Opinión
J.J.Jinks "El gobierno desperdició una gran oportunidad frente al paro de camioneros, que no contaba con la simpatía de prácticamente nadie"
-
Cuéntale a tus contactos
-
Recomiéndalo en tu red profesional
-
Cuéntale a todos
-
Cuéntale a tus amigos
-
envíalo por email
La negociación es un arte donde es difícil distinguir a quienes tienen habilidades y quienes no. Hay algunos que se consideran a sí mismos como grandes exponentes de la materia, pero es solo porque están acostumbrados a hacerlo desde posiciones de poder donde regularmente todo es más fácil y placentero.
Los verdaderos buenos negociadores se ven en situaciones desventajosas donde pese al ambiente adverso logran sacar sus objetivos adelante sin grandes aspavientos ni fuegos de artificio. Para ello, el pensamiento estratégico y la disciplina son bastante más importantes que lo que se pueda aprender en un cursito exprés de algunos días en Harvard, por mucho brillo que le saquemos al logo en nuestro perfil de LinkedIn por los siglos de los siglos.
El gobierno ha estado sufriendo en estas lides. Desperdiciaron una gran oportunidad frente al paro de camioneros, que no contaba con la simpatía de prácticamente nadie. Se pronunciaron fuertemente en contra de grupos empresariales afectados por la interrupción de las vías, la población en general no empatizaba con las demandas y la oposición guardaba sepulcral silencio disfrutando ver al gobierno enredado, pero no mucho más.
Estaba preparado el escenario perfecto para dar un golpe de autoridad, tema donde nuestros gobernantes están al debe. Tenían la ley de su lado, el respaldo de la ciudadanía, y prefirieron meterse en una negociación intrincada de quita y pone donde terminaron anunciando la derrota completa para estupefacción de sus partidarios.
Doloroso debe haber sido para el ministro de Transportes, quien había fantaseado en los inicios del gobierno con subir el impuesto al diésel, el tener que estar parado con cara de póker cuando se anunciaba en la práctica que el Estado en vez de cobrar más iba a poner más.
Para mayor ignominia tuvieron que recurrir a los buenos oficios de Juan Sutil para poder abrochar el acuerdo, quien cual adulto en la sala resolvió en horas el berenjenal en que se habían metido las autoridades.
Cuando parecía superarse el impasse, vino la caída del candidato a Fiscal Nacional. Uno esperaría que si tienes los votos necesarios de la oposición seas capaz de negociar al interior de tu coalición para aprobar la moción presidencial, pero como para todo hay una primera vez, ésta fue rechazada. Un resultado incómodo para el candidato, sin duda, pero también para el gobierno que muestra altos niveles de impericia en lograr lo que se propone, incluso cuando tiene todo el viento a favor.
Tanto discurso durante años contra las negociaciones entre cuatro paredes (como si hubiese que negociar en un estadio o en una plaza) parece haberles adormecido las competencias necesarias para transformar en hechos los deseos. Esto es preocupante, pues el gobierno tiene por delante el acuerdo constitucional y las reformas de pensiones y tributarias.
Ninguno de estos proyectos, que son muy relevantes para el horizonte del país, y donde de entrada está en una posición de debilidad, van a poder ser implementados si se mantiene la falta de destreza para construir acuerdos en que ambas partes sientan que ganaron algo y perdieron otras cosas como todo pacto que es duradero.
A esta altura hasta un pique a Boston por una semana o unas sesiones por zoom vendrían bien, por lo menos para mejorar la autoestima en la materia. No es por el gobierno, en este bote vamos todos.