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Scholz, el heredero de Angela Merkel
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Hace menos de dos años, Olaf Scholz se lamía las heridas después de la derrota más dolorosa de su carrera: perder ante dos izquierdistas poco conocidos en la contienda por liderar a los Socialdemócratas de Alemania (SPD). Su sueño por convertirse algún día en canciller había recibido un golpe casi fatal.
Pero el miércoles selló una de las remontadas más notables de la política alemana. Descartado durante meses como un candidato, de un partido que se estaba volviendo irrelevante, se paró ante un salón abarrotado como presunto sucesor de Angela Merkel.
La ocasión fue la inauguración del acuerdo de coalición negociado por el SPD, Verdes y Liberales Demócratas Libres, fruto de casi dos meses de intensas negociaciones tras las elecciones nacionales de septiembre que resultaron en una estrecha victoria para los socialdemócratas.
Scholz dijo que su gobierno marcaría el comienzo de una “década de inversión” y la “mayor modernización industrial de Alemania en más de 100 años”.
“Nos une la voluntad de mejorar este país, impulsarlo y mantenerlo unido”, dijo. “Queremos atrevernos a progresar más”. El próximo gobierno, manifestó, invertirá masivamente para asegurar que Alemania siga siendo un líder mundial y un pionero en la protección del clima.
El acuerdo prevé una acción agresiva sobre el clima y enormes inversiones para mejorar la deteriorada infraestructura de Alemania. Pero también consagra demandas clave del SPD: un aumento del salario mínimo, un compromiso con pensiones estables y más viviendas sociales.
La coalición reúne a extraños compañeros de ruta: un Partido Verde que hizo campaña para relajar las estrictas reglas fiscales del país e invertir miles de millones en ecologizar la economía, y un FDP que insistió en un rápido regreso a la ortodoxia económica prepandémica.
El hecho de que tales diferencias ideológicas se hayan superado, y mucho más rápido de lo que muchos esperaban, es un testimonio de las habilidades de Scholz como negociador.
También reivindica el enfoque de Scholz, un pragmatismo y moderación que a menudo molestaba a los izquierdistas de su partido. A muchos en el SPD les preocupaba que estuviera demasiado cerca de Merkel y sus demócratas cristianos.
De hecho, hizo campaña explícitamente en las elecciones de este año como el candidato de la continuidad, afirmando que su larga experiencia en el gobierno y su forma práctica y poco ideológica lo convertían en un digno heredero de Merkel.
Pero Scholz pronto se verá obligado por las circunstancias a adoptar un estilo diferente. “Si realmente quiere abordar las grandes tareas de nuestro tiempo, el cambio climático, la creciente desigualdad social y la digitalización, se verá obligado a hacer lo contrario de por lo que hasta ahora es conocido: tendrá que luchar, y luchar con pasión ”, escribió Veit Medick en Der Spiegel.
En su juventud, Scholz fue mucho más apasionado. Cuando se unió al SPD en 1975, inicialmente se identificó con el ala más radical del partido, comprometiéndose a “superar la economía capitalista”. “Definitivamente me he vuelto más pragmático a lo largo de los años”, dijo en agosto pasado sobre su militancia juvenil.
Abogado laboralista en la década de 1990, ascendió gradualmente en el SPD hasta convertirse en secretario general en 2002. En ese cargo se ganó la enemistad de la izquierda por su firme apoyo a las polémicas reformas del mercado laboral del entonces canciller Gerhard Schröder.
Scholz se desempeñó como ministro de Trabajo de Merkel durante la crisis financiera de 2008-09 y en 2011 fue elegido alcalde de Hamburgo, cargo que ocupó durante siete años. Si bien es popular, su reputación se vio empañada por violentos enfrentamientos entre anarquistas y policías durante una cumbre del G20 en 2017 que convirtió partes de la ciudad en un campo de batalla.
Cuando Merkel lo nombró ministro de Finanzas en su último gabinete, se ciñó estrechamente a la estricta ortodoxia fiscal de su predecesor en el cargo, Wolfgang Schäuble, que había llegado a simbolizar las políticas de austeridad de la Europa poscrisis.
Pero eso cambió cuando la pandemia golpeó y Scholz ayudó a armar un programa de 420.000 millones de euros de apoyo para empresas y trabajadores, uno de los paquetes de ayuda más generosos de Europa.
Scholz se desempeñó como ministro de Trabajo de Merkel durante la crisis financiera de 2008-09.
“Esta es la bazuca, y la usaremos para hacer lo que sea necesario”, dijo en marzo de 2020, haciéndose eco de las palabras del ex presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, durante la crisis de deuda de la eurozona en 2012.
Scholz asumió grandes cantidades de deuda. También jugó un papel clave en impulsar los planes para el fondo de recuperación de la UE, que canalizará préstamos y subvenciones a los países para ayudarlos a capear la pandemia.
Esas políticas fiscales hicieron querer a Scholz por los que alguna vez fueron escépticos de izquierda en el SPD, y en agosto de 2020 fue nombrado su candidato a canciller.
Pocos imaginaban sus posibilidades: el SPD languidecía en alrededor del 14 por ciento en las encuestas, muy por detrás de los Verdes y la CDU de Merkel.
Pero Scholz se benefició de los errores no forzados de los candidatos rivales y en la última etapa de la campaña el SPD salió adelante. Cuando llegaron los resultados el 26 de septiembre, quedó claro que el partido había logrado una victoria por poco, y que Scholz iba a ser el próximo canciller de Alemania.
Scholz se ganó el aplauso sincero de los socialdemócratas el miércoles, pero el elogio más cálido provino de un rival, Christian Lindner, el líder del FDP. Scholz había emergido en las negociaciones de la coalición, dijo, como un “líder fuerte, con la experiencia y el profesionalismo para llevar a este país a un buen futuro”, dijo. “Será un gran canciller de Alemania”.