Opinión
J.J.Jinks: "El desastre político de los indultos puso al gobierno en la necesidad de ceder frente al Senado en el nombre del Fiscal Nacional"
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Muhammad Ali es para muchos no solo el boxeador más importante que haya existido en esa disciplina, sino que uno de los que pelean el podio del imposible concurso sobre el mejor deportista de la historia.
Se pueden tomar múltiples cervezas junto con esgrimir todo tipo de estadísticas y teorías y lo único seguro es que nunca se llegará a consenso y que Ali será parte de la acalorada discusión. El campeón mundial de la categoría peso completo era dueño de una agilidad y potencia nunca antes vista, “vuelo como mariposa y pico como abeja” es una de las frases que mejor representa a un campeón que utilizó su fama deportiva para hacer permanentes puntos políticos sobre raza, discriminación y formó parte del movimiento antibélico.
Sin la plasticidad y genio de Ali, hay otro tipo de boxeadores que han desarrollado su carrera a partir de una gran fortaleza para absorber golpes en los momentos difíciles y una vez soportado el vendaval, aprovechar la oportunidad para quedarse con la victoria con un par de golpes certeros. Algo de eso hemos visto en el nombramiento del nuevo Fiscal Nacional.
No estamos acostumbrados a que finalmente se termine nombrando y eligiendo a un candidato que fue cuestionado por al menos tres ministras de Estado con el absurdo argumento de un supuesto antifeminismo dadas las causas en que Ángel Valencia se desempeñó como abogado defensor.
Lo inusual en este caso no es solo la crítica, que está en flagrante contradicción con elementos básicos de la impartición de justicia, sino el estoicismo del candidato para soportarla sin amilanarse. En un proceso donde claramente no era el candidato del gobierno el permanecer parecía solo una muestra de masoquismo e inadvertencia frente al daño reputacional del que estaba siendo objeto.
Acorralado contra las cuerdas, Valencia se dio maña de aguantar sin tambalearse cada uno de los golpes y salir en contragolpe obteniendo en su favor una dura declaración del Colegio de Abogados que terminó siendo clave, especialmente, frente a la opinión pública.
Hasta ahí meritorio, pero seguía no habiendo destino para una candidatura que no contaba con el favor de quienes tenían que impulsarla. Faltaba el elemento clave, sin el cual ninguna historia de éxito hubiese terminado como tal: la fortuna. Los dioses premian a los resilientes pues la suerte solo está disponible para quienes están de pie. Y Valencia, con las rodillas medias tembleques, eso sí, lo estaba.
El desastre político de los indultos puso al gobierno en la necesidad de apagar al menos un foco de incendio y terminó cediendo frente al Senado en el nombre del Fiscal Nacional. En un capítulo más de la telenovela Nadie sabe para quién trabaja, el ajedrez de la política terminó coronando al peón que se veía con menos posibilidades.
Si Ángel Valencia es la persona que requiere el país para tan delicado puesto está por verse, pero al menos sabemos que no se acoquina frente a las adversidades y el poder, lo que es un buen inicio. A pocas horas de asumido surgen boletas pagadas al nuevo Fiscal Nacional en municipalidades que están bajo el escrutinio público por corrupción. Otra vez a las cuerdas, si bien sabemos que se maneja con comodidad en ese lugar del ring, también sabemos que no es Ali.