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Lecciones de Vida

Bárbara Grollmus tras el incendio del molino en Contulmo: “Fueron derechamente a matar a mi familia”

Bárbara Grollmus tras el incendio del molino en Contulmo: “Fueron derechamente a matar a mi familia”

Es nieta del dueño del molino de Contulmo, incendiado el lunes. Aquí detalla lo que sucedió esa noche: “Mientras algunos disparaban, otros empezaron a prender todo lo que estaba alrededor: el molino, una casa de leña y dos autos”, dice la estudiante de Arquitectura de la UC.

Por: Equipo DF MAS | Publicado: Viernes 2 de septiembre de 2022 a las 09:00
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Soy la nieta mayor de Helmuth Grollmus. En el campo en Contulmo vive mi abuelo, mi tío Christian, mi abuela -que afortunadamente no estaba ahí cuando pasaron las cosas- y el primo de mi abuelo, Carlos, que está en el hospital muy grave.

Yo estaba en clases, estudio arquitectura. Por el WhatsApp familiar dicen ‘en este minuto están quemando el campo, quemaron el molino, llevan 40 minutos a balazo limpio y Christian y mi abuelo Helmut están tratando de sobrevivir’. 

El lunes, mi tío estaba dándole comida a los gatos mientras hablaba con su pareja por teléfono cuando llegó un montón de tipos con armas -dicen que eran unos 20-. Como la zona está complicada, ellos tenían planes de emergencia, habían comprado armas, alarmas, etc.


Hace rato que la gente está ahí defendiéndose sola porque no hay estado de derecho. Y tampoco tienen esperanza de que llegue alguien a ayudar, porque no funciona así la cosa. 

Christian se fue corriendo a la casa, agarró a mi abuelo, tomó las escopetas que tenían y se fueron al lugar seguro que tenían visto: lejos de las ventanas, entre la cocina y la galería. Y se pusieron a disparar. Mi abuelo alcanzó a llamar a mi abuela y ella -que estaba en Concepción- llamó llorando a mi papá.
Hace rato que la gente está ahí defendiéndose sola porque no hay estado de derecho.

Desde Santiago empezaron a llamar a Carabineros, Bomberos, conocidos que fueran a ayudar.  Les salía el mensaje de ‘Carabineros de Chile, si tiene una emergencia marque uno’ y después un mensaje de tres minutos de ‘recuerde usar mascarillas, lávese las manos’… cuando uno lo que necesita es que actúen ya. 

Nadie llegó a ayudar porque cortaron los caminos, como lo hacen siempre. Mi tío dice que disparó 50 veces. Se gastaron todo lo que tenían, eran ellos peleando con sus escopetas versus gente con armamento de guerra que gritaba ‘¡hay que matarlos! ¡vamos a matarlos!’. Fue milagroso que hayan sobrevivido. 

Mientras algunos disparaban, otros empezaron a prender todo lo que estaba alrededor: el molino, una casa de leña y dos autos.

El primo de mi abuelo, Carlos, salió a ver qué pasaba, lo agarraron, lo llevaron como escudo humano al molino, le dispararon en la pierna, le pegaron en la cabeza, lo dejaron sin poder caminar, medio inconsciente. Y lo dejaron tirado como para que se quemara vivo.

Nadie llegó a ayudar porque cortaron los caminos, como lo hacen siempre.
A los 45 minutos los terroristas salieron escapando, no sabemos bien por qué. En el camino de escape se cruzaron con un vecino, lo amarraron a un árbol, y arrancaron hacia el cerro. A un trabajador del molino que estaba en su auto, lo bajaron, le dispararon en el ojo y hoy tiene perdida ocular.

Cuando se fueron, Christian -que por suerte estaba, porque mi abuelo tiene que caminar con bastón- arrastró a Carlos fuera de las llamas y le hizo un torniquete para que no se desangrara. Esperaron hasta que llegara la ayuda, mientras cuidaban que no quemaran la casa. 

Los atacantes eran todos hombres, mi tío dice que eran altos y que hablaban como personas de la ciudad, más que del campo. Andaban con ponchos grises. 
 
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La familia llegó desde Suiza y Alemania a fines del siglo XIX a este lugar, les dieron este espacio como colonos alemanes. Empezaron de a poco a construir sus viviendas y trabajar la tierra, y se formó la comunidad que es hoy Contulmo. 

Mi familia construyó el molino que le daba la electricidad al pueblo, entonces cuando mi tatarabuelo se iba a dormir apagaba el molino y se acababa la luz para todos. Siempre tuvieron una muy buena relación con los vecinos, todos se ayudaban, estaba la familia de la farmacia, los del puerto… todos tenían su rol. 

La zona de mi casa nunca ha sido zona de reclamación de tierras indígenas.
Mi abuelo nunca quiso irse del campo a pesar de toda la violencia que veíamos que se iba incrementando. El molino era su vida. Es Patrimonio Arquitectónico Nacional y él hacía tours turísticos a las personas que llegaban a conocerlo. Hasta el lunes seguía moliendo trigo. 

La zona de mi casa nunca ha sido zona de reclamación de tierras indígenas. Entonces cuando empezaron los atentados -hace más de 20 años- Contulmo se salvaba, al menos donde estamos nosotros, al otro lado del lago, hacia el pueblo. Con el incendio del matrimonio Lucksinger McKay, mi familia empezó a tener miedo porque se dieron cuenta de que esto ya no era un conflicto mapuche, sino que estaba metiéndose el terrorismo.

Empezaron a tomar medidas de seguridad. Siempre que íbamos a verlos, había planes de escape, que si hoy uno lo piensa eran totalmente ingenuos: ‘Si nos vienen a incendiar la casa, hay que salir por esta pieza, tirarse por el balcón, y si uno se fractura, mala suerte, pero al menos no se quema viva’. Eso hoy es inconcebible, porque te disparan antes. 

Los últimos años empezaron a quemar todo lo que había en la zona: partieron con camiones, cabañas, hoteles completos, ahora hace poco quemaron el Salto Rayén que es un restorán y centro turístico de trekking. 

No habíamos recibido una amenaza directa. Había rumores, porque mi tío es juez de policía local, y la zona estaba muy complicada. Tu suerte dependía del grupo que te tocaba: el que se adjudicó nuestro atentado (grupo Resistencia Mapuche Lavkenche) es conocido por ser súper violento. Pero nunca nos pusieron un panfleto, bandera, nada. 
 
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A mi abuelo no le pasó nada grave, pero quedó lleno de cortes de vidrio que explotaron en la cara y el cuerpo. Él y Christian ahora están en la casa del campo, con mi papá. Están resguardados por militares y por 60 días con carabineros armados viviendo con ellos. No saben qué harán después, por el momento están tratando de procesar que pasó, tapar los hoyos de la casa para vivir los dos meses que les quedan. 

El primo de mi abuelo está con la pierna amputada y no se sabe si sobrevivirá.
El subsecretario del Interior, Manuel Monsalve, fue a verlos. Conversaron, pero uno sabe que las querellas no llegan a nada, la gente en la zona no tiene mucha esperanza de que pase algo. Quizás ahora sí, porque el atentado fue muy grave: fueron derechamente a matar a mi familia. Esto no fue un incendio sino que un intento de homicidio. 

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