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“Bolsonaro entró en conflicto con las élites, y eso no es bueno para un presidente”

“Bolsonaro entró en conflicto con las élites, y eso no es bueno para un presidente”

Richard Lapper, exeditor de Financial Times para Latinoamérica y hoy académico e investigador, acaba de escribir un libro sobre Bolsonaro y la lucha de poderes detrás de la actual crisis.

Por: Marcela Vélez-Plickert | Publicado: Domingo 4 de abril de 2021 a las 04:00
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Hay tres grandes fuerzas de lobby en el Congreso en Brasil. El agrícola, las iglesias evangélicas y conservadores que demandan mano dura contra la delincuencia y el uso de armas de fuego. Un grupo capaz de sostener o acabar con presidentes (pregúntenle a Michel Temer o Dilma Rousseff). Un grupo que estuvo en el corazón de la amplia alianza que llevó a Jair Bolsonaro al poder, y que ahora busca separarse de él.

Así lo plantea, Richard Lapper, exeditor de Financial Times para Latinoamérica, investigador asociado en el Instituto Brasileño de King’s College London y del think tank británico Chatham House. Su libro Beef, Bullets and Bible: Brazil in the Age of Bolsonaro se publicará en mayo, con unas últimas líneas escritas por Lapper justo antes de que el mandatario brasileño descabezara a la cúpula militar.

Lapper afirma que la actual crisis se viene gestando ya desde antes de la pandemia, pero sin duda ha sido acelerada por ésta. “Cuando Bolsonaro ganó en 2018, lo hizo al frente de una alianza muy amplia de gente de extrema derecha, como él y sus hijos, gente de negocios conservadora, clase media. Liberales conservadores en realidad. Gente que no quería más a la izquierda. Lo que ha pasado en los últimos años es que esa alianza se ha comenzado a resquebrajar, por la constante tensión entre los conservadores más moderados y los radicales”, explica Lapper.

Un evento clave en este quiebre fue la salida del exfiscal Sergio Moro, quien abandonó la cartera de Justicia en abril 2020, tras 14 meses en el cargo. Moro integraba la fila de los “moderados”. Era también el rostro de la acción judicial en el Caso Lava Jato, uno de los capítulos de corrupción más graves en la historia reciente brasileña. El caso prácticamente ha sido archivado. El equipo de fiscales disuelto, y el expresidente Luiz Inácio “Lula” da Silva ha visto revocada su sentencia.

La salida de los moderados fue reemplazada con nuevos aliados. “Bolsonaro formó una alianza con un grupo de pequeños partidos corruptos, conocido como la Centrão. En el muy fragmentado mundo político brasileño, hay una docena de pequeños partidos… y todos ellos hicieron un acuerdo con él en junio del año pasado. Acordaron proteger su gobierno, a cambio de cargos”, afirma Lapper.

Esta alianza podría explicar por qué Lava Jato pasó de ser el caso ícono de la lucha de la corrupción a solo un recuerdo. “Es bastante claro que el Partido Progresista, que en realidad es de derecha, está envuelto en Lava Jato. Arturo Lira, que es el presidente de la Cámara de Diputados, que en Brasil es casi un primer ministro, era uno de los objetivos de la investigación (…) Bolsonaro, que llegó al poder prometiendo limpiar la política, sella una alianza con partidos que hubiera criticado hace dos años… Su hijo mayor, Flavio Bolsonaro, también es investigado por corrupción”, agrega Lapper, para explicar una de las razones del desencanto de los brasileños con el Presidente.

Portada del libro "Beef, Bible and Bullets: Brazil in the age of Bolsonaro".

Coronavirus y bomba de tiempo

La Centrão hoy controla las mesas directivas del Congreso. Pero eso no significa que Bolsonaro pueda respirar tranquilo. La alianza se gestó cuando el mandatario gozaba de una popularidad de alrededor de 40%, su mayor nivel de apoyo desde el comienzo de su gobierno. Hoy, con más de 321.000 muertes por Covid-19 desde el inicio de la pandemia, Brasil y sus políticos son otros.

“La política volvió a lo que era antes de Lava Jato; y si no fuera por el coronavirus, Brasil seguiría lo mismo, un país con un sistema político corrupto, y el sector privado seguiría lidiando con eso. Pero porque la situación con el coronavirus es tan mala, todos quieren un cambio. La Centrão también quiere que Bolsonaro cambie sus políticas respecto a la pandemia, porque saben que la situación es una bomba de tiempo. El coronavirus ha sido un terremoto político”.

En una actitud aún más extrema que la que tuviera Donald Trump respecto a la pandemia, Bolsonaro, quien sufrió la enfermedad, rechaza las restricciones, cuarentenas, distanciamiento social y el uso de máscaras. Su posición lo ha llevado a enfrentarse a los gobernadores y alcaldes, que tratan de imponer cuarentenas y restricciones, que Bolsonaro acusa son más mortales que el virus.

El mandatario también ha cuestionado la seguridad de las vacunas, lo que explica el retraso del país en la inmunización, a pesar de tener la mayor capacidad en la región para producir las dosis. Según datos de Our World in Data, solo el 6,5% de los 212 millones de habitantes del país ha recibido al menos una dosis de la vacuna. Mientras, el país, donde ha aparecido una de las variantes más contagiosas del virus, marcó esta semana un récord con 3.869 muertes diarias por la enfermedad.

El Congreso, antes de ser dominado por los aliados de Bolsonaro, lo amenazó con un juicio político. La presión habría llevado al mandatario a un cambio de gabinete, en seis ministerios, seguido por el cambio de los jefes de las Fuerzas Armadas. La gran ganadora del cambio fue la Centrão, que se hizo con nuevos cargos ministeriales. Pero eso no ha impedido que opositores políticos de Bolsonaro lo acusen de intentar dar un autogolpe.

Lapper destaca el quiebre del sector privado con Bolsonaro, que quedó sellado en una carta pública firmada por cientos de economistas y empresarios, incluyendo los controladores de banco Itaú, el más grande de Brasil, en la que criticaron al gobierno por “ignorar la ciencia, alentar a las multitudes, promocionar tratamientos no probados y coquetear con el movimiento antivacunas”. El sector privado sabe -agrega Lapper- que la economía no se recuperará hasta que se logre controlar la pandemia.

“Lo que ha cambiado respecto al año pasado es que ahora la clase media está preocupada”, agrega. Lapper, quien vivió seis años en Brasil y tiene su familia política en ese país, y cita cómo los hospitales privados han copado su capacidad, encendiendo las alertas de los grupos de mayores ingresos, donde Bolsonaro tuvo inicialmente gran parte de su electorado. “El problema de Bolsonaro ahora es que está enfrentado a un grupo de los militares, parece a ratos enfrentado a la Centrão, no sabemos, también está enfrentado al sector privado, y eso nunca es bueno para un presidente brasileño”, agrega.

Ahora las bases que apoyan a Bolsonaro están en los grupos de menores ingresos, en pequeños agricultores del interior del país, mineros. Pero no sería suficiente para asegurarle la reelección en 2022. Las últimas encuestas lo muestran en un empate técnico con el expresidente Lula da Silva.

Sin embargo, Lapper no cree descabellado pensar que el mandatario pueda ganar las próximas elecciones, siempre que dé un giro a sus políticas respecto al manejo de la pandemia y avance con las reformas prometidas. Ya ha dado algunas señales en esa dirección.

Brasil aceleró la compra de vacunas, y ya tiene aseguradas 562 millones que llegarían hacia fin de año. El país comenzará a producir su propia vacuna (Butanvac), e incluso en el cambio de la cúpula militar, Bolsonaro escogió como nuevo jefe del Ejército al general Paulo Sergio Nogueira, quien el 28 de marzo en entrevista con Correio Braziliense criticó el manejo del gobierno federal frente a la pandemia.

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