Como un guión de teleserie podría haberse escrito esta semana la tensa relación del Banco Central y su presidenta, Rosanna Costa, con su antecesor en el cargo y hoy ministro de Hacienda, Mario Marcel, atizada desde La Moneda con una poco feliz intervención de la ministra titular de la Segegob, Camila Vallejo. Una trama en la que está en juego el control de la inflación, la estabilidad cambiaria y el crecimiento del país.

Y en complejos días, el instituto emisor se puso a buscar un jefe del departamento de agencia fiscal, que como describe en la convocatoria, debe actuar como “contraparte y coordinadora del Banco Central frente al ministerio de Hacienda”, pero también respecto de Tesorería. Entre otras cosas, este profesional debe “asegurar el cumplimiento de las directrices de inversión y de los contratos correspondientes”. Quien llegue dependerá de la División de Mercados Financieros y estará encima del problema del momento: el dólar.

Este jueves 14 de julio el Banco Central anunció que, con el objeto de facilitar el ajuste de la economía chilena a las inciertas y cambiantes condiciones internas y externas, decidió implementar un programa de intervención cambiaria y provisión preventiva de liquidez en dólares, por un monto de hasta US$ 25.000 millones a partir de este lunes 18 de julio y hasta el 30 de septiembre de 2022.

La intervención en el mercado cambiario considera tanto la venta de dólares spot por un monto de hasta US$ 10.000 millones como la venta de instrumentos de cobertura cambiaria por un monto de hasta US$ 10.000 millones.

Este anuncio de intervención estuvo en el centro de la tensión entre Mario Marcel y Rosanna Costa durante estos días. Ambos son viejos conocidos, que se han relacionado desde los años ‘90; fueron integrantes de la comisión para reformar las pensiones en Bachelet I y en el Banco Central, cuando Marcel era presidente y Rosanna Costa consejera.

“Hay una amistad profesional y un gran respeto mutuo, por eso los deslices verbales de esta semana molestaron un poquito”, señalan cercanos a los consejeros del instituto emisor. También hay inquietud en el Central por lo que algunos califican de “excesiva proximidad” entre la consejera Stephanie Griffith-Jones con el gobierno y con Hacienda. 

Esta semana la tensión entre ambas instituciones fue subiendo conforme el dólar superaba los $ 1.000. El miércoles 13, Marcel llamó al organismo presidido por Costa a pronunciarse: “Sería bueno, sería oportuno, que el Banco Central también pudiera compartir su propio diagnóstico sobre lo que está ocurriendo con el tipo de cambio, dado que es la institución que va siguiendo más de cerca los mercados y particularmente este mercado”, dijo.

A mediodía del jueves 14, la ministra Camila Vallejo, hablando del dólar y el precio de los combustibles, señaló que “nosotros no manejamos la política cambiaria. Eso le corresponde al Banco Central como organismo autónomo. Y ahí me sumo a lo que dijo el ministro Marcel, ojalá un llamado al Banco Central a tomar medidas, respetando su autonomía, pero son ellos los que manejan la política cambiaria”.

Es decir, subió un par de cambios a lo que había dicho el ministro de Hacienda. Y éste, que sabe que lo cortés no quita lo valiente, en un amago de disculpa señaló “quizá la manera de decirlo no fue la más elegante” el jueves, un día después de que el Banco Central subiera la tasa de política monetaria a 9,75%, lo que no le hizo ni cosquillas al dólar, que subió por sobre los $ 1.050. 

Rosanna Costa solo habló para dar una noticia: el Central sí va a intervenir. Lo que fue muy valorado por Mario Marcel, quien señaló: “Creemos que ha sido apropiado que el Central haya usado sus facultades para el cumplimiento de ese propósito”.