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La apuesta más arriesgada de Elon Musk: Donald Trump

La apuesta más arriesgada de Elon Musk: Donald Trump

El multimillonario empresario apoya al candidato republicano en las próximas elecciones norteamericanas. Si gana, el premio podría ser una influencia sustancial en su gobierno.

Por: Alex Rogers, Stephen Morris y Kana Inagaki | Publicado: Sábado 19 de octubre de 2024 a las 04:00
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Entre las muchas apuestas audaces en la carrera de Elon Musk, pocas han sido más atrevidas que la apuesta que está haciendo ahora por Donald Trump.

Desde satélites a vehículos eléctricos, pasando por chips cerebrales o robots impulsados por inteligencia artificial, Musk posee una serie de empresas que dependen en gran medida de contratos y normas establecidos por el gobierno federal.

Sin embargo, en unas elecciones que la mayoría de los analistas consideran una moneda al aire, el hombre más rico del mundo ha vinculado su reputación y fortuna a la última carrera de Trump hacia la Casa Blanca.

A principios de octubre, en declaraciones a Tucker Carlson, el incendiario ex presentador de la cadena Fox, Musk bromeó sobre Trump: “Si pierde, estoy jodido”.

A medida que las elecciones entran en su fase final -son el 5 de noviembre-, el abrazo de Musk a la campaña de Trump es cada vez más estrecho. Esta semana se supo que Musk donó al menos US$ 75 millones a su grupo pro-Trump, America Pac, que ya ha gastado más de US$ 118 millones en actividades de apoyo a la campaña, como anuncios, carteles y una operación de llamadas a domicilio.

Cuando Trump celebró un mitin hace dos semanas en Butler, Pensilvania -el lugar del atentado contra él en julio- Musk fue el invitado sorpresa, saltando al escenario como un niño emocionado.

Musk ha utilizado X, la red social de la que es propietario, para difundir contenidos a favor de Trump, incluidas algunas de las teorías conspirativas más escabrosas que se han arraigado en la derecha.
 

¿Musk en el gobierno?

El jueves, Musk volvió por su cuenta a Pensilvania, el estado indeciso más importante de las elecciones, para defender a Trump ante los votantes. Durante el mitin, de una hora, lució una gorra dorada de Make America Great Again y dio pistas sobre la lógica empresarial de su apoyo total a Trump, un político que hasta hace poco era escéptico de los vehículos eléctricos.

Musk dijo que la principal razón para apoyar a Trump era la necesidad de “regulaciones sensatas”, afirmando que “SpaceX puede construir un cohete gigante más rápido de lo que el Gobierno puede tramitar la licencia, lo cual es una locura”. Y añadió: “Si no se invierte la tendencia actual de estrangulamiento por exceso de regulación, no llegaremos a Marte”.

El dueño de Tesla, SpaceX, xAI y X tiene aspiraciones de dar forma al futuro de la humanidad: un chip Neuralink en el cerebro, un robot en el hogar, un coche sin conductor para ir al trabajo, un cohete para colonizar Marte. La apuesta de Musk parece ser que, si gana Trump, ganaría una influencia sustancial sobre cómo el Gobierno trata a sus empresas.

La apuesta daría sus frutos si SpaceX y sus satélites Starlink consiguen más contratos del aparato de seguridad nacional estadounidense o si Tesla logra ganarse a los republicanos escépticos con los vehículos eléctricos, y quizá limitar las investigaciones de los reguladores sobre la seguridad de su tecnología de autoconducción. Y con Trump, X tendría menos probabilidades de chocar con la administración por la concepción absoluta que Musk tiene de la “libertad de expresión”.

Trump ha prometido que, si es elegido, Musk dirigirá un “departamento de eficiencia gubernamental”.

Para los críticos de Musk, el abrazo a Trump es una extensión de sus largas disputas con los organismos públicos cuyas decisiones son fundamentales para las industrias innovadoras en las que él opera. 

“Los reguladores han sido una espina en el costado de Tesla durante años”, dice Dan O’Dowd, fundador de una empresa de software que también es un crítico de los esfuerzos de Tesla en los vehículos sin conductor. “Musk cree que está por encima de la ley”.
 

La retórica explosiva

Musk y Trump solían ser polos opuestos en términos políticos. Mientras que el expresidente ha descrito a menudo el cambio climático como un “engaño”, Musk solía presumir de que la misión de Tesla era “ayudar a reducir el riesgo de un cambio climático catastrófico”.

El multimillonario empresario votó a Joe Biden, Hillary Clinton y Barack Obama en las últimas elecciones. Incluso en 2022, opinaba que era “hora de que Trump colgara el sombrero y navegara hacia la puesta de sol”.

Pero en los últimos meses, Musk no sólo se ha convertido en el partidario más influyente de Trump, sino que también ha hecho suya parte de su retórica más explosiva, incluida la afirmación de que la vicepresidenta Kamala Harris haría de EEUU un Estado de partido único al convertir a los inmigrantes ilegales en demócratas. “Si Trump no gana, estas serán las últimas elecciones”, dijo Musk el jueves.

El cambio de Musk comenzó durante la pandemia. Decidió vacunarse contra el virus Covid-19, pero se mostró escéptico ante las exigencias de vacunación del Gobierno a los empleados y contratistas federales. También se mostró cada vez más contrario a la cultura “woke” de la izquierda y tuvo una discusión pública con su hija transexual.

Trevor Traina, un donante de Trump que fue embajador de EEUU del expresidente en Austria, sugiere que Musk está participando directamente en política por motivos personales más que comerciales: “Como el hombre más rico del mundo, no hay nada que Elon necesite. Simplemente se está involucrando”.

Musk también ha tenido peleas con la administración Biden. Durante el primer año de su mandato, el CEO de Tesla, que tiene un largo historial de oposición a los sindicatos, se sintió desairado cuando no fue invitado a un acto en la Casa Blanca en el que participaban fabricantes estadounidenses de vehículos eléctricos y el sindicato United Auto Workers. En el acto, Biden elogió a Mary Barra, consejera delegada de General Motors -que vende menos de una quinta parte de vehículos eléctricos que Tesla-, diciéndole: “Has electrificado toda la industria del automóvil. Lo digo en serio. Usted lideró, y eso importa”.

“Nunca lo ha olvidado”, dice un antiguo alto ejecutivo de Tesla.
 

Alto riesgo, alta oportunidad

Para Tesla, el riesgo de la intervención electoral de Musk es que aleje a los clientes naturales de la empresa. Sólo el 13% de los republicanos dicen que es probable que consideren seriamente la compra de un vehículo eléctrico, según Pew Research, en comparación con el 45% de los demócratas.

El propio Trump no ha sido un aliado de Tesla; comenzó una frase esta semana en Fox diciendo: “El problema con los vehículos eléctricos...”, pero luego se cortó a sí mismo y señaló: “Elon Musk es muy buen amigo mío”.

“Es una estrategia de alto riesgo y alta recompensa. Supongo que si Trump gana, parecerá un genio. Si Trump pierde, no parecerá tan inteligente”, dice Andrew Palmer, ex director ejecutivo de Aston Martin.

Sin embargo, algunos de los rivales de Musk en Silicon Valley especulan con que sus objetivos en torno a Tesla son a más largo plazo. Dicen que él es consciente de que el negocio principal de Tesla está cada vez más amenazado por los vehículos eléctricos chinos más baratos y el rápido avance de la tecnología de las baterías.

En lugar de lanzar nuevos coches -cuyas ventas son cuatro quintas partes de los ingresos de Tesla-, Musk ha orientado la empresa hacia la conducción autónoma, los robotaxis y los robots humanoides impulsados por inteligencia artificial llamados Optimus.

Entre las empresas de Musk, SpaceX es la que más podría beneficiarse de una estrecha relación con un presidente estadounidense. Los analistas de Morgan Stanley prevén que los ingresos de la empresa podrían triplicarse hasta alcanzar los US$ 63.000 millones en 2030, impulsados en gran medida por Starlink, el negocio de Internet por satélite que opera una red de 6.000 satélites de órbita baja. SpaceX ya ha superado los 100 lanzamientos este año.

Aunque SpaceX ha conseguido contratos multimillonarios bajo el mandato de Biden, también se ha enfrentado a multitud de autoridades federales y estatales a las que Musk acusa de ahogar la innovación con burocracia y normas. Entre ellas, la Administración Federal de Aviación (FAA), la Junta Nacional de Relaciones Laborales (NLRB) y el Servicio de Pesca y Fauna Silvestre de EE.UU. por supuestas infracciones en materia de permisos, trabajo y medio ambiente.
 

El futuro de la civilización

A medida que Musk ha intensificado su apoyo a Trump, Kamala Harris ha pasado a su vez al ataque contra el multimillonario, utilizando su nombre en sus peticiones de recaudación de fondos. Su compañero de fórmula, el gobernador de Minnesota Tim Walz, dijo en un mitin con trabajadores sindicales de Michigan que los republicanos sólo se preocupan “por sus amigos multimillonarios como Elon Musk”.

“¿Este es el tipo que quiere ser nuestro zar económico?”, preguntó Walz. “¿El tipo que quiere despedir a los trabajadores y acabar con los sindicatos? ¿Un tipo que quiere llevarse la fabricación de automóviles a México y abastecerla con piezas fabricadas en China?...”

Una disputa con la comisión costera de California la semana pasada dejó entrever cómo podría responder Musk a una derrota de Trump: alegando motivos políticos para cualquier decisión que vaya en contra de sus empresas.

El panel de California votó a favor de denegar una petición de la Fuerza Espacial de EEUU para aumentar el número de lanzamientos en el estado utilizando los cohetes Falcon 9 de SpaceX. Uno de los miembros de la comisión también criticó a Musk por “ir dando saltos por el país escupiendo... falsedades políticas” mientras clama por contratos gubernamentales más lucrativos.

En respuesta, SpaceX ha demandado al regulador y le ha acusado de intentar “castigar a una empresa por las opiniones y declaraciones políticas de su mayor accionista y consejero delegado”.

Traina, el donante de Trump, cree que este tipo de batallas también continuarían en un segundo mandato de Trump. El “primer impulso” de Musk al frente del departamento de eficiencia gubernamental “sería eliminar la Comisión Costera de California”. Pero añade: “Dudo que eso sea posible”.

Musk insiste en que sólo actúa preocupado por el país. “Ahora soy políticamente activo”, dijo en el mitin del jueves, “porque creo que está en juego el futuro de Estados Unidos y el futuro de la civilización”. 
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