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Rainer Zitelmann: “Los empresarios deberían defender la economía de mercado, pero no lo hacen”

Rainer Zitelmann: “Los empresarios deberían defender la economía de mercado, pero no lo hacen”

Son pocos los que se atreven a llamarse “capitalistas”. Pero este autor alemán ha hecho su misión defender el sistema económico que ha permitido al mundo reducir la pobreza. Chile, advierte, es uno de los países que menos apoya la economía de libre mercado.

Por: Marcela Vélez-Plickert | Publicado: Martes 17 de mayo de 2022 a las 18:03
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El alemán Rainer Zitelmann es un capitalista sin “peros”. Lo más interesante es que -como muchos- fue un marxista convencido en su juventud durante los años ‘70. Como muchos también se dio cuenta luego de que las promesas del socialismo, a su parecer, “no coincidían con algo básico del ser humano: la libertad”.

Desde hace más de una década Zitelmann se ha dedicado a estudiar a los millonarios, las claves de su éxito, y más recientemente los mitos y mentiras que rodean el discurso anticapitalista. El capitalismo no es el problema, es la solución se titula el libro publicado en 2018 y recientemente traducido al español.

En él, Zitelmann dedica un capítulo entero a Chile y al progreso obtenido entre 1990 y 2015. De ahí la invitación de Libertad y Desarrollo a presentar sus argumentos, precisamente cuando el borrador de la nueva Constitución propuesto por la Convención Constitucional contempla un cambio radical al sistema, aumentando la intervención del Estado en todos los ámbitos.

“En general, mayor intervención estatal significa tasas de crecimiento más bajas, y, en algunos casos, negativas”, afirma en su libro, tras un repaso histórico por casos en Europa, Asia y América.

Más aún, sostiene que hemos olvidado que el capitalismo es responsable de la reducción de la pobreza y el aumento del bienestar en el último siglo. Esto es aún más cierto -agrega- entre la generación millennial, “cuyas referencias sobre el socialismo, comunismo y otros sistemas de planificación e intervención masiva se limita a lo que pueden leer en los libros”.

“Si se hiciera un sondeo en el que se preguntara: ¿Es usted capitalista?, me atrevo a decir que la mayoría diría que “no”, especialmente entre los jóvenes. Sin embargo, como muestran las recientes encuestas en Chile, la gran mayoría -a pesar del discurso político dominante- sí quiere ser libre de elegir, entre otras cosas, su gestor de fondos de pensiones o su proveedor de servicios de salud”.

-¿Existe un concepto erróneo del capitalismo?
-Sé que los partidarios de la economía de mercado y del capitalismo se consuelan creyendo que lo que más repugna a la gente es la malvada palabra “capitalismo” en sí misma. Pero nosotros hicimos el ejercicio. Hicimos una encuesta y ella muestra que, desgraciadamente, no es así. No nos limitamos a preguntar: “¿Cree que el capitalismo es bueno o malo?”, sino que presentamos a los encuestados 34 afirmaciones. En una serie de preguntas deliberadamente no utilizamos la palabra “capitalismo”; y en su lugar parafraseamos lo que realmente significa el capitalismo (libertad, reglas del Estado, pero no intervención).
Sin embargo, incluso entonces, cuando se preguntó de esta manera, la mayoría en solo siete de los 19 países estaba a favor de una economía de mercado. Y Chile no está entre estos siete países. De hecho, solo en cinco de los 19 países encuestados las actitudes hacia la economía de mercado eran más negativas que en Chile.
Los resultados de la encuesta, realizada por Allensbach e Ipsos, ocupan la tercera parte de su último libro Die 10 Irrtümer der Antikapitalisten (“Los 10 errores de los anticapitalistas”), publicado en febrero pasado. No solo Chile aparece entre los países con mayor tendencia anticapitalista, sino que mientras en Suecia, Brasil o Japón el apoyo a la economía de libre mercado aumenta cuando se elimina la palabra capitalismo, en el caso de Chile el resultado se confirma. “Eso muestra que lo que le molesta a la gente no es la palabra, sino lo que significa”, concluye Zitelmann en el texto.

-¿En qué han fallado los que creen en el capitalismo y por qué no estamos tan movilizados o activistas como los que lo critican o buscan imponer un sistema anticapitalista?
-El fracaso está en los empresarios, que deberían defender la economía de mercado, pero no lo hacen. Los partidarios de la economía de mercado, los defensores del capitalismo tienen demasiado miedo, están demasiado a la defensiva. Deberían aprender de la izquierda, que defiende activamente sus convicciones.

-Según su experiencia, después de estudiar todos los casos que incluyó en El capitalismo no es el problema, ¿cree que es viable otro sistema? ¿Es posible reducir la desigualdad en un sistema capitalista?
-¿Por qué hay la necesidad de “un sistema diferente”? El capitalismo es una historia de éxito increíble. Antes de que surgiera el capitalismo, la mayoría de la gente del mundo vivía en la pobreza extrema. En 1820, alrededor del 90% de la población mundial vivía en la pobreza absoluta. Hoy, la cifra es inferior al 10%.

Y lo que es más sorprendente: En las últimas décadas, desde el fin del comunismo en China y otros países, el descenso de la pobreza se ha acelerado a un ritmo sin parangón en ningún período anterior de la historia de la humanidad. En 1981, la tasa de pobreza absoluta era del 42,7%; en el año 2000, había descendido al 27,8%, y en 2021 estaba por debajo del 10%.
Zitelmann tiene razón en su argumento sobre la reducción de la pobreza. Pero éste es confrontado con estudios recientes que muestran que los datos son influenciados por la exponencial mejora en las condiciones de vida en China (de nuevo, gracias a la introducción de elementos de libre mercado). Fuera del país asiático la reducción de la pobreza se ha desacelerado en los últimos años. Mientras, ha aumentado el foco en la desigualdad.

-¿Es la desigualdad la prioridad equivocada? Estamos viendo a los políticos de países con problemas urgentes, con altas tasas de pobreza o con grandes sectores de la población que apenas superan el umbral de la pobreza, hablar de que es más importante la sostenibilidad, la distribución... Incluso apoyan el decrecimiento...
-No me interesa la desigualdad, me interesa cómo se puede reducir la pobreza. Tomemos el ejemplo de China: En 1981, el 88% de la población seguía viviendo en la pobreza extrema. Hoy es menos del 1%. ¿Por qué? Porque los chinos introdujeron elementos de economía de mercado y propiedad privada hace cuatro décadas. Sí, hoy hay más desigualdad que bajo Mao. Pero no he conocido a nadie en China que quiera volver a la época de Mao solo porque la gente era más igualitaria. En el primer capítulo de mi libro El capitalismo no es el problema, sino la solución lo describo con detalle. “La desigualdad” es un tema que interesa sobre todo a los envidiosos.

-En su último libro, usted afirma que los socialistas apuestan por que la gente sepa poco de historia. Pero en Chile, incluso los políticos que fueron testigos del daño del último experimento socialista han cedido espacio a una generación que promueve o cree en las promesas del ideal socialista. ¿Por qué no defender un modelo que llevó a Chile a destacar entre sus pares latinoamericanos?
-Es una muy buena pregunta. Entre 1975 y 2015, el ingreso per cápita en Chile se cuadruplicó hasta alcanzar los 23.000 dólares (ajustado por poder de compra), la tasa más alta de América Latina. Entre 1990 y 2015, el porcentaje de personas que viven en la pobreza extrema en Chile se redujo del 48,8 al 3,5 por ciento. Esta es una historia de éxito increíble y los chilenos deberían estar orgullosos de ella. Los problemas de Chile comenzaron en el período de 2014 a 2018, cuando Michelle Bachelet comenzó a desviarse del camino capitalista.

A menudo ocurre que la gente olvida por qué su país llegó a ser exitoso en primer lugar, qué factores llevaron a su prosperidad. Los chilenos están mejor que cualquier otro país de Sudamérica porque son (todavía) el país más capitalista del continente. Si se cambia eso, como quiere hacer el actual gobierno, Chile perderá esa ventaja. Es como si alguien se pusiera a dieta y adelgazara. Luego se olvidan de cómo han adelgazado y vuelven a comer chocolate, patatas fritas, helados y pizza. Por supuesto, empezarán a acumular kilos de nuevo.

-Los políticos de izquierdas de hoy, incluso los comunistas, afirman que lo que buscan no es la RDA o Cuba, sino un modelo socialdemócrata, e inmediatamente citan a los países nórdicos, también a Alemania, por ejemplo, con propuestas como la participación de los sindicatos en los consejos de administración de las empresas y la nacionalización de industrias enteras. ¿Hasta qué punto son socialistas los países europeos en la actualidad?
-Alemania era el “enfermo de Europa” a principios de la década de 2000. La tasa de desempleo se disparaba. La situación solo mejoró con las reformas de libre mercado aplicadas por Gerhard Schröder en los primeros años del nuevo milenio, que incluían la reducción de impuestos y la desregulación del mercado laboral. Los países escandinavos, como Suecia, experimentaron con el socialismo en las décadas de 1970 y 1980. Fue un desastre total. Los suecos aprendieron la lección, cambiaron de rumbo y aplicaron reformas de economía de mercado en la década de 1990.

Hoy, Suecia es un país más capitalista que Estados Unidos. Después de cada experimento socialista fallido, los socialistas nos dicen: “Un momento, eso no era realmente socialismo”. La última vez que dijeron eso fue sobre Venezuela. Hace solo 20 años, los socialistas de todo el mundo estaban extasiados con Hugo Chavéz, diciéndonos que su gobierno era un modelo de socialismo democrático. ¿Y el resultado? La prosperidad fue destruida y la democracia también.

-Muchos de los políticos de izquierda de hoy, y quienes apoyan sus ideas, dicen estar más en el centro del espectro político, citan a Thomas Piketty como referente, y su propuesta de “socialismo democrático” como objetivo. ¿Qué opina de su propuesta?
-Thomas Piketty es un socialista en toda regla. En su libro Capital e ideología, defiende un tipo impositivo máximo de hasta el 90%. De manera típicamente constructivista, imagina un sistema social y económico ideal, al que llama “socialismo participativo” (para distinguirlo del mundo real, del socialismo real que ha fracasado estrepitosamente en 24 intentos).

Tiene mucha razón al llamar a su sistema “socialismo” porque, en esencia, se trata de “trascender el actual sistema de propiedad privada”. El “socialismo democrático” no ha funcionado en ninguna parte del mundo: ni en Suecia, ni en el Reino Unido en los años ‘70, ni en Chile bajo Allende.

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