Un proyecto de expansión de litio y unos materiales e insumos que -alega una de las partes- no funcionaron, son los ingredientes de un agudo conflicto plasmado en dos arbitrajes que tienen enfrentada en Chile a Albemarle, con la compañía local Emaresa. Y ambos ya escalaron la disputa a la Corte de Apelaciones, al estar disconformes con los respectivos fallos arbitrales.

Todo comenzó cuando en 2017 Albemarle inició un proyecto para ampliar su capacidad de producir litio, suscribiendo un contrato con la firma de ingenieros Emaresa. El objetivo era que esta le suministrara materiales para construir instalaciones industriales en el Salar de Atacama, las llamadas geomembranas y geotextiles.

En simple, para producir cada tonelada del litio, Albemarle desarrolla en su Planta El Salar un extenso proceso, que tarda más de un año y medio. Tras extraer la salmuera desde el salar, sigue una fase de concentración de dicha salmuera, exponiéndola al sol en piscinas o pozas -donde la radiación solar genera evaporación- que deben tener impermeabilización con estas geomembranas y geotextiles, de modo de evitar que la producción se filtre y se pierda.

Según se describe en uno de los litigios, Albemarle acusó a Emaresa de incumplir el contrato, entregando geomembranas “gravemente defectuosas” y certificados de calidad “falsificados”, y que había postulado a la licitación en base a “documentación falsificada”.

Todo esto le implicó a la multinacional un retraso e impidió que produjera litio durante un importante período, describe otro de los escritos del arbitraje, en el que es representada por el abogado José Joaquín Ugarte.

En el primer arbitraje, Emaresa -que es representada por el abogado Juan Francisco Asenjo- demandó el pago íntegro del precio adeudado, luego de haber entregado la totalidad de los materiales. Tras el litigio, el laudo entregó a Albemarle el pago del lucro cesante, reservando eso sí la discusión sobre el monto para una etapa posterior.

En el segundo proceso arbitral, entablado por Albermarle, se demandó el pago de diversos sobrecostos, pero en esta sentencia el juez rechazó varias de estas pretensiones. O sea, es un caso que está lejos de terminar, pues cada parte quedó disconforme con los fallos arbitrales y cada una apeló en la justicia civil.

Consultada Albemarle dijo “no comentamos casos judiciales en desarrollo”. A su turno, Emaresa, dijo que tal como sostuvieron en el arbitraje, “los productos vendidos hace cinco años a Albemarle cumplían con los estándares de calidad solicitados, tal como lo acreditaron pruebas posteriores y un experto de nivel mundial”.

Agregaron que la existencia de un certificado adulterado por parte del productor “es una situación ajena a Emaresa, que en la actualidad está en investigación y en ningún caso tuvo incidencia en la calidad del producto”.

Y remataron señalando que “es recurrente que Albemarle judicialice la relación con sus proveedores y terceros, por lo que apelamos a la sentencia arbitral y confiamos en que nuestros argumentos serán acogidos y Albemarle deberá cumplir con su obligación de pagar el precio de los productos”.