuatro décadas -de los años 50 a los 90- y son más de 600. Publicadas en medios muy distintos: Debate, Ecran, revista Paloma, El Tiempo de Bogotá, La Segunda, La Nación.
“En ellas habla cosas muy distintas, no sólo de teatro o cultura. Están sus temas recurrentes: el sentido ético de la vida, la importancia de que los jóvenes se rebelen y busquen otras cosas, la defensa de la cultura de masas sobre la cultura de elite, una temprana y muy crítica mirada al libre mercado. También habla de mujeres, pero yo creo que éstas pasan menos piola a los sesgos de género actuales, porque era un hombre de otra época. Coleccionaba las Playboy”, señala Milena y se ríe. “Miro por ejemplo lo que hacía en la revista Paloma, y pienso: ‘no, este chistecito hoy ya no’”.
Al igual que sus textos de teatro, las columnas de Sergio Vodanovic también tocan temas actuales. Milena lo comprobó en terreno, porque mostró varias de esas columnas a alumnos de literatura en la Universidad Finis Terrae. “Lejos de darles lata o encontrarlas noñas, y aún reconociendo un estilo de escritura más antiguo, les interesaron y hasta los sorprendieron”, cuenta.
"También (en las columnas) habla de mujeres, pero yo creo que éstas pasan menos piola a los sesgos de género actuales, porque era un hombre de otra época. Coleccionaba las Playboy”, señala Milena y se ríe.
Hablarle al lugar que perteneces
Hay columnas incluso clarividentes, asegura Milena. “Tiene una columna en El Tiempo de Bogotá que es sobre lo incomunicados que estamos, y él está hablando del teléfono fijo, de que no puede usarlo porque la hija adolescente, que era yo, está hablando eternamente con el pololo, de que siempre es mejor visitarse y conversar. Esto lo escribió en el año 74 ó 75 y está diciendo lo mismo que decimos hoy”.
Según la hija, en estas columnas siempre le está hablando al lugar donde él pertenece, que es una burguesía de la que reniega. “Él es un outsider, que está hablándole a ese lugar al que pertenece. Diciéndole: ‘hey, hey, mira esto’. Mi padre fue fundador de la Falange, un hombre burgués que no tenía contradicción respecto a querer vivir cómodamente, querer tomarse un whisky rico. Lo hacía y no sentía que eso fuera estarle quitando nada a los pobres. Pero le irritaba mucho esa burguesía poco consciente de su lugar de privilegio y estaba siempre hablándole. Lo hace en las columnas, lo hace en las obras”.
"Mi padre fue fundador de la Falange, un hombre burgués que no tenía contradicción respecto a querer vivir cómodamente, querer tomarse un whisky rico. Lo hacía y no sentía que eso fuera estarle quitando nada a los pobres. Pero le irritaba mucho esa burguesía poco consciente de su lugar de privilegio y estaba siempre hablándole".
La idea es seleccionar las columnas más periodísticas y reunirlas en un libro. “Que sea la mirada de un hombre durante 40 años a este país”, dice. Ha revisado cerca de 200 columnas. “Llevo semanas en la cabeza de mi padre”, precisa. El plan es finalizar el trabajo ojalá durante este año. Mientras dure el revival de Sergio Vodanovic. Que, según cuenta Milena, parece que seguirá creciendo.
“Me escribió una compañía de teatro independiente de Rancagua para montar Nosotros, los de entonces, que ya la están ensayando. Es una obra que mi papá escribió las semanas después del golpe, muy cruda, muy directa y muy visionaria también”.
Padre e hija
“Mi padre me adoraba por sobre todas las cosas. Me trató como un ser humano individual desde muy niña y tuve la fortuna de tener un padre que estaba muy atento de mí. Era un hombre con capacidad de contención emocional, afectuoso, de abrazos. Lo pasaba bien con él, conversar con él era entretenido, nos reíamos mucho”, recuerda Milena. “Era emocionalmente intenso, se deprimía, explotaba, era caprichoso. Mi mamá era mucho más estable, más centrada”.
Tuvieron, por supuesto, épocas donde se enfrentaron. “Era un hombre chapado a la antigua en un hogar católico, hijo de una madre italiana, muy sobreprotegido. Entonces estaba esta educación muy constreñida y por otro lado era un hombre muy liberal en sus ideas. Tenía sus contradicciones. Cuando yo empecé a salir con el pololo, a quedarme a alojar en su casa, le quedó la embarrada. Y yo no entendía, porque él intelectualmente me había planteado todo un mundo. Con el tiempo fue flexibilizándose en esta tensión conmigo”.
-¿Hay cosas de él que reconoces en ti?
-Sí, varias. Estructurar las cosas mentalmente antes de hacerlas. El gin tonic. El gusto por los tangos. La emocionalidad desbordada croata.