Opinión
J.J. Jinks: "Este Estado que supuestamente sería capaz de desarrollar una industria nueva es el mismo que hoy fracasa en sus tareas más básicas"
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Poco duraron los aplausos y las sonrisas de satisfacción del empresariado tras la moderada y constructiva intervención del Presidente Boric en Enade. El pragmatismo que irradió de su discurso fue borrado de un plumazo en horas de la tarde cuando dio a conocer la llamada política nacional del litio.
De estrategia poco, más que nada una declaración de principios que se resume en el Estado metido en toda la cadena de producción y en posición controladora. Quedan abiertas múltiples preguntas, pero la respuesta parece ser una sola: más Estado.
La ministra de Minería con cierto candor señaló que se espera del sector privado que ponga los recursos y la tecnología para el desarrollo de la producción de litio. No queda claro cuáles serían los incentivos que tendría la empresa privada para participar de un negocio donde quedaría a la merced de las decisiones de un controlador que, como sabemos, tiene como máxima una función de utilidad muy distinta y donde el componente político juega un rol preponderante y decisivo.
Este Estado que supuestamente sería capaz de desarrollar una industria nueva altamente competitiva y sofisticada es el mismo que hoy fracasa en sus tareas más básicas. Hoy el Estado no es capaz de dar una educación pública de una calidad decente a grandes bolsones de la población, mantiene un brutal déficit de atención en salud para aquellos que no pueden pagar medicina privada, enfrenta una crisis de tintes muy serios en lo que respecta al control de la delincuencia y criminalidad, tiene a las fronteras del país como colador con la entrada de inmigrantes irregulares y suma y sigue.
Porque no es otro Estado, es el mismo que hace agua en sus tareas propias el que de un día para otro pasará a administrar el recurso minero no metálico del futuro. Permítame mi incredulidad.
Hoy es SQM, la misma que se desplomó más de 20% ante el anuncio del Presidente, quien a través de impuestos y royalties aporta recursos al erario fiscal muy superiores al siempre aproblemado Codelco. Los datos estaban a la vista, el camino de profundizar la participación de la empresa privada con todos los resguardos necesarios parecía claro, pero la opción fue diametralmente distinta a lo que esperaban los asistentes a Enade.
En la decisión del gobierno de privilegiar al Estado y poner a la empresa privada en el asiento de atrás (si no en la maleta) primaron las ataduras atávicas antes que la abundante evidencia disponible.
Detrás de esto no hay otra cosa que la fe, la creencia en el Estado más allá de cualquier demostración en contrario, pues así operan los dogmas.
Con fe podremos revolucionar la industria de baterías a nivel mundial no importando que el litio sea un componente menor dentro de la estructura total y que estemos ubicados en el poto del mundo lejos de los centros de consumo. Con fe podremos por fin dotar a nuestra industria de valor agregado (¡como si ya no lo hiciéramos!) saciando la pulsión de los desarrollistas sesenteros reencarnados en nuestras jóvenes autoridades. Con fe los privados invertirán sumas ingentes en empresas que no controlan su destino. Mi fe es más limitada y austera, la pongo en que el parlamento revierta esta mala decisión.