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El ocaso de los unicornios: Llegó la hora del due diligence

El ocaso de los unicornios: Llegó la hora del due diligence

Las startups enfrentan condiciones más adversas para levantar capital. Pero ciertos sectores se muestran todavía resilientes.

Por: Marcela Vélez-Plickert , desde Londres | Publicado: Sábado 10 de diciembre de 2022 a las 21:00
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La debacle de FTX fue solo el último de los múltiples golpes que la industria de capital de riesgo y las startups han recibido en el último año. Las valuaciones se han desplomado hasta en un 70% y cada vez es más difícil levantar capital.

En noviembre, el mundo vio el nacimiento de solo siete unicornios, startups valoradas en US$ 1.000 millones o más. La cifra contrasta con los 50 unicornios nacidos en noviembre 2021 o los 29 de noviembre 2020. Más dramática es la caída de las valoraciones. Según el Unicorn Tracker de Pitchbook, tras sus rondas de financiamiento, los siete nuevos unicornios sumaron una valoración de US$ 13.700 millones. Un dramático 90% menos que hace un año.

“La inflación en las valoraciones (de las startups) llegó a su fin”, declara Maëlle Gavet, CEO de Techstars, una de las mayores aceleradoras del mundo. En un panel reciente durante la Web Summit, Gavet afirmó que la industria está entrando en un período de crisis que llevará a su transformación de aquí a un año.

Para comenzar, afirma, se acaba esa costumbre de asignar valuaciones millonarias a firmas con una base de actividad muy pequeña o sin contraprestación financiera. Eso explica que durante 2021 surgieran unos 350 unicornios, casi uno por día.

En una declaración posterior, Gavet se atreve a anticipar que 2023 será la “tumba” de muchas startups con valoraciones infladas.

Incluso las empresas, especialmente fintech, que tienen negocios más desarrollados y carteras de clientes “reales”, se han visto afectadas. Stripe, firma de terminales de pago, tuvo su boom durante la pandemia por el acelerado aumento del comercio en línea y los pagos digitales, y alcanzó en julio de 2021 una valoración de US$ 95.000 millones.

De pronto, la empresa fundada por dos hermanos irlandeses en Silicon Valley, se convertía en la empresa privada (no abierta a bolsa) más valiosa del mundo. Un año después, su CEO, Patrick Collison, reconoció que la empresa valía al menos un 28% menos. “Una valoración de US$ 95.000 millones no se justifica”, admitió tras una evaluación interna.

Otro ejemplo es Klarna. La empresa sigue creciendo, y es una de las fintech más exitosas a nivel global. Con su modelo “compra ahora, paga después”, alcanzó una valoración de US$ 46.000 millones en julio 2021. Cuando levantó capital en julio pasado, los inversionistas le dieron un valor de apenas US$ 6.700 millones, un 85% menos.
 

Cambio de escenario

Las condiciones para la inversión de riesgo son completamente distintas y no es coincidencia que la tendencia a la baja en las valoraciones y la creación de unicornios se dé de la mano con el aumento de tasas de interés de la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra, y desde julio pasado, del Banco Central Europeo. La desaceleración que muestra el Unicorn Tracker comenzó en diciembre de 2021, el mismo mes en que la Fed anunció el próximo inicio de su proceso de alzas de tasas.

Inversionistas pasaron de años de crecimiento económico (a excepción de 2020) e inyecciones de liquidez de parte de los bancos centrales a tasa cero, a un ambiente de menor actividad y tasas de interés más altas (4% en EEUU).

A eso hay que sumarle la extensión de la guerra en Ucrania, y las tensiones entre EEUU y China, y -por si fuera poco- la desconfianza que inyectan casos fraudulentos como los de Theranos, que vio su juicio este año, y más recientemente el de FTX.

Aunque de distinta naturaleza, ambos casos tienen similitudes. Startups que prometen una revolución tecnológica, que alcanzaron valoraciones multimillonarias (US$ 9.000 millones Theranos, y US$ 32.000 millones FTX), con fundadores excéntricos elevados a calidad de ídolos, y el respaldo de inversionistas de prestigio.

“Cualquier sector del mercado que experimente un crecimiento tan rápido atraerá a emprendedores que a menudo carecen de experiencia o quizás no son lo suficientemente honestos como para atraer un respaldo financiero más tradicional”, reflexiona Timothy Luft, dealmaker en el programa Global Entrepreneur de Reino Unido.
 

Mayores requerimientos

Desde su oficina en Londres, Luft apunta a las fallas en el control de los inversionistas que han estrado detrás de la burbuja de unicornios y valoraciones. “El due diligence de los inversionistas tradicionales está ahí por una razón. Es en esa etapa en que se supervisa cómo la startup usa sus recursos, por ejemplo”, agrega.

En la exuberancia creada por la abundancia de liquidez y el explosivo dinamismo económico tras la pandemia, due diligence se volvió un concepto no tan importante como la rapidez. Inversionistas que demandaban estos procesos o auditorías más exhaustivas, o más cláusulas en los contratos, podrían perder rápidamente la posibilidad de entrar a la propiedad de la startup de moda a manos de un fondo o inversionistas más agresivos.

Por el contrario, en una encuesta reciente de la consultora europea Atómico, un 75% de los fundadores consultados aseguró que hoy es mucho más difícil levantar capital que hace un año. Al mismo tiempo, inversionistas están demandando cláusulas más estrictas para protegerse ante posibles pérdidas, demandando el compromiso del pago de indemnizaciones en casos de mal manejo de recursos. En general, inversionistas le están poniendo un precio a los riesgos que perciben en los modelos de negocios, que -además- ahora exigen sean más exhaustivos.

Gavet, de Techstars, ve en este nuevo escenario un riesgo para los fundadores, pues pueden ser vulnerables a la presión por levantar capital y aceptar condiciones poco favorables. No es que el capital se haya secado. La industria de capital de riesgo tiene en caja unos US$ 1,2 billones para invertir, según un reporte de Pitchbook al segundo trimestre. Para las startups con buenos modelos de negocios y tecnología innovadora, especialmente en áreas como salud, educación o alimentos, el capital estaría disponible.

Eso sí, en condiciones más duras y con valoraciones más realistas.
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