“Por alguna razón se le ha llamado la tasa Robin Hood, pero esto viene del concepto de la tasa Tobin”, precisó el ministro de Hacienda, Mario Marcel, cuando la prensa le preguntó si estaba dispuesto a sumar una indicación de diputados a la reforma tributaria que creaba un impuesto a las transacciones financieras.

“La propuesta la estamos analizando, por supuesto no queremos adelantar juicios”, agregó Marcel.

¿Robin Hood o Tobin? Lo cierto es que la polémica por cómo llamar a los impuestos de este tipo no es nada nuevo y atormentó en sus últimos años de vida a James Tobin, premio Nobel (2001), quien en 1972 propuso un impuesto del 1% para las transacciones de divisas, con el objetivo de estabilizar los tipos de cambio. La prioridad no era recaudar, explicó en sucesivas oportunidades, y menos aplicar este impuesto a todas las transacciones financieras.

Pero dos y tres décadas después, los grupos antiglobalización usaron intensivamente el concepto de Impuesto Tobin para intentar frenar los movimientos de capitales extranjeros, bajo el argumento de que ayudaría a reducir las desigualdades entre los países desarrollados y los más desposeídos.

A tal punto llegó el tema que en una entrevista al medio alemán Der Spiegel, que ha sido reproducida por muchos medios en el tiempo, el propio Premio Nobel, pocos meses antes de morir en 2002 dijo: “No tengo lo más mínimo en común con los revoltosos de la antiglobalización. Soy partidario del libre comercio”.

La polémica reflota de tanto en tanto. “100 años de soledad” tituló hace un par de años el periódico La Vanguardia al recordar el cumpleaños de Tobin y revisitar los intentos en diferentes países por poner su apellido a un impuesto que él no reconocía.