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Lecciones de Vida

Alejandra Urrutia, directora de Orquesta: "A través de la música entiendo quién soy"

Alejandra Urrutia, directora de Orquesta: "A través de la música entiendo quién soy"

Es la primera mujer en convertirse en directora de Orquesta de Cámara de Chile y de la Orquesta de Cámara del Municipal de Santiago. Desde Italia, donde participó como directora asistente de la Orquesta de Budapest, nos habla del camino que ha recorrido hasta llegar aquí y de la inmensa trascendencia que ha tenido la música en su vida.

Por: Sofía García-Huidobro - Fotografía Nacho Severin | Publicado: Sábado 31 de julio de 2021 a las 21:30
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"En estos momentos me estoy quedando en la Casa Mahler en Spoleto, Italia. Vine acá como directora asistente de Iván Fischer y la Orquesta de Budapest, con quien abrimos el Festival de los Dos Mundos a finales de junio. En esta casa reside la nieta del compositor, Marina Mahler. Es la primera vez que la conozco presencialmente, antes nos habíamos comunicado por Zoom. Ella es la presidenta de la Fundación Mahler de Viena y una persona tremendamente conocedora de este ámbito.

Durante el festival la casa se abre al público que también viene a visitar las esculturas de Anna, hija de Gustav y madre de Marina, y el piano que tocaba Alma Mahler (destacada música austríaca que se casó con el compositor). Es una casa hermosa. El subterráneo es del año 1100 y la casa del 1400. Por aquí transitan muchos invitados interesantes, ha sido una experiencia muy enriquecedora.


El concierto inaugural fue tremendamente emocionante; el primero al que asistía desde que comenzó la pandemia. Fue al aire libre, con control de temperatura, alcohol gel, mascarillas nuevas y distanciamiento social. El último concierto del festival coincidió con la final de la Eurocopa, Italia versus Inglaterra. Fuimos invitados a cenar con un gran grupo y había pantallas para ver el partido. Al momento de celebrar el triunfo de Italia sonó ópera, ¡una maravilla! Fue conmovedor.

Me ha hecho muy bien estar en contacto con la música, fui al teatro, a ver ballet y a conciertos de jazz. Lo necesitaba tanto. Al principio de la pandemia estaba agradecida por el tiempo extra para estudiar y resolver pendientes que había dejado de lado por el ritmo de la vida. Pero ya en octubre del año pasado empecé a sentir el peso del confinamiento.


Para mí la música es mi filosofía de vida y la manera en que me relaciona con otros. A veces me veo limitada en el sentido que me faltan herramientas, en cambio cuando lo hago a través de la música, me es tan natural. Siempre he querido compartir eso con quienes me conocen. Aquí, junto a otros músicos, el otro día tocamos sonatas de Beethoven y en un minuto tuve que parar porque mi emoción era tan fuerte, un sentimiento que no se puede explicar con palabras. Es la conexión con el instrumento, con la obra y con el momento presente. Mis proyectos tienen que ver con la coherencia con mi persona como ser humano y también como musico.

Foto Felipe Elgueta. 


En Europa las directoras orquestrales son más visibles. En Latinoamérica también hay, pero tienen menos visibilidad y eso hay que trabajar. Estamos aquí, existimos y somos protagonistas de nuestras vidas. A veces los periodistas fallan porque nos ponen como víctimas, y lo somos, pero eso no va a cambiar la narrativa de las mujeres directoras. Sirve compartir experiencias de éxito de mujeres que lo están haciendo excelente. Eso crea nuevos mundos y referentes.


Cuando estás dirigiendo una orquesta no te puedes dejar llevar porque en cualquier momento puede quedar la grande. Necesitas estar extremadamente concentrada. Muy rara vez se me ha colado un pensamiento externo mientras dirijo. En esos momentos estás alerta y enfocada en todo lo que pasa alrededor. Eres parte de un gran cosmos, donde lo que haces afecta al que está al lado tuyo. Es una conversación que ocurre en el momento y que tiene sus riesgos.

Como no he tenido conciertos en un año y medio, ya ni me puedo imaginar cómo será. Es tremendamente agotador, y, sin embargo, uno desarrolla la habilidad de desdoblarse. El agotamiento no existe. Das todo tu ser y una vez que el concierto termina, recibes los aplausos y se cierra el momento. Debe ocurrirle lo mismo a los actores, se baja la cortina y cierras el rol.

Como no he tenido conciertos en un año y medio, ya ni me puedo imaginar cómo será.


El año pasado recibí un premio que otorga la Fundación Mahler México y fue gracias al gran Concierto por la Hermandad que realizamos en enero de 2020 en la Estación Mapocho. Por casualidad Francisco Bricio, director de la fundación Mahler México, se encontraba en Santiago y se enteró por las redes sociales del concierto, en el cual además interpretaríamos la Sinfonía número 2 de Mahler. Él nos escribió y terminó visitando un ensayo para conocer a los músicos y los miembros del coro.

Esto ocurrió durante pleno estallido social. Todo tenía que ver y ahí uno entiende que los proyectos son más grandes que uno. Somos energía. Y cuando juntas a un grupo de gente, en este caso 300 personas, con un mensaje de amor y esperanza, lo único que puede ocurrir es que transforme a quienes escuchan. Terminó el concierto y quedamos muy felices.

A eso de la medianoche nos llegó un mensaje de Bricio preguntando si a la maestra Urrutia le interesaría recibir un premio de la fundación. Yo casi me morí. Pero no es casualidad; hay un movimiento de energía que hacen que estas cosas ocurran.


El año 2011, cuando tenía 35 años, me dio una trombosis cerebral. En ese entonces estaba haciendo muchas clases, en Santiago, Concepción y Talca, con la idea de juntar dinero y volver a estudiar afuera. Fue mucho y me pasó la cuenta. En julio y agosto de ese año, mientras me recuperaba, me empecé a hacer preguntas y decidí que quería dedicarme a ser directora de orquesta. Puse toda mi energía ahí.

Nunca he dejado de tocar violín, me acompaña a todas partes y me sirve como herramienta para practicar partituras. Pero para estar tocando sobre el escenario hay que practicar cinco horas al día y eso ya no lo hago. Ser músico es como ser deportista. Hay un dicho: “Un día que no toques tu instrumento, tú lo sabes. Dos días, el vecino sabe”.


Sigo como directora de la Orquesta de Cámara del Teatro Municipal de Santiago. Me parece muy positivo para el Municipal que la nueva alcaldesa de Santiago (Irací Hassler) haya ratificado a Carmen Gloria Larenas en el cargo de directora general. Este segundo semestre tengo una invitación de Concordia College Orchestra en Minnesota, Estados Unidos, en octubre, y de la Biel Solothurn Symphony Orchestra en Suiza, en diciembre.

Foto Felipe Elgueta. 

Luego, el 7 de enero de 2022 está programado el Gran Concierto de la Hermandad, y el 15 de ese mismo mes, comienza el Festival Academia Internacional de Música Portillo, que creamos el año 2019. Desde que comencé a trabajar como directora de la Orquesta Bicentenario de Curanilahue, en 2006, soñaba con un festival de verano donde jóvenes pudieran pensar solo en música durante 24 horas.

Como directora de orquesta logro obtener la visión grande al momento de producir eventos. Y además tengo un equipo de trabajo maravilloso que me entiende. No tengo que convencer a nadie, creen en mi trabajo y me ayudan a hacer los proyectos realidad.


Mi idea inicial era hacerlo en Curanilahue, y volvimos con mi equipo, pero la logística era más complicada porque no hay hoteles y nos interesaba que fuera algo grande. Entonces pensamos en Portillo. Ya habíamos hecho actividades ahí y había conexión con Miguel Purcell (dueño del hotel de montaña), quien se entusiasmó inmediatamente con la idea de un festival de música de excelencia.

El 7 de enero de 2022 está programado el Gran Concierto de la Hermandad, y el 15 de ese mismo mes, comienza el Festival Academia Internacional de Música Portillo, que creamos el año 2019.


Dura 10 días, está programado entre el 15 y 25 de enero de 2022, y tiene especial enfoque en música de cámara porque desde mi experiencia como violinista creo que ahí se aprende la esencia del músico profesional. Eso lo aprendí cuando estudié violín en la Universidad de Michigan. El festival tiene algo único: clases de liderazgo ó coaching para que los jóvenes vayan imaginándose la vida musical y no musical que quieran tener. El talento es importante, pero tienes que ir guiando tu camino, no se da por osmosis.

Cuando estás en la universidad la gente se preocupa de que te vaya bien, de tus notas, pero no de tus sueños. Además, tenemos un profesor de yoga que nos enseña a tomar consciencia del cuerpo, la postura y la respiración. Es bien holístico. Es una Academia dentro del festival. Los 52 jóvenes seleccionados, de diez países de la región, vienen con beca completa y actualmente estamos en pleno proceso de financiamiento".


Contamos con el apoyo de la Fundación Ibañez Atkinson y hemos postulado a fondos públicos, pero lamentablemente nunca hemos ganado. Siempre estamos inventado qué hacer para conseguir recursos. El arte es una necesidad para el ser humano y eso todavía no lo asimilamos mucho en Chile. No es solo entretención, eleva el espíritu humano. Creo en eso, profundamente, porque yo lo he vivido y otros también. Este proyecto hay que financiarlo porque cambia vidas.


Durante la pandemia he estado componiendo música. Es primera vez que me atrevo y es super bonito ver lo que sale de uno. Ayer mostré algunos ejercicios y fue interesante escuchar observaciones de los oyentes. La composición te habla de quién eres y el momento de la vida que estás viviendo. A través de la música entiendo quién soy. Después te relacionas con otros ojalá de una manera más bella.

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