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Choque de titanes: las claves para entender la final del Mundial

Choque de titanes: las claves para entender la final del Mundial

Después de un mes, la cita futbolística más importante del mundo llega a su fin. Y de qué manera: este domingo al mediodía Argentina y Francia se medirán en un encuentro que promete pasión, nerviosismo y sobre todo, buen fútbol. Después de todo, ambas selecciones buscarán conquistar su tercera copa.

Por: Mateo Navas y Juan Pablo Silva | Publicado: Sábado 17 de diciembre de 2022 a las 21:00
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Manuel de Tezanos, periodista TNT Sports: “¿La jerarquía de Francia o el hambre de Argentina?”

“Qatar no es futbolizado. Y si pretendía empezar a serlo después de esta Copa del Mundo, ni los obscenos US$ 220 billones invertidos en estadio e infraestructura le bastaron para entusiasmar a su gente: su selección no sumó un solo punto en el torneo y se convirtió en el peor anfitrión de la historia. Fuerte baño de realidad, el primer cachetazo.


El segundo, la eliminación de Marruecos, último representante del mundo árabe en competencia y que terminó con la mínima pizca de interés que mantenían la mayoría de los locales por una Copa del Mundo, la cual ha sido muy interesante desde lo futbolístico -con excelentes partidos, grandes sorpresas- pero que no logró entregarle un nuevo sitial al fútbol en su cultura. Parecido a lo que pasó en Sudáfrica, el entusiasmo decaerá brutalmente después del pitazo final en el Lusail Stadium, cuando Francia o Argentina alcen su tercera Copa del Mundo.

Para los futboleros, los fanáticos de las selecciones involucradas -e incluso para el público imparcial- ha sido un mundial espectacular: Japón eliminó a Alemania, el gran favorito Brasil no pudo pasar los cuartos de final, se han jugado partidazos a los que no les ha faltado nada, como Argentina contra Holanda y se vivieron momentos dramáticos, como la despedida de Cristiano Ronaldo que salió entre lágrimas tras la eliminación de Portugal, sabiendo que había perdido su última opción de levantar el trofeo más preciado.

Francia, el actual campeón, y Argentina, el equipo que quiere darle a Messi el título que lo consolidará como el mejor de su generación, es una final soñada. No siempre llegan al partido definitorio los mejores equipos, pero esta vez nadie puede discutir los merecimientos de ambos seleccionados para estar en el último partido.

Argentina partió muy mal, derrotado por Arabia Saudita. Le invadió el terror, pues la base del equipo que había sido campeón de América ante Brasil llegaba con poco ritmo competitivo. Fue ahí cuando Lionel Scaloni, un técnico joven sin experiencia y muy cuestionado cuando reemplazó a Jorge Sampaoli, mostró su categoría: fue capaz de cambiar a Leandro Paredes, Lautaro Martínez y Ángel di María durante el campeonato en la medida que otros jugadores más jóvenes -como MacAllister (de gran presente en la Premier) y los ex River Enzo Fernández y Julián Álvarez- demostraban que estaban para cosas grandes. Son pocos los entrenadores que en tan poco tiempo son capaces de reconocer errores y cambiar radicalmente durante la marcha. Así fue como Argentina mejoró partido a partido y se instaló en una final más que merecida.

Párrafo aparte para Lionel Messi, que está jugando el mundial que todos esperábamos que alguna vez jugara. Siempre se había lucido en sus clubes, pero incluso en el 2014, cuando Argentina también fue finalista, hubo otros como Mascherano que fueron más relevantes. En Qatar, cuando la cosa se complicó para Argentina, siempre fue él el que apareció. Está en su mejor momento.

Por otro lado Francia vive una realidad muy distinta. Pese a la enorme cantidad de bajas, incluyendo la del actual Balón de Oro, Karim Benzemá, la enorme cantidad de estrellas que tiene el fútbol francés repartidas por las ligas más importantes del mundo, sumado a la experiencia de un gran entrenador como Didier Deschamps, le ha permitido a Les Blues mantenerse como una máquina competitiva ¿No está Kanté? Pues juega el joven Tchouamení, del Real Madrid ¿Se lesiona Lucas Hernández, titular del Bayern Münich? No hay problema, su hermano Theo es crack en el AC Milan.

Muchos dirán que su figura es Mbappé, autor de cinco goles hasta acá y probablemente el jugador más desequilibrante del mundo en el mano a mano. Personalmente, sin desmerecer al delantero del PSG, la película en Francia se la ha robado Antoine Griezmann. Un delantero que se puso a servicio del equipo, aceptó retroceder en la cancha y desde el mediocampo se ha convertido en el alma del equipo.

¿Qué será más relevante el domingo? ¿La jerarquía y experiencia de Francia?¿La solidaridad y el hambre de triunfo de Argentina? Falta poco para saberlo”.

Francisco Valdés, hincha desde Buenos Aires: “Ninguno se atreve a predecir el marcador final”

“Los argentinos dicen que la derrota contra Arabia Saudita fue un regalo porque les permitió bajar su ego y concentrarse en el juego. ‘Antes del primer partido todos decían que Argentina sería campeón’, me comentó una amiga trasandina durante mi viaje.

Vengo llegando de Buenos Aires. Ahí, al igual que otros 15 millones de habitantes, me tocó ver la semifinal contra Croacia. Mucha gente se juntó en sus casas con amigos, pero yo preferí aguantar el calor y unirme a los miles de hinchas en la Plaza Intendente Seeber, donde se proyectó el encuentro en una pantalla gigante. Fue un 3-0 inapelable y una muestra más de autoridad. Y la experiencia fue total: gritos, aplausos, insultos y bailes. Las calles vacías. Al terminar, abrí Uber: ningún chofer estaba disponible.

La euforia es total y los argentinos ya sueñan con su tercera estrella. En la capital se siente la emoción y muchos están pensando en el menú para el domingo. ¿Y sobre el resultado? Silencio sepulcral. Ninguno se atreve a predecir el marcador final por miedo a ‘mufarla’.

Y aunque muchos lo sepan, es importante repetirlo: el fanatismo es impresionante. La idolatría hacia Maradona y Messi es única. Cientos de hinchas con las camisetas de ambas leyendas caminan por la calle. Frente al obelisco instalaron una gigantografía del otrora capitán trasandino vestido de qatarí y abrieron su casa para el partido Argentina-Croacia.

El sábado fui a una fiesta en la que la mesa del DJ era un altar a Messi. Así, como lo están leyendo. Cuando sonó la canción ‘La mano de Dios’ todos se volvieron locos, se subieron a las sillas y cantaron a todo pulmón. Y en el fragor de la noche, me arriesgué con un par de amigos argentinos: les lancé un chiste contra Messi y se enojaron. De verdad, furia. ‘Boludo, prefiero que insultés a mi mamá antes de que hablés mal de Messi’, me dijeron minutos después.

El estado anímico de un argentino depende del resultado de los partidos, especialmente en el mundial. Un amigo que organizaba una fiesta nocturna me dijo que al poco tiempo de que Argentina ganara su partido (cuál) le compraron 100 entradas.

Respecto al rendimiento de los jugadores, las opiniones de la gente son muy similares: Nicolás Otamendi está jugando un increíble mundial, Enzo Fernández y Julián Álvarez se ganaron la titularidad y asoman como el futuro de la selección, y el Dibu Martínez ha rendido como se esperaba. Y Messi, obvio, no los decepciona.

A Argentina ya no le importa la inflación ni la corrupción. Eso es secundario al lado de una tercera estrella. Su única prioridad es ganar el Mundial. Y si lo logran, me dicen, celebrarán como locos, el obelisco se rodeará de millones de personas y se tomarán feriado por mínimo tres días. Habrá que ver”.

Felipe Carvajal, periodista de Telemundo desde Qatar: “Me quedo con la sensación de la calle, de los fans”

“Hace unos días, en pleno Doha, cuando estaba posicionado frente a cámara listo para despachar para Telemundo, se me acercó por la espalda un hincha de Arabia Saudita. Me dio un beso en la mejilla y luego gritó ‘Siuuu!’ (la celebración de Cristiano Ronaldo). Nunca supe por qué. Unos días antes fui al evento “Fifa Fan Fest” y me di cuenta que todos los supuestos hinchas brasileños o argentinos eran de India o Bangladesh. Ningún latinoamericano.

Cubrir este Mundial ha sido una buena oportunidad para conocer una cultura e idiosincrasia completamente distinta a la nuestra, y además, ver cómo funciona por primera vez una sola ciudad realizando un Mundial con ocho estadios con más de un millón y medio de hinchas.

Me resultó muy interesante conocer cómo viven y cómo sienten este torneo en otros países. Se han mezclado los idiomas, culturas y comidas en torno al fútbol. El evento ha tenido polémicas y enjuiciamientos por diversos motivos, pero me quedo con la sensación de la calle, de los fans y de los propios ciudadanos qataríes con los que he podido conversar: he visto cómo han vibrado y disfrutado de su fiesta deportiva. Desde los imponentes estadios, hasta la limpieza, seguridad y educación.

A pesar de que tenemos culturas distintas, he percibido mucho respeto entre todos, Creo que esa es la clave: me ha encantado ver a la gente compartir y mostrar sus diferencias con educación, comprender que somos diversos y que nos une una misma pasión. La de un mundial de fútbol”.

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