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Lecciones de Vida

Tamara Lunger, alpinista italiana y amiga de Juan Pablo Mohr: "De alguna manera yo también me perdí ese día”

Tamara Lunger, alpinista italiana y amiga de Juan Pablo Mohr: "De alguna manera yo también me perdí ese día”

La alpinista italiana es de las últimas personas con las que tuvo contacto el deportista chileno, antes de que éste muriera subiendo el K2 hace dos años. La europea está de paso en Chile para hablar de aquella expedición junto a quien fue su gran amigo. Aquí relata la relación que forjó con el deportista nacional, dice que se arrepiente de la rápida despedida que tuvieron y cuenta cómo ha llevado adelante la pérdida de su compañero. “Hablaba de sus hijos todo el tiempo”, recuerda.

Por: Juan Pablo Silva | Publicado: Viernes 29 de septiembre de 2023 a las 09:30
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Soy de Tirol del Sur, en las Dolomitas (Italia). Crecí en un lugar muy bonito, cuando yo era niña, nunca quise realmente salir de casa, cuando tenía que competir en esquí al sur de Italia para mí era una pesadilla. Pero esto cambió drásticamente a los 16 años, entonces sentí que me faltaba algo. Leí un artículo sobre una mujer italiana que escaló el Everest. Me fascinó tanto que dije: ‘este será mi futuro’.

Era feliz en las montañas. Odio la ciudad, pierdo mi energía ahí, no me corresponde. Pero cuando subí el Everest en 2010 vi el caos de los campamentos, llenos, y eso no me gustaba, quería más soledad. A veces me siento como Heidi. Buscaba más alturas. Así, en 2014 escalé en verano el K2 sin oxígeno suplementario ni sherpas, sólo con un amigo. Al poco tiempo Simone Moro me invitó a escalar con él en invierno.

En 2021 empezamos la expedición al K2 (Himalayas, Pakistán), fui con un rumano pero sentí que era muy complicado subir con él. Ahí, conocí a Juan Pablo (Mohr) y Sergi Mingote (España), con ellos me sentí en casa desde un principio, era un equipo feliz y ahí quería estar.

“No puedo seguir haciendo esto”

Nos movíamos juntos en la montaña, mi compañero era muy lento entonces siempre estaba con JP y Sergi. En un minuto decidí ir por mi propio ritmo y llegué al campamento con ellos, pero mi compañero no llegaba, y se estaba oscureciendo. Esperé horas, tenía miedo de que hubiera pasado algo. Llorando en el campamento dije ‘no puedo seguir haciendo esto, no puedo soportar esta dificultad mental, voy a cambiarme de equipo’. Fui a la carpa de JP y Sergi y pedí unirme a ellos.

Mientras nos aclimatábamos, yo estaba en la parte inferior de la base y de repente oímos gritos de alguien, miré para arriba y una persona venía cayéndose. Fuimos corriendo al cuerpo y era Sergi. Pasó por al lado de JP. Para él fue un gran shock. Después de 70 minutos dejó de respirar, era imposible hacer algo por él, se rompió la cabeza, las piernas y las costillas. Era enero del 2021.

Después de eso bajamos al campamento base. JP estaba completamente conmocionado, en los últimos meses había perdido a su padre y a su mejor amigo, me dijo ‘no sé qué hacer, ¿debería ir a España con la mujer de Sergi? ¿Debería irme a casa?’. Yo le dije, ‘tú sabrás, date un tiempo’. Para mi no había opción de volver, no quería escapar de ese dolor, quería vivirlo al máximo, si me escapaba no podría curarme nunca.

“Me dí cuenta de que no podía”

Desde ahí mi relación con JP fue cada vez más intensa, llorábamos juntos, hablábamos y nos teníamos de consuelo. En un momento dijimos, ‘Sergi ha muerto y ahora está en el cielo, él nos ayudará a hacer realidad nuestro sueño, que también era el suyo. Intentemos la cumbre’.

Pero después de eso tuve unos días críticos, con muchos problemas de estómago. Debía escuchar mi intuición, que ya me ha salvado dos veces la vida, le dije a JP que no sabía si intentaría llegar a la cumbre, dependería de cómo me sintiera en ese momento.

Cuando estábamos en el campamento 3 me di cuenta de que no podía. Pero JP estaba tan seguro de su decisión que no podía decirle que no lo hiciera. Yo creo que una persona feliz, o una que puede entregarle algo a los demás, se ama a sí mismo primero, y conociendo bien a JP él simplemente no podía ser diferente. Se veía en sus ojos el brillo, porque hacía lo que amaba.

“Lo más triste es que no le di una buena despedida”

El viernes 5 de febrero salió de la carpa salió de la carpa y fue un momento muy especial, alguien que no ha vivido ese momento no puede entenderlo, estás realmente solo, a partir de ahí estás por tu propia supervivencia, entras en un estado mental de egoísmo, eres como un animal, lo único que piensas es ‘¿tengo que comer? ¿tengo que beber? ¿tengo los pies calientes?’ Estás en un momento muy intenso, donde la muerte está a la vuelta de la esquina.

Nos despedimos, pero lo más triste es que no le di una buena despedida, sólo le dije, ‘si alguien puede lograrlo eres tú, eres el más fuerte, el más rápido’. Ni siquiera le di un abrazo porque todo es muy pesado acá. Estás a gran altura, hace frío. Cada movimiento que haces es quitarte energía. Me dijo que me escribiría al llegar a la cumbre. Pero por el frío la batería no funcionó. Pensando en retrospectiva, este es el momento del que más me arrepiento de mi vida, necesitaba decirle adiós de verdad.

Al día siguiente bajé, se estaba nublando y todo el mundo estaba bajando. Ahí tuvimos el primer accidente, un búlgaro cayó a mil metros, en ese instante dije, ‘esta expedición terminó para mi’. Después perdí mi linterna frontal y llegué a las 2 de la mañana al campamento, pensamos que todo iba bien, pero los chicos de la agencia nos dijeron, ‘¿han tenido noticias de JP?’

“Algo muy malo estaba pasando”
No sabíamos nada, no me escribió y no tenían radio. Me quería dormir esperando que al día siguiente lo vería. Pero a la mañana siguiente estaba ahí el hijo de Ali, uno de los pakistaníes. Bajó porque tuvo un problema con el regulador de oxígeno, ni siquiera habían logrado llegar al campamento número 3. Me acerqué a él y me dijo ‘hermana, ¿qué crees? ¿no hay muchas chances, verdad?’ Ahí empecé a ver la realidad, vi que algo muy malo estaba pasando.

Esa noche me acosté y recé para que en la mañana estuviera JP abriendo mi carpa, sonriendo y diciéndome ‘hola, aquí estoy’. Pero cuando desperté estaba todo silencioso. En ese momento para mi fue 100% claro, no iban a volver. Empecé a llorar y no paré por cuatro días.

Tuvimos contacto con la familia de JP, hablé con sus hermanos pero no fui yo quien les dio la noticia. Ellos seguían pensando que tal vez habían hecho un agujero y seguían sentados esperando ayuda. Llegaron los militares y empezaron a buscarlos, todo era un gran estrés para mí, mi cuerpo estaba totalmente muerto. Me estaba muriendo por dentro y decidí abandonar el lugar. Fue todo durísimo, es lo más difícil que me ha pasado en la vida.

“Han sido los años más duros de mi vida”
Estos dos años y medio han sido los más duros de mi vida. Ya no siento lo mismo, yo también me perdí de alguna manera ese día. Al principio no quería volver a la montaña, no quería nunca más sentir frío ni volver a sufrir. Estuve en casa llorando durante meses y no quería ver a nadie. Estaba realmente en una mala situación.

Después de un tiempo dije, ‘necesito mirar hacia delante’. Empecé a hacer un programa de coaching, como una terapia de trauma, y me estaba ayudando mucho. Pero era muy duro porque tenía patrocinadores que esperaban algo de mí, y no hice nada en un año y medio, me cuestioné todo de mi misma, ‘¿quién soy? ¿por qué voy a las montañas? ¿cuál era realmente el objetivo del alpinismo? ¿lo hago para demostrarle algo a alguien, o a mí misma?’ Estaba realmente lejos de mi zona de confort.

Le prometí a la familia de JP que vendría a Chile. Estoy donde un amigo en El Chaitén y organizamos una charla con su primo, donde todo lo recaudado irá a sus hijos. Él realmente los amaba, hablaba de sus hijos todo el tiempo, era un padre tan cariñoso. Aquí en Chile he soñado con él, suena muy loco, pero hay muchas señales de que él está aquí”.

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