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El poder de Joe Rogan, el podcaster que dio el empujón final al triunfo de Trump
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“Y bueno, estamos rodando”. En la pantalla aparece un tipo pelado, musculoso, brazos tatuados, camisa negra. Frente a él, está Donald Trump -aún candidato, a 11 días de convertirse otra vez en Presidente de EEUU-, de traje azul, corbata amarilla y piel anaranjada. A su espalda, una cortina burdeo. Al hacer zoom out, se ven los dos sentados alrededor de una desordenada mesa con micrófonos, vasos y jarros metálicos y una cabeza de animal con cuernos. De fondo, una pared de madera.
Joe Rogan (57), el musculoso, de inmediato le comenta al candidato un episodio: cuando Trump fue al programa The View, donde la actriz Whoopi Goldberg lo presenta como “nuestro amigo”, Joy Behar y Barbara Walters le dan abrazos y besos. Continúa Rogan: “Todas te quieren (…) hablan de ti en una forma tan favorable (…) La audiencia estaba vitoreando” (las aludidas salieron luego a aclarar que eso había sido en 2011, cuando Trump no era aspirante a la Casa Blanca). Y luego, le dice, Trump empezó a avanzar en las encuestas: “Probablemente no hay nadie en la historia -que yo haya visto- que haya sido atacado como tú, de forma tan coordinada, y tan sistemáticamente”.
Y play. Trump empieza a hablar.
Habla del robo de la elección de 2020; de que podría existir vida en Marte; de lo brillante que es Elon Musk; de Ucrania -“llamo a Putin y termino la guerra”-; del rol que tendría Robert Kennedy (de quien Rogan es fan) en su gobierno -dejándolo afuera de los temas de petróleo-; de cómo él ha protegido a la industria americana; de lo incompetente que es Kamala Harris -“no puede poner dos oraciones juntas”-, de los altos aranceles que impondrá a los fabricantes de chip. Y en algún momento le muestra la pequeña cicatriz que le quedó en la oreja luego del disparo que sufrió en julio.
Es una conversación suelta, con risas y garabatos (por parte del conductor). “Tenemos que hacer esto de nuevo”, dice Trump tras preguntar al aire cuánto tiempo llevan hablando: casi tres horas.
El video de la conversación de 2:58 hrs se publicó -como todos los podcast de The Joe Rogan Experience- sin editar, el viernes 25 de octubre en Youtube y Spotify: fue visto por 45 millones de personas en la primera plataforma y otras 25 millones en la segunda.
De inmediato los medios plantearon la tesis de cuán efectiva habría sido la visita de Trump a Rogan para conseguir los votos de esos hombres jóvenes que siguen al comediante desde 2009: The Rogan Experience tiene 14,5 millones de seguidores en Spotify, donde es el más escuchado desde hace años en EEUU, y otros 17,6 millones en Youtube. El 80% de su audiencia son hombres.
La respuesta fue clara el 6 de noviembre: Joe Rogan fue crucial en el triunfo republicano. No solo mostró a Trump en un ambiente relajado de conversación, sino que además entrevistó en el podcast días más tarde a JD Vance, su candidato a VP -quien dijo que ésa era la primera vez que estaba sin escoltas desde que entró en campaña- y el día antes de la elección, el lunes 4 de noviembre, hizo lo mismo con Elon Musk.
“El gran y poderoso @elonmusk. Si no fuera por él, estaríamos jodidos. Él presenta lo que creo es el argumento más convincente a favor de Trump que escucharás, y estoy de acuerdo con él en cada paso del camino”, dijo en X al publicar el episodio. “Para que conste, sí, eso es un respaldo a Trump. Disfruten del podcast,” añadió.
Artes marciales para no ser perdedor
“Tenía pánico de ser un perdedor”, reconoció Joe Rogan en 2015 a Rolling Stone en una de las pocas entrevistas que ha dado. “Demasiado pavor de ser alguien de quien la gente simplemente dijera, ‘Mira a ese maldito perdedor.’ ¿Sabes? Siempre pensaba que los otros chicos se iban a volver contra mí en cualquier momento”.
Tal vez por su infancia en un entorno violento en Newark, Nueva Jersey, culpa de su padre, un policía a quien describió como “un tipo muy aterrador”. Pero fue también por los constantes traslados de lugar -tras la separación de sus progenitores cuando tenía 5 años, se fue a San Francisco (California), luego a Gainsville (Florida) y a Boston (Massachussets) con su madre-, que dice que nunca sintió que encajaba. Ella era un “espíritu libre”, se casó otra vez con un hippie de pelo muy largo con quien Joe probó la marihuana a los ocho años.
Entonces cuando de adolescente le hicieron una llave en el camarín del colegio, Rogan se dijo a sí mismo que nunca más se permitiría una humillación así. Y se inició en las artes marciales.
Fue campeón en el Campeonato Abierto de Taekwondo de EEUU y por cuatro años campeón estatal de full contact. A los 21 años, luego de un breve paso por la Universidad de Boston, impulsado por sus compañeros -a quienes siempre hacía reír- se subió por primera vez al escenario del club Sitches de Boston a hacer stand-up. Ahí empezó su carrera de comediante.
Al poco andar se fue a Nueva York, luego se fue a Los Ángeles, donde comenzó a despegar profesionalmente: trabajó para MTV, y en la comedia de 9 capítulos Hardball. Además fue presentador del reality Fear Factor, donde los participantes compiten en desafíos como comer gusanos vivos.
El éxito de The Joe Rogan Experience es tal que Spotify lo compró en 2020 en US$ 100 millones, y ahora lo renovó por US$250 millones.
De forma natural se convirtió en experto en Ultimate Fighting Championship (UFC), la mayor organización de artes marciales mixtas. En 2001 comenzó a ser comentarista y entrevistador en el backstage. “Es el mejor comentarista de peleas que jamás haya existido en la historia de la lucha”, señaló alguna vez Dana White, presidente de la UFC.
Volviendo a su vida standupera, fue en 2007 cuando se peleó con el humorista Carlos Mencía, a quien acusó de robarle una broma, cuando recibió el apoyo de sus pares, tras hacerse viral ese video.
Dos años después se lanzó con un nuevo proyecto: un podcast.
Los orígenes del podcast
Sin ambiciones más que conversar mientras fumaban marihuana, estrenó junto a su amigo Brian Redban el primer capítulo de The Joe Rogan Experience en 2009. “Es como un viaje por el universo conocido, así como por el desconocido, lo sospechado y lo altamente sospechoso”, dijo Rolling Stone sobre el podcast.
Los primeros invitados fueron comediantes, luego el abanico se abrió a todo, literal: activistas de marihuana, ex estrellas porno, raperos, expolicías, veganos, personas con insomnio, teóricos de conspiración, celebrities, autoridades.
Rogan ha dicho que tiene la colección de porno más grande del país; se reconoce fanático de los psicotrópicos; ha señalado que se inyecta testosterona –“simplemente me gusta la idea de que estoy engañando a la vejez y la muerte, aunque, ya sabes, no puedes engañarlas para siempre”, dijo-; y es un activo cazador.
De hecho, el periodista de Rolling Stone cuenta que Rogan abrió el congelador de su casa y le mostró paquetes café: “Este es un corazón de alce. Me gustan los alces. Me gustan los filetes de alce, el estofado de alce, y las hamburguesas de alce son deliciosas. Este es de un cerdo salvaje. Esta es una salchicha de algo. Esto es más alce. Esto es venado. Esto es oso. Y todo esto lo maté yo mismo”.
En su podcast se aceptan terraplanistas, se cuestiona la llegada del hombre a la luna. Y en pandemia estuvo en el centro de la polémica cuando sugirió al aire que los jóvenes sanos no necesitaban vacunarse, a lo que tuvo que salir Anthony Fauci a aclarar. Además dijo que había utilizado ivermectina, un antiparasitario que se usa también para tratar animales, cuando él estuvo con Covid. Ardió Troya: el cantante Neil Young sacó su música de Spotify como protesta. El príncipe Harry y su mujer Meghan Markle alertaron sobre el peligro de la desinformación.
“No soy una persona antivacunas. No soy médico. Soy un maldito idiota y soy un comentarista de peleas en jaula…. Estoy borracho la mayor parte del tiempo, tomo testosterona y fumo mucha marihuana. Pero no soy una fuente de información respetada ni siquiera para mí”, respondió.
El éxito de The Joe Rogan Experience es tal que Spotify lo compró en 2020 en US$ 100 millones, y ahora lo renovó por US$250 millones.
“Joe Rogan es demasiado grande para cancelarlo”, tituló en 2021 The New York Times.
De Sanders a Trump
Rogan nunca había votado por Donald Trump. De hecho, en las presidenciales de 2020 llevó a su programa y apoyó públicamente a Bernie Sanders, aunque después votó por la candidata libertaria Jo Jorgensen. En 2022, había dicho que Trump era “una amenaza existencial a la democracia”.
Ahora a Kamala Harris la invitó a participar también. Y en el propio podcast con Trump le aseguró que le gustaría tener una conversación con ella para conocerla como persona. Pero la democrata no aceptó. Al parecer intentó negociar condiciones, a las que Joe dijo no. Así que Kamala fue al podcast Call me Daddy, de Alexandra Cooper. De todas formas, ambos candidatos fueron a varias de estas plataformas.
Uno de los invitados estrella del comediante -que vive desde 2020 en Austin, Texas, donde hace shows de stand up por las noches-, es Elon Musk. Uno de los capítulos más recordados fue cuando el empresario dueño de Tesla fiumó marihuana y tomó whiskey al aire (episodio #1169, de 2018). La acción de la compañía de autos eléctricos cayó fuertemente después de eso. En 2020, Musk volvió a ir (episodio #1470), y al aire pidieron pizza con piña y la comieron. En ese mismo episodio Rogan bromeó sobre disparar al cybertruck -la camioneta Tesla-, a los que Musk respondio en tono de broma que ese auto podría resistir ataques de flechas y balas. Y ambos -Rogan y Musk, los dos fanáticos del tiro- salieron a dispararle.
Joe Rogan, amado y odiado, es lo que un periodista de The Atlantic dijo alguna vez: “La dura verdad para algunos de los críticos de Rogan en los medios es que él es mucho mejor para cautivar al público que la mayoría de nosotros porque tiene la paciencia y la generosidad de dejar que sus entrevistas sean una experiencia más que una inquisición”.
Tras la elección, Joe Rogan posteó en X el video de Trump en el escenario junto a Melania y su hijo, y escribió:
WHOLE
LEE
SHIT.